miércoles, 10 de febrero de 2016

!Una pareja feliz!




                                                           

                             
                En la Palma del Condado a 9 de Marzo de 1909.
      El complicado y sanguinario vecino de este pueblo llamado José Cepeda Romero, sostenía dese hace algún tiempo relaciones amorosas con una paisana conocida por el nombre de María Lepe Ramírez.
    Ayer que siendo cerca de la diez de la noche, se personó el citado Cepeda en el domicilio de su amada; aunque se ignora por completo lo que ocurrió entre la pareja de novio, pero lo cierto que el Cepeda le disparó tres tiros con un revolver contra la desafortunada María, cayendo ésta al suelo moribunda.
       Mientras el Cepeda se daba a la fuga a toda prisa, unos vecinos recogieron a la pobre María, que la llevaron a prisa para que la reconociera el facultativo don Juan García.
    María Lepe, presentaba una herida en la cabeza con salida de la masa encefálica, falleciendo a la media hora de recibir los sonados disparos.
        A la hora siguiente es encontrado el Cepeda que ha sido detenido y puesto en mano de la Justicia, interviniéndole la benemérita el revolver con tres cápsulas vacías y una cargada.
      Este personaje de José Cepeda, metido ya en prisión se le desprende otro caso con anterioridad, cometido los primeros días de Diciembre del año de 1907, se presentó El mencionado Cepeda en el cementerio de este pueblo de la Palma, haciéndole una proposición al sepulturero, José Bellerín Rofa, por desenterrar el cadáver de Angustias Salcedo, novia que fue del referido individuo Cepeda, para verla y quitarle una sortija, un diente y un zarcillo.
      El sepulturero Bellerín no opuso resistencia, y contando con la presencia a su lado de la vecina María Ramos, se desenterró el cadáver de la muerta Angustias Salcedo, que había recibido cristiana sepultura en Marzo del expresado año, permitiendo que Cepeda se llevara la sortija, el diente y el zarcillo deseados, recibiendo Bellerín como un premio a sus servicios, la cantidad de una peseta.
      Cuando ingresó el Cepeda en la cárcel de este pueblo, el Jefe de la línea, primer teniente de la benemérita, don Baldomero Herrera, supo, por una confidencia, los antecedentes ocurridos años antes de la repugnante profanación relatada.
       Interrogado Cepeda sobre el paradero de los macabros objetos sustraídos, declaró que los había escondido en una grieta del corral de su casa, y que habían desaparecido, no sin enseñarlo antes a su madre y al padre de Agustina Salcedo, que no se explican como tales objetos fuesen arrancados a un cadáver.
      La vecina María Ramos ha declarado que presenció el desenterramiento solo por pura curiosidad, ingresando en la cárcel en unión del Bellerín convictos y confesos de su delito.
     Cepeda, para atenuante de la profanación cometida, dice que quería mucho a Agustina y que como ella murió cuando él se encontraba en filas del Ejército, al regresar se propuso obtener algún recuerdo de la difunta y no encontró otro medio que el relatado.
   Este mismo individuo que en Diciembre de 1907, desentierra el cadáver de una mujer por cariño—según declaración--- mató a otra por los malditos celos.
     El vecindario de La Palma, está excitado contra los hechos de Cepeda, y de no encontrarse convenientemente custodiado, habría corrido grave peligro de su vida por linchamiento.
        José García Díaz.




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