¿Pero un jamón puede causar una tragedia? ¡Quien lo duda!
Todo en esta vida
puede ser causa de una tragedia o de un gran bien, según el uso que hagamos de
aquello; todo depende de nuestra voluntad.
El átomo con su desintegración,
portentoso invento del siglo XX, nos ofrece incalculables posibilidades de beneficios
para la humanidad si se aplica para el bien, o es causa de la muerte y
destrucción de naciones enteras si lo empleamos en una bomba atómica que se
hace estallar.
Un magnífico automóvil
que tantas ventajas proporciona, puede ser la causa de la desaparición de una
familia entera por culpa de un falso viraje o de otra imprudencia parecida;
pues el jamón con sus magníficas cualidades alimentarias se puede convertir en
la causa de una tragedia familiar.
Ya es bastante que,
con su elevado precio por ser un alimento exquisito y un artículo de lujo,
desnivela con su adquisición cualquier presupuesto familiar tanto más si la
familia es de modesta condición, pero no es a esta circunstancia a la que queremos
referirnos porque al fin y al cabo esto es voluntario y está en nuestra mano el
prescindir de comprarlo si no se puede; nos referimos a una auténtica tragedia
que fue la causa de la muerte de un hombre.
El hecho es rigurosamente histórico sin que
los artificios de la literatura puedan variarlo.
Nos encontramos en un
pueblecito serrano, pequeño, donde naturalmente se prepara el clásico jamón y era
allá por el año 40. Habíamos salido victoriosos de una guerra civil que duró
cuatro años, que nos costó muchas vidas y muchas ciudades y pueblos destruidos.
Había escasez de todo
y era natural que la hubiera tanto más cuanto que por la incomprensión de
muchas naciones europeas España se encontraba aislada y tenía ante su vista una
labor para muchos años.
Había escasez de la
producción por falta de mano de obra, escasez de alimentos, escasez de
distribución, de transporte, de todo; era lo inherente a una contienda como la
que habíamos tenido. Había sido pueril el tratar era por la de ocultarlo, antes por el
contrario era un título de gloria y con el mismo orgullo que un mutilado por la
guerra pasea su mutilación ante el mundo juntamente con su uniforme donde
campea la Cruz Laureada de San Fernando y otras distinciones, así el que
hubiera padecido escasez podía ostentar también con orgullo los estigmas de
estas privaciones por la causa de la guerra y se ésta era por la salvación de
España con mucho más motivo.
En los años 40 del
siglo pasado se les llamó el año del hambre.
En los pueblos
empezaron a aparecer enfermedades por carencia, por avitaminosis y las revistas
médicas se ocuparon de ello, enfermedades que llevaron a muchos a la muerte.
Las gentes del campo
empezaron a inventar fórmulas de preparación de toda clase de hierbas, pero aquello
no era bastante y en muchos pueblos hubo víctimas de inanición.
En el pueblo de
nuestra historia se le ocurrió a alguien para un fin benéfico, tal vez para
aliviar la situación de los que padecía escasez, rifar un jamón; y efectivamente
así se hizo. Pronto fueron vendidas un buen número de papeletas que todos
aceptaron de buen grado, dado el altruista y caritativo objeto de la rifa.
Ni que decir tiene
que todos los que tuvieron conocimiento de la idea coincidían en un solo
pensamiento: el que le tocará el jamón al más necesitado.
La oración colectiva tiene
mucha fuerza y el jamón le tocó al que más necesidad tenía.
Impresión fue el no
haber nombrado una comisión que se encargara de administrar el alimento tan
fuerte como es el jamón a un hambriento y este fue el fallo que le costó la
vida, por que aquel hombre cuando se vio con el jamón en sus manos decidió
comérselo de una vez y se lo comió…
¿Qué sucedió entonces?
Me parece estaros
viendo con las manos en la cabeza, cerrando los ojos y tapándose los oídos como
se espera la explosión de un petardo al cual se ha encendido la mecha.
Sucedió lo que tenía
que suceder… que aquel pobre hombre no pudo soportar aquella cantidad de
alimento tan fuerte de una vez y se murió.
¿Quién la había podido decir que aquel jamón serrano que
podía haber sido la solución de su problema era la causa de su muerte?
Ignoramos lo que
pondría el doctor que extendió la papeleta de defunción si fue por inanición,
falta de alimentos o por exceso.
Con razón decíamos al
principio que el jamón también puede ser el origen de una tragedia como esta
que acabamos de relataros.
Rafael.
José García Díaz.
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