Era el 20 de mayo de 1982, cuando por primera vez dentro de las actividades culturales, celebra una deserción dentro del ciclo “Visión Antropológica de Huelva”. Por el profesor don Salvador Rodríguez Becerra, centró las manifestaciones de la religiosidad popular onubense en promesas, exvotos y fiesta.
Organizado por el
Servicio de Publicaciones del Instituto de Estudios Onubenses. Por el cual el
conferenciante que es Catedrático de Antropología, analizó el tema de la
religiosidad desde fuera del ámbito de las creencias, lo más objetiva y
científicamente posible.
En primer lugar,
habló de las relaciones del hombre con la divinidad y las razones que motivan
las citadas narraciones. Luego estableció la diferencia entre religiosidad
popular y religiosidad oficial, para pasar seguidamente analizar las
manifestaciones más comunes de la primera.
La manifestación de la religiosidad popular
que estableció fueron fundamentalmente: las promesas y exvotos y las fiestas
con sus Romerías. Exvotos y promesas fueron definidas y explicado el carácter
de cada una, y se hizo también, una buena ilustración gráfica de los exvotos de
las diferentes zonas de la provincia.
Las fiestas fueron
constreñidas fundamentalmente a romerías y patronales, que son las que en
realidad tienen sentido religioso (mientras, la ferias son de origen y carácter
comercial). Igualmente, dentro de las fiestas se trató tanto el carácter externo
y colorista, como el de la autenticad de la o el paganismo soterrado que en
ella pervive. El tema del sincretismo religioso estuvo presente, a la hora de
intentar explicar estos fenómenos.
Al final tuvo lugar un coloquio, que vino a poner de manifiesto
la problemática que existe a la hora de querer interpretar este tipo de
conductas y manifestaciones humanas.
Años después, el
periodista y escritor don Andrés María Segovia publica en un diario un curioso artículo
de gran interés cultural, sobre el sentimiento y costumbres que conlleva las
Cruces de Mayo, tan enclavada en este pueblo:
Dentro de las muchas
tradiciones del mes de mayo, yo diría más bien que de la primavera, las de las
Cruces es una de las que más siente el pueblo. He visto Cruces, romería
cruceras, en la Sierra de Aracena, que es toda una lección de tipismo auténtico
de nuestra tierra.
El tema de la
Exaltación de la Santa Cruz no lleva desde la misma orilla del mar hasta la
alta serranía. Las manifestaciones de esta tradición varían según el lugar,
pero a la hora de la verdad todas tienen una similitud en la testificación
fervorosa del símbolo de nuestra fe. La Cruz es un altar de una manifestación
popular. Yo recuerdo de niño, cuando Huelva tenía Cruces famosas en los
castizos patios de vecinos, cómo se celebraban esta fiesta en la que unía el
tema religioso, la Cruz, el de los bailes por sevillanas y el gastronómico.
No se podía concebir
una fiesta de la Cruz, sin las consabidas habas “enzapatás” que, con el vinillo
de la tierra formaban un sencillo ofrecimiento a todos cuanto participaban de
la fiesta crucera. Nunca podemos olvidar las Cruces en el Brasil Grande y en el
Chico, en aquellas viviendas unidas en una calle interior que llamaban “La
Argentina” y en muchas casas particulares, siempre en los pisos bajos, donde en cada patio había una Cruz engalanada.
El muestrario de
adornos era muy similar, pues casi siempre las Cruces de Mayo se vestían con
flores de papel de distintos colores.
Era, la de Huelva una tradición sencilla y popular, no era de
carácter romero como los pueblos de la provincia, o con tan grande suntuosidad
como esos maravillosos altares de cruces que se montan en Bonares.
En el aspecto
religioso, no había que pedirle mucho. Era algo testimonial, de corazón, pero
existía un rosario llamado de la Cruz, que en algunas casas se rezaba y que no
eran más que sencilla y simples jaculatorias repetidas hasta mil veces. Todas
estas fiestas citaban, en torno al símbolo cristiano, a familias, amigos,
conocidos, pero sobre todo aquellos grandes patios de vecinos reunían a los que
podíamos considerar una gran familia.
Las fiestas de la
Cruz, con el paso del tiempo han ido variando. Hoy el mundo es otro y la gente
pide otro tipo de novedades festivas. Hoy, las Cruces se convierte en romería
llenas de gentío, de caballos, carrozas y de fiesta larga que dura varios días,
salvo en Bonares que lo hacen en uno, pero lo viven intensamente.
La Cruz en algunos
puntos, por ejemplo, en Punta Umbría, es llevada al campo donde se le canta y jalea
en ritos de ida y traída al pueblo.
No me atrevería a
fijar puntos famosos, pero puedo silenciar las cruces de la Palma del Condado,
las de Almonaster y tantas otras que en el Andévalo forman una corte
maravillosa de una tradición que no muere porque está dentro del alma andaluza.
Tiempo de cruces
que, es decir tiempo de primavera, de vida que renace, de alegría.,
No podemos terminar esta página, si antes reconocer la gran labor desarrollada en este año en el mes de mayo, ante la exposición y conferencia presentada por la joven local, licenciada por la Academia de Bellas Artes de Sevilla, la chica Rocío Bueno Vega, para animarla que siga investigando en tan singular proyecto, como son las Cruces de este pueblo.
José García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario