Siendo jueves 22 de
agosto de 1895, del diario El Gobierno.
Donde el ingeniero
de Montes, don José Montenegro, y el ayudante, el perito agrónomo don Ángel
Tabernero, nombrados por el Ministerio de Fomento para hacer el estudio sobre
la invasión de la oruga la “lagarta”
en los encinares y alcornoques de todas las provincias de Andalucía, se
encuentran ya haciendo los trabajos encomendados a buscar el insecticida
adecuado habiendo dado por principio la provincia de Huelva, donde informan que
dichos trabajos no durarán menos de ocho o diez meses.
Además, también el mes siguiente se publica que ha sido aprobado por la Dirección
general de Agricultura, Industria, y Comercio el presupuesto formado por el
ingeniero jefe de Montes de esta provincia. Para dichos ensayos se utilizará por parte del señor
Tabernero, del cual tantas veces se ha ocupados los diarios de información
locales, así como del insecticida Litlle, que es el que mejor ha resultado.
La ruina de los cerdos de montanera, que desde un principio los propietarios distante unas cinco o seis leguas de los centros mineros, creyeron que las pérdidas de los frutos de la bellota eran debido a los humos sulfurosos.
En donde los
diputados y senadores de esta provincia consiente de los daños ocasionado por
esta plaga, no ha cesado en sus trabajos hasta conseguir del Gobierno la
aprobación de dicho presupuesto, como la ha sido con fecha del día 20 de este mes.
En el siguiente, se
comenta que en breve será remitida a la superioridad la “Memoria” en la que la tercera Comisión entomológica de Andalucía
se consigna el resultado de las observaciones y estudios hechos sobre el
terreno, de la marcha y desarrollo del insecto parasitario como es la oruga o lagarta que viene destruyendo
hace años el fruto de las bellotas de los encinares y alcornoque de esta
provincia.
En dicha Memoria acompañada de un plano en que
señala la marcha invasora que ha tenido dicha plaga desde su aparición en el
año 1878 en los predios del término municipal de Encinasola, lindante con
Extremadura, donde ya existía en fecha anterior. Desde este año en que aparece
en los límites de nuestra provincia fue, aunque lenta y pausada, continua la
invasión hasta llegar en 1891 a los opuestos límites de la provincia, puesto
que en dicha fecha se ve aparecer en Trigueros y San Juan del Puerto, al mismo
tiempo en Lucena, Bonares, que en Almonte y en las proximidades
de Ayamonte.
Los encinares y
alcornocales de la provincia entera desde Calaña a Ayamonte y desde San Juan del
Puerto y Almonte hasta Encinasola se encuentran en la actualidad efecto de esta
plaga, destruyendo una de las riquezas más importante de nuestra provincia,
pues según cálculos muy aproximados no bajan de 90.000 hectáreas de arbolado
que están afectas y de seis a siete millones de pesetas el valor del fruto que
anualmente destruye.
Esta Comisión, a más
de proponer la práctica de algunos procedimientos insecticidas, entre ellos el
del señor Tabernero, para combatir la lagarta, propone también, y en esto está
de acuerdo con trabajos publicados por inteligentes ingenieros agrónomos, que
por el Gobierno se tomen las necesarias medidas para evitar la caza y muerte de
gran número de aves que se alimentan de insectos cuya disminución y
desaparición va coincidiendo con el aumento y desarrollo de este y otros
insectos que perjudican notablemente la agricultura.
Entre los pájaros que
se citan se encuentran el jilguero, ruiseñor, cuclillo, oropéndola, rabilargo,
carboneros y otros que anidan en los terrenos montuosos.
Esta situación
provocada por esta oruga, es la responsable que la ganadería de cerdo esté
sufriendo un quebranto en toda la provincia, que de seguir las cosas por ese
camino que van, no será mucho la eminente ruina de esta ganadería. La citada
oruga, que asoló los montes, fue la primera causa que influyó en las crisis del
ganado de cerda, provocando grandes pérdidas a los criadores y negociantes
muchos de los cuales se hundieron en la ruina para no levantarse jamás.
Pero no solamente la
desgracia económica que padece el cerdo de montanera en la provincia es la
falta de bellotas, además de saltar la información proveniente de San Juan del
Puerto, que era las receptoras de las manadas de cerdo de las dehesas en
invierno, si no además de las ganaderías de hebras en verano, formada por las
piaras de ovejas, carneros y cabríos que recogidas en corrales destinados para
este fin, representan parte de la alimentación de la clase obrera.
El medio de transporte
se hacía a través de las veredas de carne, por medio de pastores conocedores
del traslado. En donde uno de ellos muy conocido por esta labor vecinos de
Cortegana, no había llevado los animales a los corrales del citado pueblo, en los días esperado.
Se puso avisó el
día 3 de enero de su desaparición en el Juzgado municipal del pueblo citado, donde el conocido
porquero había sido encontrado por un vecino, tras haber sido devorado por una piara de cerdo en un lugar no lejano de la
población.
Personados el señor
Juez y el médico titular de la población en el lugar en que fue hallado,
levantaron los restos del desgraciado, conocido con el apodo de el Peinadillo. En donde se supone que el
citado porquero fue victima de algún accidente, y los cerdos saciaron su hambre
en el cuerpo inerte de la víctima, dejando solo parte de la cabeza y algunos
huesos.
Mientras todavía no ha
desaparecido esa funesta plaga que tanto daño está ocasionando, pues a
excepción de algunas zonas que no llegaron a contagiarse y que si no se
infectaron ha echado fuera el mal, la mayoría de los encinares de la vecina
Extremadura continúan siendo pastos de la terrible plaga, al punto de no verse
muchas grandes dehesas de arbolado ni una sola bellota.
La escasez de este
fruto que parece debiera ser parte a aumentar el valor de la carne de cerdo,
dado el corto número de reses que pueden criarse y cebarse en los montes, está
produciendo efectos contrarios, cuáles son los de acentuar la baja en el
mercado, puesto la venta de cerdo de montanera, está actualmente al precio de
28 o 30 reales, como nunca habíamos conocidos. Y sucede este hecho cuando
precisamente en el año que muchos criadores de cerdos han abandonado esta
granjería, como prueba el hecho que en la provincia han quedado reducidos a una
cuarta parte de las que había.
Actualmente las
orugas lagartas, se encuentran bajo
control fitosanitario de las encinas, quedando actualmente cumpliendo la misión
en nuestros campos, como alimentación de los pájaros sin producir daño a la
agricultura.
José García Díaz.