Era por los años de 1850, cuando un periódico
de Sevilla publicó este relato curioso y bello documento, sacado del registro
de escritura notariales de Moguer.
En martes de 29 de marzo de 1712, del año de
nuestro señor Jesucristo, siendo como a las cinco de la tarde con poca
diferencia, con el motivo de haber venido a esta ciudad, un alcalde de la villa
de Niebla llamado José Espina en defensa de un pleito que tenía con una mujer
de dicha villa sobre casamiento, a casa del señor licenciado don Juan Gutiérrez
Villanueva, abogado de los reales consejos, teniente corregidor por S. M. de
esta ciudad para que le hiciese su defensa, parece que en el interés que le
veía el pleito se salió a ver los templos de esta ciudad en compañía de don
Francisco, hijo de don Alonso Coronel, entraron en el hospital del Corpus de
Cristhi de esta ciudad, y habiéndose puesto hacer oración al Santísimo Cristo de la Encarnación crucificado, reparó
dicho alcalde que la imagen de dicho crucifijo estaba copiosamente sudando, con
cuya novedad salió el dicho coronel, publicándolo y tocaron las campanas, y con
este motivo acudieron a dicho hospital el vicario y los eclesiástico de esta
ciudad y guardián, y religiosos de nuestro padre San Francisco de ella, y el
cabildo secular y la mayor parte de la gente de esta ciudad.
Los escribanos y notarios que aquí firmamos
por quienes se vio plenamente estar dicha imagen sudando, y un purificador que
tenía en la mano el licenciado don Juan de la Peña, y beneficiado de dicha
iglesia, con que enjugaba dicho sudor, el cual duró hasta poco antes de la
oración sin haber sabido desde cuando tuvo principio, y aunque se hicieron
ciertas y fijas diligencias sobre averiguar si dicho sudor era motivo de alguna
humedad, se vino en el entro conocimiento de que no la hubo, aunque se
registraron los paredones por dentro y fuera
de dicho hospital.
Y habiendo sido llamado a el hermano José
Hernández, maestro del arte de la pintura declaró, según ellas, no haber
circunstancias para el sudor de dicho crucifijo, lo que motivó a dichos eclesiástico
seculares y regulares y cabildo estar toda la noche hasta mañana del día
siguiente de guardia en dicho hospital con luces encendidas pidiendo
misericordia a Su Divina Majestad. Y para que en todo tiempo conste esta verdad
así lo certificamos y firmamos.-- Toribio Reales, escribano.- Gaspar de los
Reyes, escribano.-- José Ramírez, notario apostólico.--don Juan José Maldonado,
notario apostólico y de la Santa Cruzada.-- don José González Dávila notario de
vicaría.--José Polo de Cárdenas, notario apostólico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario