Las costas de Huelva, según el dramaturgo y periodista don Agustin González Ruano,
Estamos en la extensa playa
formada por el Océano que al Sudoeste de España ciñe la provincia de Huelva.
desde la desembocadura del Guadalquivir en el puerto de Bonanza hasta la del
Guadiana más abajo de Ayamonte. Rodea el mar, y lo festonea con su manto de
espumas, el Coto de Doña Ana o de 0ñana, como dicen otros; entra por la ría de
Huelva, recibiendo el Odiel ya reunido con Rio-Tínto, forma profundos caños y
esteros que cercan la isla de Saltes, se envuelve en las marismas a Poniente en
la capital, deja las barras de Huelva y Torre-Umbría a la diestra mano, y como
para descansar de su larga peregrinacion, se extiende ledo en tranquila playa
que se pierde de vista hasta .el “rompido” de Cartaya y la barra de Ayamonte.
Dentro deja barra de
Huelva, en la confluencia del Tinto y del Odiel, Torre arenillas, gigante que
defiende y vigila a Huelva, á Moguer y a Palos. Más afuera, sobre las dunas que sirven de
valladar al Océano, Torre-Umbría, que forma pareja con la anterior, y ambas muy
útiles en el día a los puestos de carabineros encargados de defender los
intereses de la Hacienda.
A la vertiente de esas mismas dunas, plagadas
de conchas y caracoles, detritus y despojos del mar, el Océano en toda su
inmensidad, la olas hasta el "límite del horizonte, primero ledas,
trasparentes y espumosas, más adentro, crecidas y de gran empuje; luego el
suelo desciende, las olas se amontonan, es la rompiente de arenas en que chocan
unas con otras, en que riñen grandes asaltos; después, siempre hacia el mar, el
abismo, más
tranquilo seguramente, pero más pérfido para el incauto que se aventure en
él.
En lontananza los buques que
van en demanda del Estrecho, o se inclinan a tierra para el seno o la bahía de
Cádiz, o los que toman la vuelta para penetrar por la barra de Sanlúcar hasta
Sevilla. Algo a Poniente las parejas de lanchas pescadoras con su vela latina,
semejante al ala de un pájaro descomunal, qua vienen en busca del puerto que
las vio salir a su penosa faena.
Algunas bellas construcciones,
confortables en sumo grado, como destinadas y dirigidas por los ingleses, a
quienes la explotación de Rio-Tinto y otros centros mineros retienen entre
nosotros, sobre la vertiente de las dunas que da al mar.
En un pequeño cerro, formado por las arenas,
un precioso pabellón abierto a todos los aires, y desde donde se goza de un
espectáculo magnífico. Fonda o restaurant bien servido, casetas portátiles para
los bañistas y una temperatura deliciosa.
Una playa limpia, de finísima arena, sin guijarros
ni rocas, sin 'depresiones violentas del terreno, donde cada cual puede
detenerse a recibir las olas - en el punto que le dicten su prudencia y sus
facultados para la natación; pero donde los que nada absolutamente saben de
éstos pueden alejarse sin peligro un gran espacio y para el peligro diestros buzos
sueldo do la empresa o compañía de los
baños: todo esto hace de Torre Umbría un lugar poco conocido aún, pero muy
digno de llamar la atención de naturales y extranjeros quo buscan solaz en
otros lugares y otras playas del Océano, ni tan tranquilas, ni tan seguras, ni
tan extensas y bien acondicionadas como las de Torro Umbría.
Quisiéramos que los que salen de
su habitual domicilio, en cuanto el sol de
Julio lanza sus rayos, ardientes sobro nuestro hemisferio boreal, vinieran visitar la playa de Torre-Umbría, y al cabo de
la temporada nos dijeran si viviendo en el Hotel Colon de Huelva, saliendo da
mañana en el vapor para Torre-Umbría, pasando allí algunas horas, regresando
del mismo modo hasta Huelva, para hacer la vida sibarítica quo en el hotel puede
hacerse, donde no extrema el calor, donde el verano se prolonga, donde la
existencia se pasa entre comodidades y hasta refinamientos desconocidos en los
otros hoteles de España y los más del extranjero, ¿so puede pedir más?
Dada la costumbre, la necesidad o
la moda de veranear; dada también la práctica de visitarlas más hermosas playas
del Océano, pocas, en toda su inmensa extensión, podrán disputarlo la
preferencia a la de Torre Umbría. Los representantes de la 'prensa de
Madrid, y aún do otras de las principales capitales do Europa, que vinieron a
Huelva con ocasión do asistir a la fiesta inaugural del Hotel-Colon, hicieron
su excursión correspondiente a la playa de Torre Umbría, y quedaron admirados
de su belleza y de las grandes condiciones quo tiene para ser una de las
primeras estaciones balneario-marítimas que se pueden fundar.
A la parte de Levanté y Norte de
la playa en cuestión, y una vez cruzadas las arenas, el terreno está poblado de
bosques y matorrales, donde abunda la caza menor y una lujosa vegetación presta
sombra y solaz al expedicionario quo trata do penetrar en ellos.
Demos él casó de que algunos de nuestros convecinos se persuadieran de lo susceptible
que este balneario es de mejoras; que hubiese algunos industriales que en la
playa y sus inmediaciones se decidieran a construir, hoteles, casas ligeras,
sencillas, cómodas que alquilaran después a los ba- ñistas; que en vez de un restaurant
hubiera, por !o menos, una fonda y varios de aquéllos; que con la concurrencia afluyera
el surtido; que se pusiera todo en condiciones de poder servir do refugio a las
familias que van a buscar el fresco en otros puntos, ya tendríamos una colonia
brillante, que durante .el estío, a
menos gasto, con mayor comodidad y sin salir de España, derramaría sus
beneficios sobre este hospitalario país en bien, al fin y al cabo, de la
riqueza pública; dando patriótica muestra así de que sabemos estimar en lo que
valen los dones con que la naturaleza nos ha favorecido.
Nosotros creemos que así
sucederá, y de ello nos da indicio la iniciativa inglesa, que más conocedora
que nosotros mismos de las ventajas que tiene Torre-Umbría que ha empezado a
formar población allí, la vista del Océano Atlántico, que besa con sus blandas
olas aquella menuda arena que le sirva de valladar.
Para el buen español tiene el
sitio un interés histórico de la mayor importancia.
A Levante. y sobre enhiesto
promontorio, después de salvar la ría que se forma con el Odiel y Rio-Tinto,
está “La Rábida” el célebre convento qué, regido por fray Juan Pérez de Marchena,
dio albergue á Cristóbal Colon. ', -Logró allí el gran cosmógrafo hacerse
comprender, y de allí también partió para conquistar a la civilización y al
cristianismo un Nuevo Mundo. Dejando el estero de Domingo Rubio y sabiondo la
orilla izquierda de Rio-Tinto se halla Palos, que dio a Colon su contingente do
intrépidos navegantes para la más maravillosa de las expediciones marítimas.
Allí está la patria de esos héroes legendarios que se llaman los Pinzones, y
allí se meció la cuna del capitán de mar Martin Alonso Pinzón que llena con sus
hazañas y su indomable valor muchas páginas de la historia de nuestros
descubrimientos.
Cercada por las aguas de la ría, luciendo su
rico penacho de magníficas arboledas, la isla de Saltes límite non-plus-ultra
de los descubrimientos fenicios de los primitivos tiempos históricos de España,
isla de los sacrificios de aquellos mercaderes gentiles y extremo del- mando
que para ellos comenzaba en Tiro y terminaba en el mar quo abarca desde las
rocas donde se asienta Cádiz hasta las dunas que contiene la invasión del
Océano en Torre Umbría.
Vean nuestros lectores si no es digno el sitio que hemos procurado describir de más detenido estudio, como también de mayor preferencia por parto de nuestros bañistas, nuestros expedicionarios y nuestro viajero.
Agustín González Ruano .
José García Díaz.
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