El submarino C-2 fotografia original de año 1932. Son de propiedad de los Archivos de Pepe el Carnicero.
La historia de los tres galeones.
El día de ayer Domingo
10 de Agosto de 1936, la prensa onubense se hizo eco de esta noticia sobre las
dos de la tarde en que los veraneantes y vecinos de Punta Umbría, se vieron
gratamente sorprendido por la llegada de los tres galeones que se les escuchaba
el tocar los diferentes tonos de las sirenas.
Seguidamente salieron
en su encuentro varias embarcaciones de esta, mientras todos los vecinos
esperaban impaciente la llegada de los barcos pesqueros. A las tres y media
hizo su entrada el primer galeón, propiedad del armador don Juan Hernández,
seguido del don José Ruiz y el último de don Manuel Aguilar.
Además trían la bandera
blanca en el mástil, se encontraban matriculados local mente llamándose la Santa Librada, Viciador y María Narváez
que el pasado día 5 de Agosto último fueron apresados cuando realizaban su faena
de pesca.
La postal es del año de 1968, vemos el vecino puerto de Ayamonte en donde se destaca los galeones.
Se encontraban
faenando en situación de la mar, llegando a las 14 o 15 brazas frente a las
costas de Mazagón, divisaron a lo lejo y un poco a la derrota, con lo que parecía
una embarcación con una vela se confundía con una torrecilla camuflada con una
lona blanca cuando en realidad lo que era un submarino. (Es curiosa esta treta
tan ruin que la pusieran de moda un submarino alemán en estas mismas costas
durante la 1ª Guerra Mundial llevándose por medio varias embarcaciones
extranjeras). Los barcos pesqueros viendo lo que se les venía encimas,
decidieron dar la vuelta con la maquina toda prisa para intentar de nuevo tomar tierra.
La postura del
sumergible fue de seguirles tras de ellos cañoneándole hasta tres veces
seguidas sin tocarle en el blanco, hasta que lograron pararle motivado por el
miedo que estaban pasando. Cuando consiguieron apresarlos, enseguida la
tripulación se dieron cuenta que era el submarino era el C-2.
Lo que primero le ordenaron al personal de los
galeones es que se embarcaran en los motores auxiliares y que los patrones,
maquinista y fogoneros quedasen en sus puestos, a los citados encargados jefes
de pesca le obligaron a subir al submarino.
Cuando terminaron
las operaciones, el comandante del sumergible que aparentaba ser el más joven
de la tripulación permanecía en el puente, ordenó que en línea de combate le
siguieran mar adentro.
Cuando se
encontraban fondeados a unas veintes millas de la costas de Cádiz y a unas
cuarenta y dos brazas de agua, era el amanecer del día 7, donde de improviso
rompió la bruma un aeroplano, Aquel pájaro, describiendo una comba vertiginosa
sobre el submarino, le dejó caer unas cuatros bombas.
El submarino que no
esperaba este ataque, se sumergió rápidamente, pero como los galeones estaban
aparcados, casi al costado, la metralla tocó al "María Narváez",
haciéndole varios impactos en la chimenea y hiriendo al marinero Francisco
Vergue Tirado que fue curado más tarde cuando llegaron a Punta Umbrío, de una
herida de metralla en un brazo por el médico señor Durán. aunque este marinero
conserva los trozos de metrallas como recuerdo de tan extraordinaria aventura.
El galeón era conocido en los puertos de Huelva como un barco de vapor dedicado a la pesca de la sardina, el que vemos arriba es de una revista de 1936.
Según cuenta los
marineros apresados entre otras cosas durante su prisión, el trato fue bueno si
bien se libraron de su marcha a Malaga en el submarino una vez echada a piques
dichas embarcaciones como primero se pensaba. Pero como el destino es a veces
caprichoso; aparece una nueva noticia salvadora vino desde Malaga, la orden transmitida
era liberar los tres galeones con su dotación marinera.
Puesto que
había pensada una segunda maniobra, como era la de llevarlos detenidos a
Tánger, pero esta también la tuvieron que suspender, debido a la fuerte
marejada producida por el Levante que podrían poner en peligro la arriesgada
misión ya que estuvieron intentándole de noche hasta el día siguiente que
dieron con la vista el Cabo Trafalgar y hasta ahí solo pudieron llegar.
Pero lo que oyeron y
vieron los patrones a bordo, en la tripulación del submarino sólo había
marinería compuesta por gentes ya maduras, demostrando el gran desconcierto y
decaimiento moral y de disciplina militar.
El barco María Narváez citado anteriormente su
percance. El Santa Librada, desclavada una parte de la tablazón de un costado,
por la que hace abundante agua, que le fue producida por el submarino en unas
de las veces que se sumergió para evitar los efectos del bombardeo.
El patrón Manuel
Gutiérrez ha manifestado que tan pronto fueron apresados los pesqueros se le hizo embarcar en el submarino
y llevado a un camarote, navegando por debajo del agua y escuchando
perfectamente las detonaciones de los proyectiles que arrojaban el aeroplano.
Los marineros,
detenidos ya en el submarino, fueron bien atendidos, pues comían lo mismo que
los tripulantes del sumergibles; esto eran, huevos duros con tomates y
habichuelas con patatas las mayorías de las veces.
Los cinco días
estuvieron en alta mar, no tocando puerto alguno. Motivados por la espera de un
barco que le tenían que traer seis toneladas de carbón para los galeones y
alimentos; pero lo que verdad transmitía eran que se encontraban perdidos.
Pero como el barco
no aparecía y el carbón empezaba a escasear, seguramente por eso acordaron
desembarazarse de los galeones. Esto obligó a que el primer oficial del
submarino, el joven vasco Victoriano Espinoza Echevarría que días antes era un
simple oficial de derrota, ahora se encontraba como comandante de un
sumergible, acompañado de una situación que le resultaba muy grande para él,
agradeciendo la decisión tomada por sus
superiores y ordenando fondear y sotavento rumbo hacia Cádiz.
En estos días salió
una información en la prensa desde Villareal San Antonio, en donde la llegada a
este puerto el comandante del yate a motor, "Alma", procedente de
Tánger, que dice que ha visto al submarino "C--2" frente al faro de
Chipiona (Cádiz"). Afirmando que el submarino llevaba a remolque tres
buques pesqueros españoles, con matrícula de Huelva. El comandante del
submarino pretendió aprisionar al yate, pero desistió de verificarlo, al
comprobar que el barco era marroquí.
Estos fueron
escoltados por el C-2 hasta el lugar
conocido como la playa de la Torre del Oro, y, desde luego, comunicaron a los
marineros que no volviesen a salir a pescar de momento, hasta que se apacigüe
la situación política para evitar contratiempos.
Mientras tanto todo el vecindario acudió al
muelle, y, cuando desembarcaron los marineros, entre éstos y el público su
familiares se desarrollaron escenas de intensas emoción, llorando abrazaban a
estos libertados que eran la pesadilla y el disgusto en esta playa.
Los patronos de
los barcos se muestran muy contento, pues creyeron que no volverían a ver más a
su familias este grupo de 56 marineros, por los momentos tan difícil que se
están pasando en la mayoría de los
españoles.
Los capitanes y marineros de nuevo en Punta Umbría, dirigiéndose a Huelva para
llegar sobre las seis y media de la tarde
para presentarse en la Comandancia de Marina, donde se encuentran
detenidos de nuevo, pero en esta ocasión con carácter preventivo.
José García Díaz.
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