Antonio García Rodríguez el “Sacristán”.
Así fue y así lo
cuento que el señor Antonio el Sacristán, fue el más longevo y el último que ejerció
en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción de esta villa ejerciendo esta
profesión que la atendía perfectamente a pesar de tener más de 60 años en sus
espaldas no faltó nunca a su misa.
Con diez años entró a
prestar sus servicios como acólito(monaguillo) en esta citada iglesia. Cuando
entonces regía los destinos de la parroquia, el cura don Cristóbal Pérez
Romero, hijo de este pueblo.
En febrero de 1886
nació este buen hombre y en junio del año de 1906 fue nombrado suplente
sacristán y crucero mayor de la villa. Donde debido a su noble comportamiento y
a su excelente condición para su cargo, meses después el día 6 de diciembre del
citado año, gano la propiedad de dicho cargo, en cuya época ejercía el cargo el
párroco don Francisco Manchado Reina.
Además del citado
cura, que por aquellos años se les conocía por ejercer como ministro del Señor,
el veterano y longevo sacristán ha conocidos rigiendo los sagrados destinos de
mencionada parroquia los sacerdotes siguientes: Don Antonio Sánchez Florido,
oriundo de Cádiz; don Antonio Sánchez Rodríguez, de Sanlúcar de Barrameda; don
Francisco Labrador Montero de, de Puente-Genil; don Antonio Brío García, de
Salamanca; don José Rodríguez Ruiz de Moguer, y el actual en 1945 el señor don
Elías Rodríguez Martín de San Juan del Puerto.
Dicho Sacristán
recuerda perfectamente y hace magnifico elogio del hermoso acto religioso
celebrado en esta parroquia hace ya unos cincuenta años atrás, con el motivo de
la repatriación de los soldados de la Isla de Cuba, haciéndose un solemne
traslado procesional de la Patrona por las calles del pueblo, seguida de una
hermosa función principal, en estos actos a los que asistieron casi todo el
pueblo. Aquel día fue una verdadera festividad en toda la población que perduró
en el recuerdo de todos los vecinos durante muchos años.
En primero de enero
de 1897 ayudó a la celebración de la primera misa del presbítero don José Luís
Barba Cruces, hijo natural de este pueblo. Hoy, en este año citado
anteriormente este anciano ministro del señor, vive entre nosotros ya jubilado.
En los tiempos
revuelto que trajo la Segunda República, mencionado sacristán, se expuso con su
propia vida, poner a salvo algunas imágenes de gran valor, varios vasos
sagrados y ornamento, guardándolo en su casa y en varias casas particulares.
Algunas de ellas
quedaron en el olvido por motivo de los celos en esconderla donde consiguió
aparecer una de las hermosas coronas cargadas de historia y de siglos pasados,
que lucía nuestra Virgen Santa María Salomé en los años del dominio rojo, para
aparecer cincuenta años más tarde.
El día que
aparecieron los rojos para quemar la iglesia, en vez de tomar las medidas como
hiso el párroco, se resguardó y se escondió en el doblado de una conocida casa.
El viejo sacristán se puso de guardia en la puerta de la Iglesia, por donde fue
en seguida detenido e ingresado en la cárcel durante varios días.
Actualmente en
octubre de 1945, el citado Sacristán se encuentra en estado viudo contando con
dos hijos y una hija.
La hija Antonia
García, ejercía de carnicera en el Mercado de Abasto local junto con su marido
José Moró Pérez, también carnicero matarife. Otro hermano Timoteo junto con el
otro que era el padre de Paco García Martín el albañil.
Su muerte en los años
cincuenta del siglo pasado, dejó en el recuerdo de este pueblo de ser el último
sacristán de la Iglesia de este pueblo
José García Díaz.
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