martes, 29 de marzo de 2022
jueves, 24 de marzo de 2022
Cuando el Obispo vino a Bonares.
El martes día 19 de enero de 1965, a las once de la mañana,
salió de Huelva el señor Obispo con dirección a Bonares, haciéndose acompañar
por un seminarista bonareño que cursa los estudios de Teología en el Seminario.
En el término
municipal esperaba a Su Excelencia Reverendísima el alcalde, cura párroco y
demás autoridades del pueblo, que le cumplimentaron. Para la entrada del
Prelado en Bonares, se organizó una comitiva que iba presidida por una
abundante escolta de motoristas y seguida por treinta y dos automóviles, o sea
todo el cupo rodado del pueblo.
El doctor García
Lahiguera hizo la entrada en coche descubierto, prodigándole el vecindario en
masa un recibimiento realmente apoteósico. La banda de música, las explosiones
de los cohetes y los vítores del gentío se escucharon con acento ensordecedor.
Las calles de la
ciudad aparecían engalanadas con arcos y guirnaldas; y los balcones, ventanas y
fachadas de las casas, también lucían ramos de plantas campestres y flores. Los
pavimientos de las calles del itinerario aparecían alfombrados de romero. A la
entrada de la población se unieron a la comitiva número de la Guardia Civil
montada y guardias de campo.
Al descender el
Prelado del vehículo, las manifestaciones de júbilo por parte del vecindario se
hicieron enormes, pues todos pugnaban por llegar lo más cerca posible a su
Pastor, para aclamarle con derroche de entusiasmo.
Hizo su entrada en el
templo parroquial bajo palio. Visitó primeramente al Santísimo, se le entregó
la vara de Hermano Mayor de la Hermandad de la Patrona del pueblo, Santa María
Salomé. A continuación, en la plaza del pueblo el Prelado ofició la Santa Misa,
pronunciando una homilía en la que hizo ostensible la emoción que le embargaba
por el recibimiento que se la había prodigado.
En la Comunión se
distribuyeron unas 1.500 Hostias Consagradas, en medio del más intenso fervor
de los comulgantes y de la muchedumbre que escuchaban la Santa Misa.
Terminada la misma,
se efectuó la procesión de la Santa Patrona, para reintegrarla a su ermita. El
entusiasmo se desbordó en este traslado procesional, hasta el punto de hacerse
ya delirante, A las puertas de la ermita, en una tribuna levantada al efecto se
dio lectura al acta de la sesión de la Hermandad, por la que fue unánimente
nombrado Hermano Mayor Honorario de la misma. El Hermano Mayor efectivo hizo el
ofrecimiento del título- magnífico pergamino, verdadero primor de miniatura
artísticas de nuestro querido amigo huelvano Domingo Franco—que el señor Obispo acogió con palabras de gran estima y
vivo agradecimiento.
La primera parte
de la gran jornada terminó con un almuerzo habido en la Casa Rectoral. Por la
tarde, a la cinco y media en la plaza del pueblo, también profusamente
engalanada se celebró un acto que presidieron las autoridades, con asistencia
del gentío ya ponderado. El primer término, hizo uso de la palabra el cura
párroco, quien se expresó con palabras muy efusivas y de respetuosa consideración
hacia el Prelado, exponiéndole la leal subordinación de su feligresía, el
pueblo entero, a su pastoral dirección. Hizo una relación sucinta de la labor
de formación cultural y cristiana que
realiza la parroquia, y pidió al señor Obispo que considerara al pueblo de
Bonares, como cosa muy suya.
Seguidamente, se
procedió al ofrecimiento de presentes al doctor García Lahiguera. Fueron los
siguientes: Del Ayuntamiento de la población, un sobre con cinco mil pesetas;
de la Cooperativa de Santa María Salomé, un barrilito de vino y un recipiente
con aceite; de las mujeres y niñas de Acción Católica, un juego completo de
prendas para el altar, confeccionado por las religiosas Oblatas de Cristo
Sacerdote, cuya comunidad ha sido fundada por nuestro Obispo; de las niñas del
pueblo, un corderito y otro barrilito de vino; de los niños, una jarra con miel, una tarta de almendra y una cesta de naranjas y limones. Todo ofrecido es
producto del pueblo de Bonares, y el ofrecimiento de los niños y niñas fue hecho
por estos, ataviados con traje típicos.
Un último
ofrecimiento fue brindado al Pastor por una niña, consistiendo en un hermoso
ramo de flores naturales y en un ramillete espiritual de comunicaciones,
oraciones, sacrificios realizados y ofrendas a Dios por las intenciones del
señor Obispo y por su fecundo apostolado en la diócesis onubense.
El doctor García
Lahiguera, conteniendo a duras penas la emoción que le embargan sus ojos y
palabras, pronunció una alocución, que enardeció, más aún, si cabe, el
entusiasmo al rojo vivo de la población.
A la salida de
Bonares, terminada la memorable jornada, el Prelado visitó a unos enfermos, y
desvió el recorrido previsto por otro que comprendía las calles, habitadas por
las familias más humildes del pueblo, a fin de impartir sus bendiciones de
Padre y Pastor sobre sus pobres hogares.
Una anécdota que
revela el entusiasmo de la población bonariega por recibir y acompañar a un
Obispo lo revela el hecho de que por el cura párroco se había intentado hacer
gestiones ante la autoridad local para que los obreros del campo asistieran al
acto para participar con su presencia en los actos que iban a realizarse. No
fue necesario, pues la mayoría de aquellos ya lo tenían así acordado, echándose
todos a la calle desde por la mañana en que la banda de música anunció el magno
acontecimiento con una larga y continuada diana.
Fuente: Archivo Diocesano Provincial.
José García Díaz.
lunes, 14 de marzo de 2022
La puerta sin nombre.
Por Ramón Ortega Uguerrola.
Cuando
su urbanización, puesto que hace mucho tiempo llevó rondando en mi mente una
idea para exponerla a las autoridades de Niebla, desde la prensa. No hace
mucho, ante una pregunta por escrito del fino escritor onubense José María
Segovia sobre esta Puerta, le conteste aclarándole ciertos motivos, sin poder
hacerlo del nombre que le corresponde como a las demás de la ciudad.
Toda la gente sabemos que desde tiempo muy
antiguo se las llama a esta puerta como la del “Agujero”, sin duda porque sería
puerta, antes que Puerta, un agujero abierto por alguien a quien le interesaba
pasar por allí para acortar distancias; no hemos podido averiguar si data desde
siglo o nó, pero si hemos preguntado a personas mayores que ya sobrepasa los
ochentas años y nos dicen que siempre la han conocido así y que nunca han
escuchado de sus antepasados nada que se refiera a su antigüedad con tal
Puerta.
Lo cierto es que su estilo árabe demuestra
su origen y puede darse el caso que quizá el mismo Rey Sabio al tomar la plaza
mandarse abrir esta Puerta para dar más salida al pueblo; salida que, por otra
parte, es relativa, pues solamente sirve para peatones y bestias por la rampa
peligrosa que hace desde la base de la Puerta a la carretera, de unos dos o
tres metros de altura.
Y he aquí el por qué he escrito este
artículo; la peligrosidad de su bajada e incluso de su subida, no solamente
para las bestias, sino para los peatones; aquellas, pueden muy bien pasan por
las dos puertas cercanas a éstas, la del Socorro y la de Sevilla, precisamente
abiertas para vehículos.
Hay que dejar ésta solamente para peatones y
por ello habrá que urbanizarla de forma, no solamente que sirve para el
tránsito, sino para la atracción de los turistas; no creemos que cueste esto
mucho al Ayuntamiento y estimamos debe acometer esta obra seguidamente,
haciéndola al estilo de esas calles cordobesas de pendientes, unas de unos
metros de larga y otras de treinta y cuarenta metros de cuesta, dando las mismas
un tipismo tan llamativo que al turista gusta de transitar por ellas.
Es sencilla su urbanización, pues solamente
se trata de hacer una serie de escalones, no de un solo paso, sino de dos o
tres, que hacen desaparecer parte de la pendiente y son comodísimas para subir
y bajar; estos escalones llevan unos adoquines largos que separan unos de otros
y en la parte superior están rellenos de pequeños guijarros negros, y blancos,
que le dan una vista muy bonita y llamativa.
Tenemos el caso de la Puerta del Agua, aunque
en estos escalones no se ha escogido el guijarro, de tanta profusión en los
alrededores de la ciudad, por lo que no siendo nuevo cuanto exponemos, puede
llevarse a efecto con entera facilidad, urbanizándose así este trozo de calle
con historia pero sin urbanizándose así este trozo de calle con historia pero
sin urbanización alguna y con peligrosidad manifiesta para todos.
Ahí queda la idea y ahí está también un
alcalde que sabe recoger los anhelos de los vecinos con todo cariño; lo demás
con mejor voluntad que dinero se puede conseguir fácilmente.
José García Díaz.
La cerámica del Neolítico.
Por
Antonio García Bellido, en memoria de mi amigo y maestro don Cristóbal Jurado Carrillo, párroco de la ciudad de Niebla.
Pobres y escasas son las muestras de
cerámicas, recogidas en los dólmenes hasta ahora investigadas en la provincia
de Huelva. Destrozada en el dolmen de La Lobita por la presión de la arcilla
durísima que invadía el interior del mismo, escasa y tal vez destruidas por
falta de cuidado en las excavaciones, como los del Mirón, el de Agapo, el de La
Pava, etc., pocos datos nos suministra de la habilidad y perfección de aquellos
primitivos alfareros de nuestros suelos. Las escasas piezas y fragmentos que
hemos podido estudiar nos mueven a firmar que, así como destacaron por la
finura y habilidad en la talla y pulimentación de la piedra, no descollaron en
el arte de la cerámica del que sólo dejaron muestras de escasos valor.
Son conformes los más solventes
investigadores de arqueología en atribuir la invención de la cerámica, al
periodo del Neolítico. Tal vez favorecido por la benignidad del clima de
nuestra Península, sobre todo en las regiones Sur y Sureste, el hombre
Troglodita renuncia a la vida de nomadeo, acampa en sus templadas y fértiles
llanuras, inicia el cultivo de las tierras, la domesticación y pastoreo de
animales que les proporciona nuevas fuentes de la vida más reposadas, le queda
más tiempo para discurrir valiéndose de ramas de árboles convenientemente
curvadas, construye los primeros arados. Y adaptando trozos de sílex a los
extremos de varas y leños rectos, sus primeros utensilios de trabajo y sus
primeras armas de caza y guerra.
Loa necesidad de retener líquidos, semillas
lleva a la construcción de las primeras vasijas de barro. Comienza por copiar
con el barro las formas cóncavas más conocidas por ellos como son las conchas
de los moluscos y concavidad craneana. Para endurecerlas se limitan a dejarlas
secar al sol. El modelado es tosco, como hecho por unas manos torpes, de bastos
dedos y si acaso con la pobre ayuda de un palo ligeramente desbastado. Más adelante
inician el arte de la cocción. En sus primeros intentos el resultado es pobre
pues el barro se resquebraja. Para evitarlo empiezan a mezclarse partículas de
mica, mármol, conchas marinas y otros diversos materiales con los que obtienen
piezas de más fino acabado. La coloración de estas vasijas siempre es negruzca
debido a la impureza del barro empleado y al rudimentario sistema de cocción
que consistía en rodear las piezas de tierra y mantener el fuego en derredor de
las mismas hasta que están suficientemente endurecidas. Cuando quiere producir
vasijas de mayor tamaño y más acusada concavidad recurre al artificio de hacer
una especie de formaletas o moldes de fibras de vegetales que recubre de barro
y que desaparecen carbonizadas por efecto de la cocción.
El hombre del Eneolítico realiza un notable
progreso en esta industria, sobre todo en las zonas levantina y meridional de
la Península. Sus primeras vasijas son cuencos en forma de casquete de paredes
alargada. En muchas de ellas aparecen una especie de pezones para sujetarlos
que más tarde se transforman en asas que presentan una gran variedad de
fantásticas formas. Mayor riqueza decorativa consiguen aun con la ayuda de incisiones
sobre la superficie del barro. Estas incisiones se agrupan en series de línea
paralela horizontales, verticales, en aspas o en zigzags. Otras veces realizan
el decorado con la aplicación a presión de un cordel sobre el barro aun tierno,
por lo que reciben el nombre de acordonados. A veces rellenan las incisiones de
pasta blanca para hacerlas resaltar más sobre el fondo oscuro del barro cocido.
Es de señalar que hoy se admite por las
autoridades en la materia que el foco inicial de la fabricación de los célebres
vasos campaniformes tuvo su cuna en Andalucía en la que aparece en épocas anteriores.
Desde aquí seguirse su difusión por toda la Península, pasando a Italia por
Cerdeña y luego a través de los Alpes hasta el Danubio. Es típica de esta
cerámica la decoración en zonas, aunque no exclusiva pues la vemos en vasos de
distintas formas copas, cazuelas y cuencos.
Con la edad del Bronce aparece una cerámica
más perfecta, de superficie enteramente lisa con adornos de perfiles y un
ligero bruñido.
No queremos terminar sin hacer resaltar el hecho de que fue aquí, en nuestro suelo, donde estuvo situado unos de los focos de civilización que irradió su cultura hacia esa Europa que olvidándose de ello nos mira hoy un poco por encima del hombro,como si fuéramos un pueblo de gente incultas y retrasada.
José
García Díaz.
martes, 1 de marzo de 2022
Necrópolis prerromana en Niebla.
Hace unos años,
estando una tarde en casa de mi amigo y profesor arqueológico, don Cristóbal
Jurado (q.c.p.d.), presbítero de la ciudad de Niebla, hombre de
gran cultura y sabiduría y que dedicó una parte de su vida a las Ciencias
Arqueológicas, me dijo que la habían avisado unos trabajadores que en el sitio
de este término municipal llamado “Estación de Sevilla” (actualmente la de
Bonares y Rociana), un compañero de trabajo, cavando en una viña, se había
encontrado grandes y enormes sillares que denunciaban la presencia en aquellos
lugares de viejas edificaciones.
Por hacer calor,
esperamos que fuera más tarde y nos dirigimos los dos a dicho lugar, el como
profesor y yo como alumno, comprobando la veracidad del hallazgo.
Con grandes
esfuerzos levantamos algunas piedras y pudimos observar que contenía restos
humanos, por lo cual se dedujo que eran sepulturas. Las sepulturas encontradas
fueron tres.
De su tosca
construcción y primitivos materiales empleados en su labor, sacamos como
consecuencia su remota antigüedad. Estas sepulturas podemos calcular que son
del último periodo de la dominación cartaginesa en la provincia de Huelva, o
principio de la época romana.
Las fosas estaban
construida a base de grandes losas de barro cocido, y además demostraban ser de
origen caldeo o babilónico, según manifestaba mi citado profesor.
Aproximadamente medía unos 70 centímetros de largo por 50 de ancho. En ellas se
hallaban colocados los cadáveres boca abajo, según los usos de la antigua
Babilonia, apoyándose el cráneo en un gran adobe que le servía de almohada.
Con gran cuidado
pudimos reconocer esto cadáveres, de los cuales dos eran de varones y uno de
hembra.
Cuando lo tocamos,
se desintegraron, por lo cual no pudimos tomar medidas de ellos ni sacar otra
cosa más, que la cabeza de uno de ellos, la cual
aparecía unida a la base del cráneo teniendo lo que actualmente llaman los
doctores “fractura conminuta. El otro, tenía hundido el temporal izquierdo, de
lo cual se dedujo que había sido producido por piedra lanzadas, con hondas, o
eran heridas recibidas en las guerras de aquellas edades.
Las tres fosas de
hallaban reforzadas de grandes ladrillos, formando un grueso muro, cubierta la
parte superior por piedras de sillería que revelaban ser poco más o menos, del
periodo dolménico o piedra del túmulo funerario.
En uno de los
cadáveres, mi profesor pudo comprobar que se trataba de un hombre de raza negra
africana, (iguales a estas sepulturas, y con las mismas características los
cadáveres, han sido encontrados en la finca que, en el término de Aljaraque,
posee la señorita viuda de don Cristino González, cuyo maxilar inferior de
tamaño no normal, se pudo conservar y lo conservó el ingeniero de minas, don
Federico Mayboll).
En la foto, el arqueòlogo Don Antonio García Bellido, en la finca donde apareció la Necrópolis era en aquel tiempo de mi tíos, y en donde algunos vecinos de Bonares, pudieron rescatar algunas vasijas que fueron reconstruida gozando de gran belleza.
Sobre la cabeza de
estas sepulturas estaba una pila de piedra con señales de grasa requemada,
suponiéndose sirviera de recipiente para depositar las carnes o corazón del
difunto.
Las grandes piedras
que cubrían las fosas eran adobes con agujeros, los que supusieron hechos para
poner en comunicación con la atmosfera el interior de las sepulturas, o tal vez
para darle salida a los espíritus de los muertos, o también para dar
respiración a las lámparas que quedaban ardiendo y que según sus creencias
servían par iluminar las almas de los difuntos en sus viajes a las regiones de
un mundo desconocido.
En los pies estaba
cuatro ladrillos formando especie de circulo y todos tenían gravados un segundo
circulo, que supusimos fuera un símbolo o imagen de la divinidad solar. También
algunas presentaban labores toscas en forma de X, labrada al parecer con los
dedos de la mano; pero lo que más nos llamó la atención es que algunos de los
citados adobes, aparecía la figura de la mano impresa y extendida, símbolo
mitológico de los cartagineses. (Según me comunicó uno de los ingenieros de
esta Jefaturas de Minas, igual o parecidos a éstos, se habían encontrado adobes
en las minas de Tharsis. Este señor me preguntó el significado de la mano y yo
le expliqué el símbolo cartaginés). Parece ser que es el mismo signo, que tiene
la estela votinea de Tharsis. Este señor me preguntó el significado de la mano
y yo le expliqué el símbolo cartaginés). Parece ser que es el mismo signo que
tiene la estela votínea de Tanit, en el templo de Cartago.
Según don
Cristóbal, la mano derecha extendida hacia el cielo o hacia lo desconocido,
representará el poderío de la divinidad y quiere decir protección y bendición.
Todavía los árabes, en algunas regiones, perpetúan estas viejas tradiciones,
colocando manos pintadas en las puertas de sus casas para alejar los
maleficios. El rito de la elevación de las manos a la Divinidad es de tradición
antiquísima. En el sepulcro del cadáver femenino apareció un objeto parecido a
la cabeza de mujer de mármol que recuerda las descubiertas en el Cerro de los Ángeles,
o sea, la Tamit cartaginesa.
Esta cabeza o cosa
parecida, fue recogida por mi profesor para llevársela a su museo, y me dijo
que con motivo de la próxima visita de una dignidad eclesiástica a Niebla,
pensaba dedicarle un artículo de esta hallazgo.
Por eso, al leer en
la prensa, la noticia de que habían sido hallado restos romanos en el subsuelo
de Niebla, no me llamó la atención.
Son muchos los que creen que los íberos, con el nombre de
tartesios, fueron los que fundaron la ciudad de Niebla, entre ellos Tolomeo, y
le dieron nombre que recordaba su país; pues no solo se llamó Ilipula Niebla
los tiempos, aproximadamente, de la fundación de Cartago.
Según el señor Martínez
en sus datos epigráficos, la palabra Ilipula, es de origen griego. Parece que
Tito Livio, al referirse en sus parajes a esta ciudad, dice que sirvió como
punto de avanzada para contener la invasión de los celtas lusitanos. Acercándonos
a los tiempos históricos, Plinio llama a Niebla Ilipula, los visigodos Elepla,
y los árabes Lebla.
Las monedas
encontradas datan de mucho tiempo después de la fundación de la ciudad, pues
según se desprenden le asignan unos 200 años a. de C. y son semejante a la
acuñada durante la segunda guerra púnica, siendo en dicha época cuando
estableció Escipión soldados en ola frontera del territorio español; época que
los tartesios aprovecharon para adoptar parte del lenguaje romano. Estos son los
orígenes que hasta ahora se saben de la milenaria ciudad de Niebla.
Por el profesor y Miembro de la Real Academia de la Historia don Antonio García Bellido.
José García Díaz.