martes, 24 de noviembre de 2015

Mirando a Marruecos.

                     Miércoles 14 de Febrero de 1900.


       Un artículo publicado por el diario italiano "Il Popolo de Milan" con fecha de ayer, página Nº 12, tratando de un conflicto probable en Marruecos en el que, según dicho periódico, hemos de jugar importante papel, ha hecho que se hablara y se escribiera por millonésima vez sobre el porvenir de España en África.
      Con este motivo, nuestro estimado colega barcelonés. "Diario del Comercio" hace los siguientes comentarios que juzgamos oportunísimo y por eso reproducimos:
    "La  Época" a vuelta de desmentir la existencias de negociaciones e inteligencias diplomáticas que puedan alterar el "statu quo" en el Imperio de Marruecos desliza la especie de que el general Azcárraga está estudiando sin levantar mano, planes de reorganización de nuestras fuerzas militares, que puesto en planta nos permitirán, tiempo a venir, el cumplimiento de nuestra histórica misión en el continente africano.
        No creemos afortunadamente, que ninguno de nuestros hombres de Estado más o menos averiados, acaricie pensamientos de conquista ni ilusiones guerreras, pero mala cosa es que aún remitiéndolo a un  porvenir lejano, se persista en el sueño de llevar a términos el testamento de Isabel la Católica.
       La poca o mucha fuerza que nos queda debemos de emplearla en conquistarnos a nosotros mismos, valga la frase, en colonizar a España, en abrir caminos por lo que pueda pasar libremente y entre vítores la civilización que se pretende llevar al continente africano y de la que necesitamos más que algunos pueblos que lo habitan.
       Mientras nuestra historia se estudien solo los hechos bélicos; las hazañas más o menos legendarias; mientras en vez de enseñarnos lo que fue el pueblo nos enseñen  solo lo que fueron los reyes y los grandes capitanes, los desvaríos encontraran terreno abonado e las cualidades de raza. No, no debemos aprender en lo que nos ha perdido, en lo que puede aniquilarnos, si no en lo que nos hizo grande y es de casi todo el mundo ignorado.
      Tiene razón el señor  Fray Pedro Morote  cuando escribe:
 "Nuestra historia, la historia nacional que necesita ser grabada en el corazón y en el entendimiento de  los hijos de España, es la que establece nuestra pasmosa prosperidad en el siglo XV yen los comienzos del XVI, cuando había en la península número considerable de ciudades y todas ellas pobladas con cantidad de gente que iba mucho más allá de la proporción común de las otras partes de Europa; cuando aumentaban cada día las industrias y abundaban los fabricantes y los obreros; cuando en Sevilla solamente había 16 mil talleres de seda y de lana y en ellos empleados ciento treinta mil obreros; cuando en comercio y en marina mercante íbamos por delante de venecianos, holandeses, ingleses y franceses; cuando nuestros puertos de Sevilla, de Cádiz, de Barcelona eran los primeros en Europa; cuando los catalanes dicaban a toda la cristiandad civilizada sus leyes marítimas con el "Consulado del Mar." Código aún vigente; cuando podíamos disputar la gloria de haber descubierto la  brújula; cuando con los portugueses éramos dueños del Océano; cuando en competencia con las repúblicas italianas monopolizábamos el comercio del planeta; cuando nuestras sedas gozaban de fama indisputada en el globo entero; cuando éramos de los primeros pueblos que practicaban el arte de la imprenta; cuando nuestro gremios e oficios eran a semejanza de nuestros Consejos y de nuestras cortes, modelos de organización social y política, y cuando en fin, por las artes y las ciencias de "la paz" íbamos a la  cabeza de la civilización.
      No, Cese nuestro entusiasmo, por legítimo, que sea, que se funda en guerras, batallas y conquistas. Es hora de que nuestra historia recobre los fueros de la verdad. Los 60.000 talleres de seda y de lana de Sevilla, esos 130.000  obreros que en una ciudad del reino se ocupaban en las manufacturas, quedaron reducidos a 400 talleres y a 3.000 obreros en el espacio que media del siglo XVI al XVII por efecto de haber estado en guerra con el mundo entero bajo Felipe II y sus desventurados sucesores. Nuestra riqueza no consistió en haber extraído de América desde que se descubrió hasta fines del siglo pasado cincuenta y cinco mil millones de libras esterlinas, según cálculos de Ustáriz, Herrera y Robertson, porque a pesar de tales tesoros llegó un día en España en que ya no existió más que la moneda de vellón y los galeones ya no salían cargados de mercancías y se vendía el privilegio de comerciar con el Nuevo Mundo a Inglaterra por el tratado de "Asiento" y éramos la nación más pobre de la tierra.
        Dejémonos de desvaríos de santas cruzadas y de ilusiones y vivamos en la realidad de los hechos. Conquistemos a España y hagámonos fuerte por medio del trabajo, de la instrucción, del progreso, para que rodando los años no sean los africanos morunos los que nos reconquisten de nuevo.
       Seamos avisados si es cierto que el escarmiento enseña a serlo.


    José García Díaz.
     
 





viernes, 20 de noviembre de 2015

Los prisioneros de Huelva en Filipinas.

                                                        Del diario "La Provincia"
                      Del jueves día 16 de Septiembre de 1899.

           Los lectores de estos artículos recordarán quizás, que algún tiempo después de la derrota de nuestra escuadra en la bahía de Manila, hemos citado a un onubense que muchacho aún, hemos tenido en nuestra imprenta unos cuantos años, y a quien hemos tomado el afecto que siempre se toma a los que nos sirven bien y con agrado. El joven se llama José Vélez Ladrero y su familia aunque modesta es muy conocida en Huelva, ha tenido la bondad de hacernos saber siempre las noticias que de el recibe.
         En el año 96 se marchó al servicio por mar, y a principio del año 98 le tocó presenciar y ser actor  en el desastre de nuestra escuadra en Filipinas a bordo del crucero "María Cristina", donde prestaba servicio como cabo de mar. La familia, después de aquel de aquel hecho estaba muy impaciente y temerosa porque nada se sabía del muchacho, hasta que recibió una carta explicando cómo se había salvado; en medio del desastre, a nado con corto de ropa, y pasando los peligros consiguientes. Cuando  escribió aún no estaba prisionero, pero algunos días después fue apresado por los tagalos y no se volvió a saber de el hasta hace unos seis o siete días.
       No hay para qué decir la impaciencia de la familia y las gestiones que se hizo por diferentes conductos para averiguar el paradero del muchacho, y la alegría que experimentó cuando recibió su carta fechada en Vigan el día 23 del pasado mes de Junio. En dicha carta, y entre otras cosas, dice:
    "Padres, me dispensaran ustedes el que no le haya escrito antes para que supieran de mi; yo no he tenido la culpa, que ha sido el estar prisionero y no he tenido proporción como en esta hora para manifestarle lo siguiente; Padre, llegan a mis oídos estas palabras; se puede escribir para la península; y cojo la pluma con todo mi corazón para manifestarle en la situación que me encuentro; estoy bueno de salud como siempre he estado; que estoy falto de dinero y de ropa y de zapatos, pero de salud como nunca; yo pronto espero estar en estado de todos lo que me hace falta y algunas cosas más, que espero que me den la libertad, pues la espero con más afán por ver a ustedes, y no molestando más....etc."
       A pesar de los trabajos que esta pasando, no pierde su buen humor y su afición a la poesía popular, como lo manifiesta en los siguientes cantares que remite al final de su carta:
                                "No me dejo de acordar;
                                 cuando caí prisionero
                                 que se acabó la alegría
                                 y me ha faltado el dinero.
                                     Pasando miles de fatigas
                                 descalzo y medio en cueros
                                 en ver la desgracia mía,
                                 y de mis compañeros,
                                 pensando en ti, madre mía,
                                 todas las noches me encuentro"

          Nuestra felicitaciones a la familia del joven  Vélez, y que pronto tenga el placer de estrecharle en sus brazos, lo cual no parece muy imposible, según se desprende de los que el mismo escribe, según se desprenden de lo que el mismo escribe y nosotros hemos copiado.

                              "La Gaceta" Diario Oficial.
                    Del martes 16 de Septiembre de 1898.
  
        Entre las reales órdenes publicada resolviendo incidencia de quintas:
       El mozo del reemplazo de 1899, Manuel Camacho Pérez, natural del pueblo de Palos de Moguer, pide que se le exima del servicio militar activo, fundándose en que su hermano suyo ya pasó al ejército de Filipinas, sin que conste que haya sido repatriado, por lo que debe considerarse que estará prisionero de los tagalos o habrá fallecido, hechos que comprueba con los correspondientes certificados.
        El Ministro ha resuelto:
         Que por la Comisión mixta que corresponde se reclame de la autoridad militar certificación positiva o negativa de si el hermano del mozo regresó de Filipinas.
        En caso de que no se justifique, que el soldado no fue repatriado, se considera como sirviendo en filas, aceptando la eximación  presentada por dicho mozo.

          Diario "La Provincia" del día 18 de Septiembre.
          
        Sobre los prisioneros de Huelva en las Filipinas, personas que han leído nuestro articulo relativo al soldado José Vélez, nos han hecho notar que en la carta última que se recibió de este individuo se hace referencia a otro marinero de Huelva, del cual no se tenía conocimiento desde la catástrofe de la bahía de Manila y se le suponía muerto.
        Es verdad, hemos vuelto a leer la carta y nos hemos fijados en este detalle; "Estoy escribiendo y llega Juan Santo Mesa", que es el individuo que se trata, y este escribe en la misma carta dos líneas para su familia.
       Este individuo vivía en la calle San Andrés y trabajaba en las parejas. Cuando ocurrió la catástrofe servía a bordo del crucero " D. Antonio Ulloa".
       Nos alegramos de su aparición y de que esté bueno.
       Todavía, según nuestra cuenta, debe existir otro, que no es marino, si no soldado de infantería, y que el ministerio de la Guerra no hay noticia de que haya muerto. Se llama José Gómez Fernández, es muy popular en el barrio de San Sebastián y conocido por "Tío Pino".
      De este individuo no tiene noticias la familia, desde cerca de año y medio.
       Según nuestros cálculos, es posible que haya prisioneros cuatro o cinco más de Huelva; pero ya de estos no tenemos idea ni sus nombres podemos decir.
     Si alguien sabe algo más y quiere comunicárnoslo, tendremos mucho gusto en hacerlo público.

              Del diario "El Porvenir" del martes 10 de Octubre de 1899.
     
          Con referencia al supuesto tratado secreto de alianza ofensiva y defensiva que s ha firmado, o se va a firmar entre Rusia, Alemania, Francia y !!!España!!!, dice un famoso periódico anglo--americano, que más le valdría a España dejarse de peligrosas aventuras internacionales, empezando por regenerarse, arreglar su hacienda y cuidar de que se les cicatricen pronto y completamente, las heridas recibidas en su reciente conflicto con los Estados Unidos.
          Como el periódico en cuestión opinamos nosotros, que después del amargo desengaño sufrido, cuando permitió la Europa continental que los anglos--sajones, con o sin justicia, nos apalearan de arriba a bajo a base de bien inhumanamente, despojándonos además de nuestro imperio colonial, no debe España meterse en enredos de ningún género, pues si las salieran bien serían nuestros "aliados" los que sacarían todo el provecho dejándonos, a los sumo, algunas migajas de botín que se ganara al enemigo haciendo, en cambio, caso de salir las cosas mal, que pagáramos nosotros la vajilla rota, perdiendo lo poco que de nuestras antiguas grandezas conservamos.
         El periódico angloamericano tiene razón en reírse de nuestra insignificancia internacional y  de aconsejarnos de que cuidemos de nuestra casa, que bastante desarreglada y perdida lo esta ya.
         "Al burro muerto la cebada al rabo"; no olvidemos este refrán y aprovechándonos de lo que enseña, no nos metamos en alianzas con gente que nos abandonaron en el peligro; y que necesitan nuestros puertos y costas para bases de operaciones bélicas contra aquellos mismos anglo--sajones que a mansalva y pisoteando el derecho internacional, nos apalearon de lo lindo, robándonos además impunemente los pedazos de patria que teníamos al otro lado de los mares.
        José Nogales Nogales. Abogado y exdirector del periódico "El Defensor".
                          
                                Datos edificantes.
     Francia, con más de 6oo.ooo hombres bajo las armas cuenta con 29 mil oficiales y dedica a su mantenimiento y a su sueldo 99 millones de francos, siendo el presupuesto de la Guerra de 640 millones.
       Italia, con efectivo de 230.000 hombres, cuenta con 14.000 oficiales y les consagra 48 millones, en su presupuesto de la Guerra de  280 millones.
       España, con un ejército de 80.000 hombres, cuenta 23.000 oficiales, a los cuales consagra 66 millones, en su presupuesto de Guerra de 174 millones.
       En suma; hay en Francia un oficial por cada 21 hombres; en Italia uno por cada 16; en España uno para algo de más de 3.
      Francia asigna a sus oficiales algo más del 15 por 100 de su presupuesto de Guerra; Italia algo más del 17; !España más del 38!

      José García Díaz.




"Noche de invierno"

        Como no nos gusta engalanarnos con plumas ajenas, empezamos por declarar que este cuento lo hemos leído hace  muchos años, en una publicación periódica de cuentos, anécdota, historietas amenas y sucedidos chistosos, que hace ya muchos años, casi a principios del siglo, veía la luz pública en Madrid.
         Andando los años, hace ya quince o veinte, hemos vuelto a leer un cuento igual o parecido, en un periódico madrileño.
         En ninguna de estas publicaciones decían el lugar donde ocurrieron los hechos que vamos a recordar y a referir para entretenimiento de nuestros lectores; más nosotros, revolviendo antiguos papeles y consultando la memoria de algún casi centenario archivo viviente en esta vetusta capital, sabemos que dichos acontecimientos ocurrieron en la misma Huelva.
       Era por esta época, así como a mediado de Noviembre,y poco más o menos el día en que el calendario portugués, entonces muy emboga en esta poblaciones, porque aseguraba que tenía mucho acierto, decía: "San Martín, mata o porco."
    En aquellos famosos tiempos, las prescripciones del almanaque, ya fueran religiosas, o ya se rozaran con la culinaria, se cumplían con escrupulosa exactitud; así no era extraño que las dependencias de cocina del convento de San Francisco rebosaran de actividad por la "matanza", pues aunque la comunidad solía traer todo el año la chacina para su consumo de la sierra, y mucha de ella de limosna a cambio de bendiciones, indulgencias, oraciones, jaculatorias, sermones, etc.., porque en esto de tomar por Dios para dar por Dios, se pintaban solos los buenos mendicantes, no dejaba de hacer en la época de ritual la clásica matanza; y eso que los franciscanos no eran tan célebres gastrónomos como los jerónimos, pero tenían mucha gente a quien mantener.
     Ya el gran Napoleón, cenando en el refectorio de un convento de franciscano, preguntando quién, a su juicio, había sido el general más inteligente, había dicho:- !Ese! señalando un retrato de San Francisco; ese, porque ha sabido mantener un ejército numeroso sin gastar un cuarto.
    Volviendo a nuestra narración, diremos que en la época a que nos referimos estaban los departamentos afectos a la cocina y despensa del convento de franciscanos de Huelva, mejor dicho, todo los de la comarca y aun todos los de España, y todas las casas donde había medios para hacer por la vida, revueltos con el trajín de la matanza, o del sanmartín, o de la confección del mondongo, que esta operación tenía varios nombres, como tienen todo aquello que profundamente nos interesa.
     De esta patriarcal y santa costumbre se va perdiendo ya hasta la memoria en el seno de las familias, desde que ha venido los adelantos de las civilización y con ellos los principios económicos, principalmente el de la divisibilidad del trabajo y más principalmente el de la economía de la comida, que pronto llegará a la supresión, porque bien mirado, comer es un vicio, y sobre todo comer gordo, comer chacina !qué porquería!
     Dícese que los judíos gozan por lo general de excelente salud. ¿No podrá ser esto efecto de que no comen jamás chacina?
     Hay más; existe en la actualidad muy extendida por toda Europa una secta que se llama de los vegetarianos, porque sus individuos no comen más que vegetales y por ningún estilo prueban la carne  ni sustancias animales tales como la leche, la manteca, el queso, los huevos, etc.. y cuentan prodigiosa fuerzas y robustez de estos individuos; por ejemplo; no hace mucho tiempo he leído o me han contado algo de un gran record velocipedista verificado en Berlín, en el que se han hecho maravillas de fuerza y agilidad, y los vencedores habían sido dos vejetarianos de pura sangre y raza.
      Pero dejemos estas digresiones a un lado, que siguiendo por este camino no vamos a cavar nunca; nuestra misión es contar sucesos, referir hechos; pero no deducir consecuencias; estas que la deduzca el lector si le place, Decíamos, pues, que el convento andaba revuelto. Como el personal lego no era bastante para este trajín extraordinario y además era posible también que careciese de conocimiento idóneos para esta grave tarea, se había el permitido el acceso, lo precisamente en la parte claustral, bendita o reservada, si no, como creemos haber ya dicho, en la cocina, patio o corral y análogas dependencias, de personal suplementario.
       Era este un celebre matachín muy inteligente en la materia, su ayudante y dos o tres mujeres, habilísimas mondonguera o chacineras  que habían hechos su estudios prácticos en la sierra de Aracena y en la próxima Extremadura, s decir en el país selecto y escogido de la chacina y de los embutidos, y tenían estas buenas mujeres tal fama de inteligentes mondongueras chacineras que ellas  eran las que preparaban las matanzas en todas las casas ricas del pueblo.
          Los buenos padres franciscanos, muy tolerantes e indulgentes, no tenían escrúpulo alguno en admitir esta gente en el recinto de sus cocinas y análogas dependencias, por que demasiado sabían que el paladar de la chacina en manos de la mujer era cosa selecta; nadie como ella para la mezclar harmónicamente lo gordo y lo magro del cerdo; combinar la cebolla, el pimiento, el orégano y demás especies para producir un gusto exquisito; picar menudita la carne para que no produjera obstrucciones en la delgada tripa; calcular la cantidad de piñones para las morcillas, los chorizos, etc.., etc.., Además, no se crea que estas personas eran cogida en el arroyo; !pues no faltaba más! nada de eso, eran buenas personas, temerosas de Dios, cristianas viejas y muy devotas y piadosas, perteneciendo todas a la V.O.T., es decir, hermanas en el seráfico padre, y todas ellas estaban dichos días y para dichos actos bajo la inteligente dirección y forma guía del lego Ramón.
       ¿Qué quién era este? pues una celebridad de su época y de su clase. Todavía hemos conocidos nosotros en Huelva a gentes que habían a su vez conocido y tratado al famoso lego Ramón , y de cuyos labios hemos oídos referir muchas ocurrencias, agudezas, oportunas réplicas, curiosas anécdotas referentes al célebre lego. Era un individuo de recia complexión y ágiles maneras; en todas las procesiones y frecuentes "vía-crucis" llevaba siempre un Santo Cristo, hermosa figura de talla casi de tamaño natural, que tenían los frailes en mucha estimación, pero que antes del lego Ramón, permanecía siempre en su hornacina porque no había puños que pudiera con el. De aquí tomaba pretexto el buen lego para gruñir cuando quería hacerse el interesante, y decía que a el siempre le tocaba lo peor. Pues a este personaje le estaba encomendado el trajín mondonguil chacinero, pues en el, mejor que en ningún otro, tenían los padres depositada su confianza para estas cosas.
          La tarea aquel día había sido activa y diligente y se había prolongado hasta bien entrada la noche; eran ya las diez y no había terminado; pero estaba al concluir y la carpanta azuzaba ya, y aunque la esperanza de una buena cena, según era costumbre en tales circunstancias, y que el buen lego Ramón tenía prometida para aquella misma noche, con permiso, por supuesto, de su superiores, amortiguaba las instigaciones del hombre, porque ya es sabido que hambre que espera hartura no es tal hambre, empezaron a oírse algunas alusiones a la prometida cena y a la avanzado de la hora. El lego echó una ojeada sobre el trabajo; viendo que estaba vencido y considerando que se había trabajado mucho y bien, que la hora avanzaba y que ya era razón que los estómagos empezaran a desfallecer, anunció  que había llegado el momento de hacer por vida y que iba inmediatamente a disponer todo lo necesario para proceder a tan delicada operación.
        Era nuestro lego el colmo de la previsión y bien sabía el que en materia de gaudeamus (Alegrémonos pues) no suele haber nada sagrado y respetable, sobre todo tratándose de gente que si no completamente extraña, no pertenece por lo menos a nuestra comunidad; así pues el para asegurarse su pitanza (Ración de comida que se daba a la gente pobre, por parte de los conventos) y la de sus convidados, creyó prudente guardarla en parte segura y fuera del alcance de las miradas de los indiscreto y curiosos; así que cogió un saco, y sin que nadie se enterase, metió en el casi medio cerdo y después pensó donde lo pondría que estuviera más seguro. En la huerta continua a la cocina, y hoy plaza de San Francisco, estaban haciendo en aquel entonces una obra que era la transformación de un pozo en una noria; había allí con este motivo un montón de escombros, y la obra estaba por dos o tres días paralizada, porque los albañiles no podían continuar hasta que les llevaran de la carpintería la rueda de madera que debía sostener los cangilones; por tanto allí nadie andaría ni se acercaría siquiera, y creyó Ramón que entre los escombros era el sitio más oportuno y seguro para esconder su saco hasta la noche, y así lo hizo.
       Cuando nuestro lego penetró en la cocina, donde ya estaba sentados en grata espera todos los convidados, dejó el saco diciendo:
----! Caramba como pesa! ¿No digo que a mí, por fas o por néfas, siempre me toca lo peor? Pues esta mañana no pesaba tanto; si parece que ha crecido! o por lo menos que aumentado  peso.
 ....... Bueno, interrumpió un hambriento; dejémonos de reflexiones y pongamos manos a la obra  que la candela se pasa y los estómagos se impacientan.
          Y diciendo y haciendo desató el saco.
          Una exclamación de terror se escapó de todos los pechos:
 ------ !El padre Pirracas!
         Y un fraile, al parecer muerto en medio de la espantada reunión.
        No pertenecía a la comunidad franciscana onubense. Había venido de Sevilla, o de más lejos, destinado al monasterio de la Rábida.
     Los franciscano eran misioneros; vivían predicando y ejerciendo la caridad; por tanto, sus conventos estaban situados más bien en los grandes centros de población, es decir, donde abundan los parroquianos, donde había oyentes y pordiosero; así había muy pocos monasterio franciscano  que estuviera despoblado, como los de las comunidades que se dedicaban con preferencia y casi únicamente a la vida.
         El monasterio de la Rábida era una excepción por efecto de su misión especial; era una especie de asilo de corrección y de penitencia, al que iban destinados los padres que tuviesen algún pecadillo que purgar, y en este concepto fue a el destinado el padre susodicho, porque tenía fama de mujeriego y revoltoso; pero como el paraje donde dicho convento está situado en sitio complicado fue tentado por las calenturas intermitentes y el padre se vio afectado de ellas, obtuvo permiso para residir temporalmente en Huelva; al principio hizo una vida comedia captándose la estimación general; pero como el que malas mañas anda, tarde o nunca las olvida, volvió a la postre por los mismos pasos al mal camino antiguo y fue causa de su perdición.
    Un día, al anochecer, se ofreció a ir a casa de la madre Ana, que no podía concurrir a la iglesia por estar impedida, en reemplazo de su confesor, que se hallaba muy acatarrado y a quien había prohibido el médico salir a la calle con el frío que hacía. Mucho estimó el padre espiritual de la vieja madre Ana la solicitud del compañero, a quien despidió a la hora precisa con muchas recomendaciones y advertencias para su talladita hija de confesión; pero el padre forastero lo que menos pensaba era en ella, y su plan era escurrirse, en cuanto tuviera ocasión, en casa de una vecina, lavandera y planchadora del convento, garrida hembra casada con un hortelano que aquellos días estaba trabajando en la ribera.
    Algunos han dicho que eran plan convenido, pero otros que conocían a la individua negaron esto a pie juntillas; decían que era una mujer honrada y que estaba enamorada de su marido, y que el hecho lo había sido más que una barrabasada de aquel Tenorio con hábitos; pero fuese lo que fuese, lo cierto es que el se coló en la casa ante la lavandera asustada y temerosa de que su marido regresara de la ribera sin avisar, como solía algunas veces hacerlo; en vano luchó, exponiendo sus temores y explicando al fraile los peligros que corría si su marido regresaba y lo encontraba allí.
---- Bah! decía el padre; yo se que tu marido no regresa a mediados de semana y con tiempo excelente que es preciso aprovechar para el trabajo; desecha, pues, temores con que en vano quieres asustarme.
      El fraile estaba en lo cierto, y se conoce que antes de aventurarse en aquel paso se había enterado de las costumbres del que el tenía seguro del minotauro; pero estando en lo más caluroso de la porfía se oyeron en las puertas fuertes golpes y la voz airada del marido que decía:
 ----- Abre, abre!
         Dio la mujer un grito y se quedó atónita. Se levantó el padre y miró a su alrededor como buscando un sitio donde ocultarse o por donde huir, pero el marido, que debió haber oído algo, no teniendo paciencia para volver a llamar y esperar que le abriesen, empujó la puerta con tal violencia que saltó el cerrojo presentándose el airado ante el Tenorio, que saco con bastante calma una pistoleja de la manga del hábito. Seguramente que esta arma no la saco con ánimo de defenderse y agredir con ella, si no como medio de imponerse y poner la paz, pero esta acción irritó más al marido que , ciego, echó mano a un espeque o mango de alguna herramienta que tenía detrás de la puerta, enarbolándolo sin decir una palabra lo descargó con furia sobre la cabeza del fraile que cayó rodando. Tuvo tiempo de hacer fuego y lo  intentó, pero le marro el fogonazo, cosa que pasaba con bastante frecuencia con las armas de chispa que entonces se usaba, porque en materia de armas de fuego no había aún otras.
      El fraile cayó redondo sin proferir el menor grito y quedó completamente inmóvil y tan inmóviles quedaron marido y mujer por espacio de buen rato. Al fin el primero volvió de su estupor e inclinándose sobre el que parecía cadáver, le tocó y movió sin que demostrarse signo alguno de vida; le puso la mano sobre el corazón sin sentir latidos; le puso un espejito junto a la boca y narices pero no empaño.
   ----- Yo creo, dijo entonces, que está muerto bien muerto.  
  ----- ¿ Y qué haremos en vista de esto? dijo la mujer, gimoteando.
  ----- Callarse, lo primero; lo echo ya no tiene remedio. Vamos a ver por el pronto si podemos alejar de aquí el cuerpo del delito, y después obraremos según las circunstancias.
          Metieron entre los dos el cuerpo del fraile en un saco y salió el marido  a inspeccionar la calle y a ver si se rebullía alguien en la ciudad.
       La calle estaba desierta, la noche obscura y la vecindad tan callada, que no parecía que hubiesen enterado de nada.
       El hortelano se echó el saco al hombro y salió a la calle tomando enseguida la Nueva, que era en efecto más nueva que ahora, pero quizás menos poblada, y siguió por ella sin tropiezo hasta la calle de Palos. Al penetrar en esta sintió algunos temores y estuvo tentado a dejar el saco en la esquina, pero se dijo:
  ---- No, está muy cerca; es preciso llevarle lo más lejos posibles.
        Y siguió por la calle abajo hacia el convento de San Francisco. Entonces no había  alumbrado público; si acaso alguna lamparilla muy diminuta haciendo como que alumbraba a algún santo, y a estas ya tenía buen cuidado de no aproximarse al hortelano. No había serenos ni guardas nocturnos de ninguna clase, y los trasnochadores andaban muy escasos, sobre todo por aquellos barrios. Iba pensando mientras recorrías dicho trayecto en dejar el saco a la misma puerta de la portería; pero cuando dio vuelta a la calle se acordó de la obra que estaban haciendo en la huerta y vio un trozo de pared caído; entró por el hasta que tropezó en los escombros y cayó de bruces.
----- Ea, dijo, ¿aquí te quieres quedar? pues aquí te dejo; pero al apoyarse para incorporarse rodaron algunos escombros y creyó palpar algo como tela.
------ ¿Qué será esto? se preguntó; y examinando con más detención creyó que era un saco.
------ Caramba!, se dijo, si se me habrán adelantado a matar frailes!;
pero diciendo esto le dio un olorcillo que le puso en auto.
 ------Calle! exclamó; huy han hecho aquí la matanza del cerdo y los mondongueros chacineros tienen, se conoce que tienen escondido esto para llevárselo.
       Y echándoselo al hombro añadió;
        Buen chasco se van a llevar si puedo escurrirme sin que nadie me vea; !pa, adelante!
        Y tomó, más que ligero, con el saco al hombro, el camino de casa, a donde llegó con toda felicidad.
                                               
                                                     III


           Atónitos y profundamente contrariados quedaron los comensales del hermano Ramón ante la inesperada aparición del cadáver, pero más contrariado y más preocupado quedó nuestro lego, al cual vinieron a perturbar grandes cavilaciones y no pequeños temores, por más que no dejó de comprender que el travieso padre se había metido con poca reflexión en algún mal paso, del cual había salido descalabrado y hasta sin vida. El golpe sobre la sien había sido formidable y revelaba que con quien lo había descargado debía de ser persona de buena fuerzas; esto era ya un indicio; más, bien mirado, ¿qué importaba esto, silo que le convenía era no buscar rastros, no revolver indicios, no fijar la atención pública sobre un hecho semejante, sino más bien pasar como un caso fortuito, inesperado, hijo de la casualidad, pero de ningún modo de intención; sobre todo no dar motivo para suponer que el hecho pudiera ser la venganza de un marido celoso, o la satisfacción de un padre agraviado.
      Los tiempos estaban muy  malos, los enemigos de los pobrecitos frailes abundaban, ¿a que darles motivos para calumnias o sospechas injuriosas?
        Sumido estaba el hermano Ramón en estas reflexiones y todos callados y tristes, cuando uno de ello exclamó:
----- En vista de todo esto ¿nos  quedamos sin cenar? pues buenas noches, porque se va haciendo tarde.
----- Nada, nada, contestó el lego, a cenar el que tenga apetito, que ustedes no tiene culpa de lo ocurrido. No será la cena tan abundante como la que estaba preparada, pero no faltará que meter por debajo de las narices. Por lo pronto tenemos el vino intacto, pues este no se lo han llevado. Empecemos por tomar un trago para hacer boca; antes de todo llevaremos el cadáver del desgraciado padre a sitio decoroso, y enseguida cenaremos, sintiendo mucho lo ocurrido, pero que no podemos remediar.
      Así en efecto se hizo; pero la cena no empezó placentera y animada como hubiera estado de no haber ocurrido el incidente que vino a perturbarla. Sin embargo, poco a poco, y a medida que menudeaba el sabroso blanquillo de la tierra, fue la gente recobrando el uso de la palabra; se habló mucho, pero no se habló más que el hecho que a todos más o menos preocupaba, y a algunos tenía temeroso de complicaciones y enredos. Hubo quien expuso muy formalmente la necesidad de hacer desaparecer el cadáver del fraile; de llevarlo fuera del recinto del convento y dejarlo en sitio donde se le viese en cuanto fuese de día. Era muy diferente que la justicia encontrara el cadáver fuera del convento y empezara sus averiguaciones por si y antes si, a  que empezara por ir allí a tomar declaración a todos ellos, para averiguar quien había encontrado el cadáver, a que hora, en donde y como; y la misma verdad que expusieran sería sospechosos, no sería creída y vendría a sustentar la idea de que allí había ocurrido el sangriento crimen y a mantener el empeño de querer sacar de allí, entre ellos, el asesino.
      Todos convinieron en la idea de alejar el cadáver; pero hubo uno que añadió la siguiente proposición:
----En la cuadra, dijo, tenemos un potro almonteño que regaló un devoto a la comunidad, y que ha nacido y se ha criado libre en aquellas marismas, donde hay tanto ganado que no es de nadie, si no del primero que lo coge; pero dicho potro, que ya va para un mes que está ahí, no se ha podido utilizar por que no habido medio de domarlo a pesar de cuanto se ha hecho; hay quien dice que está loco y será imposible sacar partido de el; pues bien; yo lo cogía, montaba en el cadáver, le daba un par de latigazos y que corriera tierra.
       Las cabezas estaban ya un poco  perturbadas, y cuanto más extravagante era la proposición, con tanto más calor fue aceptada y puesta inmediatamente en práctica.
       No se pudo ensillar al bruto sin trabarlo, pero toda la operación se hizo con el mayor sigilo y dirigencia; se sujetó encima al muerto, porque si no hubiera ido rodando a las primeras de cambio. En un camaranchón tenían los frailes almacenados los judíos de hacer la Semana Santa, sobre todo los que guardaban el sepulcro con lanzas y escudos. Uno de los autores de esta escena tragi-cómica y a un diremos de irreverencia y profanación, cogió una lanza y un escudo y se lo puso al muerto. Hecho esto sacaron al potro a la calle, le quitaron la traba y le dieron un par de buenos latigazos, saliendo el animal disparado, dando corvetas, saldos y coses y tomando la calle arriba como alma lleva el diablo.
        Refieren las crónicas que el matador, que estaba intranquilo y no podía dormir, al sentir el ruido que causaba el potro se asomó a una ventana y a luz mortecina que en la esquina alumbraba un santo, conoció al fraile que había matado, y al verle armado, aunque de tan extraña manera, creyó que venía contra el, y se echo a temblar, porque aunque era bragado comprendía que contra lo sobrenatural no podía luchar; pero al ver que el muerto pasó de largo se tranquilizó. Fue hasta el mesón que entonces había a la salida de la población donde empezaba el camino de Sevilla, cerca de la ermita de San Sebastián. Allí había gentes preparando una galera que iba a salir antes de amanecer, y que al ver aquel caballo casi desbocado y aquella estaña figura encima creyeron que aquello era cosa de burla y la emprendieron a latigazos con caballo y caballero; aquel volvió grupas tomando calla abajo.
       Entonces no se trasnochaba mucho, pero la gente madrugaba más que hoy; antes de amanecer ya había hortelanos y vendedores en la Placeta, donde hacía el mercado, y tabernas abiertas. Los pescadores madrugaban como ahora y según la marea; a veces dos y tres horas antes de amanecer ya se les veía en la calzada y en el muelle.
      Es decir, que desde dos horas antes de amanecer, desde dos horas antes de amanecer, desde la ermita de S. Sebastián asta el Arco de la Estrella, no se hablaba ya de más asunto que del fraile duende que a caballo y en carrera vertiginosa recorrí la población repartiendo lanzazos a diestro y siniestro; y hasta se decía que había heridos contusos.
       Todavía no asomaba el día y ya el potro, cansado y domesticado por el julepe que había llevado aquella noche, se dirigía hacia el convento de San Francisco; la iglesia estaba ya abierta, y la comunidad levantada, y algunos curiosos, que algo habían ya oído de lo que pasaba, levantada, y algunos curiosos, que algo habían  ya oído de lo que pasaba, levantados y comentado el hecho, cuando apareció ante ellos caballo y jinete. Aquel, atraído por las querencia, entró en la huerta por el boquete abierto. El lego Ramón, que estaba ya en pié y vigilante como siempre en caso de apuro, gritó:
 ---- Dejarlo, no entrar, porque ese animal es muy espantadizo; dejarlo a ver si lo podemos coger y con eso salvamos al pobre loco que va encima.
       La poca gente que oyó esto se retrajo efectivamente, no sabemos si por espantar al potro, o por respeto a la lanza; pero como aquel animal era tan espantadizo, sin duda asustado por los ademanes de los que iban tras el, se cayó al pozo de la noria.
 ----No lo decía yo! gritó el lego Ramón; !luces, luces enseguida!
      Vinieron las luces y el lego citado bajó enseguida al pozo el primero, sin temor al agua ni a nada.
    !Bien diligente estuvo!; si no pudo salvar al padre no fue por su culpa. Si se hubiera tenido presente su advertencia no se hubiera asustado el potro y caído al pozo, y otra cosa hubiese sido.
      Tras muchas dificultades lograron sacar a los caídos.
      El potro tenía los brazos rotos, el fraile estaba desmayado y tenía una herida en la sien.
     El mismo lego Ramón fue a buscar al médico. !Que hombre aquel tan inteligente!
      El médico llegó tarde. El golpe, la conmoción cerebral, luego, quizá algunas lesión orgánica en el cerebro, porque aquella locura...
      Vamos, que no volvió en sí.
                                                   ----------
      Pero lo que admirará a nuestros lectores será saber que el día siguiente de este hecho prestó declaración el marido de la lavandera.
        Dijo sobre poco más o menos que al volver días antes de la Ribera encontró junto a su casa al fraile, a quien conocía y apreciaba mucho, que salía de la casa de la madre Ana, de la que dio noticias diciéndoles que le dejaba muy mejorada y por entonces  fuera de peligro; que le había invitado a entrar en su casa a descansar un rato y que se había negado porque era muy tarde, y que le había acompañado hasta el convento, que había llamado y esperó que le abriesen dejándole ya dentro de la portería.
      Preguntado si recordaba quién la había abierto, contestó que le parecía que el lego Ramón, o que por lo menos este se encontraba en aquel momento en la portería.
     Preguntado si había notado en el muerto algo extraordinario, dijo que le había llamado la atención que le dijera que aquella misma noche tenía que hacer un viaje; que se brindó a acompañarle, pero le dijo que no podía ser, porque era cosa de mucho secreto y que antes de amanecer pensaba estar de vuelta sin que nadie se enterara.
      Con esta declaración quedó sentada la sospecha de que el padre no estaba bien de la cabeza.
       Se le hicieron grandes funerales de cuerpo presente ; se contaron porción de raras historias, todas muy lejanas a la verdad, y pasando unos días no se volvió a hablar más del asunto.
               Cuentos y leyendas. Huelva Agosto de 1897.
      


José García Díaz.


                          
     
























  































viernes, 13 de noviembre de 2015

Escritor y periodista

         Don  Emilio Rodríguez, periodista y escritor huelvano, es rescatado del olvido por este excelente artículo en plena campaña de la Guerra de Ultramar, bajo el titulo de "Ya es Hora" publicado en Agosto de 1899.
        Si pudiéramos sacrificar nuestra existencia a trueque de ilustración, haríamos rebosar esta, aun en la más apartada y remota aldea de nuestro territorio nacional. Si nuestros desacertados gobernantes tuvieran cariño a su pueblo, ya hubieran hecho que la educación fuera verdad, porque disponen de sobrados medios para conseguir este fin tan primordial.
         Pero, triste condición humana, nuestra nación camina con rápida carrera por la escabrosas pendiente que conduce al abismo insondable de la ignorancia. Si nuestro sentimiento se educara en esas aulas del saber  humanos, con ese puro y vivificador ambiente de ilustración, a no dudar que la miseria y el vicio desaparecían ante un pueblo fuerte, robusto y digno de mejor suerte.
      Cuando en los periódicos leo que se han de invertir tanto o más cuantos millones en fortificar nuestras costas, el corazón se estremece y mi alma se marchita al ver el paso de retroceso que damos al convertir a nuestro pueblo en un cuartel, donde careciendo el soldado de esos científicos conocimientos, no es militar, no es guerrero ni digno ciudadano.
       Las infinitas luchas guerreras por que nuestra patria ha pasado. ¿qué glorias, qué embellecimientos nos han reportado? muertes, ruinas y hasta completar nuestros desconciertos, la pérdida de nuestro poderío nacional.
       Si posible fuera que aquel insigne y grandioso genovés pudiera levantarse de su tumba y contemplara nuestra hecatombe, maldiciendo a nuestro pueblo se cubriría el rostro avergonzado y caería de nuevo, como herido por el rayo, en brazos del letargo de la muerte.
        El pueblo español, educado en rancias costumbres, será siempre entusiasta por el que llaman arte de Pepe-Hillo, y mientras que no hagamos desaparecer aquella frase de "pan y toros", quedaremos sumidos en el más hediondo calabozo del obscurantismo.
        Los pueblos se enriquecen cuando caminan por las grandiosas y majestuosas vías del progreso; pero el pueblo que yace adormido en el más embriagador letargo de la ignorancia , se precipita en vertiginosa carrera hasta caer en el insondable abismo del obscurantismo, enemigo fuerte y devastador de la sociedad.
      No dejaré en mi campaña emprendida sobre la educación hasta no ver que ésta sufra los mejoramientos necesarios a fin hasta no ver que ésta sufra los mejoramientos necesarios a fin de que, robustecida con todo el vigor y riqueza necesarios, llegue a ser verdad, y esa juventud que hoy empieza a fortalecer sus fuerzas físicas, al mismo tiempo llegue a disfrutar de los derechos que tiene a la instrucción.
       En la actualidad, la inmensa mayoría de los centros de educación carecen de los elementos necesarios para inculcar en esas tiernas criaturas el germen de la savia educativa, que filtrándose en sus tiernos corazones, los haría en día no lejanos de ser buenos ciudadanos y honrados padres de familia.
       Ese es  el camino de la salvación de nuestra decadencia nacional; a este fin deben todos los españoles sin distinción de ideas políticas prestar su concurso.
      Esas son las fronteras y plazas que se deben primeramente artillar; las escuelas son los grandes e inexpugnable baluarte del progreso humano.
       Si nuestro erario público se invierte en la compra de cañones y demás artefactos guerreros sin atender a la debida ilustración del pueblo, no dejaremos de ser calificados de parias en la historia universal.
        Si se mantiene un formidable ejército en el que su inmensa mayoría no tiene más ocupación que ostentar sus lujosos uniformes en fiesta nacionales y en revistas , llegaremos al último e inevitable desastre.
         Hora es ya que despertemos del letárgico sueño en que estamos sumidos y arrojen de nosotros las pesadas cadenas de la tiranías y de la ignorancia que tanto siglo de las luces, en bárbaro y cruel nada se diferencia de sus antepasados.
       ¿Por qué no busca la sociedad sus reformas sin tener que apelar a la fuerza? ¿Por qué hacemos al hombre esclavo encarcelándose en el vicio y en la ignorancia?
        Despierta, pueblo; rompe tus cadenas y ábrete paso en ese mar cenagoso que te rodea, y traspasando sus límites busca como tripulante náufrago, tu salvación en ese colosal y gigantesco fanal, que con radiante luz te dicta el camino de tu redención.
     

lunes, 9 de noviembre de 2015

!Nueva amenaza del cólera morbo!

                                       La Gazeta. Diario Oficial.
                        Ministerio de la Gobernación.

    " Telegrama para Huelva de Madrid, núm.735, palabras 120. Despachado el 14 de Agosto de 1899, a las 4,20 de la tarde.
    Ministro de Gobernación al Gobernador Civil: Hasta próxima aclaración suspenda entrada por frontera portuguesa de pasajeros, ganados y mercancías, sirviéndose de la fuerza guardia civil y pidiéndose a la autoridad militar le facilite auxilios necesarios. Averigüe escrupulosidad personal procedente de Portugal en los últimos diez días, ordenando que los médicos  municipales de la localidad las observen y vigilen hasta completar dichos diez días desde su entrada y procediendo Alcaldes acuerde Junta Local de Sanidad el aislamiento de los que presenten síntomas sospechosos  de peste bubónica o las medidas de desinfección; igual vigilancia debe observarse con ganados que se hayan importado de Portugal en los últimos diez días, procurando una completa revisión y control de las mercancías contumaces de dicho origen sin producir deterioro.
             Encarezco el mayor rigor el las observaciones de reglas higiene pública prescripciones sanitarias aislando cualquier enfermo que presente síntomas de dicha enfermedad, dándome cuenta en el acto por telégrafo, diariamente el estado de salud pública provincial, proponiéndome cuanto para su mantenimiento considere necesario"

          Diario "El Liberal" del 16 de Agosto de 1899.
"Ministro de la Gobernación, por la que publica la Real orden declarando sucias procedencias Portugal por peste bubónica en Oporto. Encargo V.S. la mayor vigilancia, cuidándose cúmplase por autoridades Sanitarias con todo rigor disponible vigentes"
      El señor Gobernador, don Sancho Hidalgo, dio cuenta de las medidas que había adoptado desde el primer momento, con el fin de impedir la entrada en la provincia de la epidemia "peste de Levante o Bubónica" que se ha desarrollado en Oporto.
        Después de la reunión con las autoridades médicas. El señor Comandante de la Marina el ingeniero señor Terán,  Gobernador y el Alcalde de Huelva se acordó enviar enérgicas instrucciones a los Alcaldes de los pueblos para que por todos los medios impidan la entrada de pasajeros, ganados y mercancías procedente de Portugal, y para que mantengan  la mejor  higiene en sus respectivas localidades.
           Para cumplir la orden del Gobierno se acordó reclamar del Capitán General de Sevilla un batallón y un escuadrón para poder practicar el cordón en la frontera, auxiliados además por la fuerzas de carabineros y guardia civil. Se acordó también pedir al general del Departamento autorización para que el cañonero del servicio de estas aguas practiquen ejercicios de recorrido y vigilancia en las afueras de la barra, solicitando además otro remolcador para que lo haga sobre las costas portuguesas, y que envíe un buque  grande de los que están desarmados para que situándolo cerca de la Barra pueda servir de portón y lazareto de observación para el caso de tener que recoger en algún buque que llegara enfermos de la epidemia de que se trata, despidiendo a lazareto sucio al buque que los condujera.
      Por cuenta del Ayuntamiento quedó establecido desde anoche un servicio permanente de vigilancia en la ría para impedir la entrada de toda clase de buques sin la visita de la sanidad marítima.
        También se acordó interesar de la Excma. Diputación prepare todo su material sanitario y de desinfección para poderlo trasladar donde hiciera falta; y que con toda urgencia pida al Instituto Pasteur de París suficiente cantidad de suero anti-bubónico.
       
                 Diario "La Provincia" del 20 de Agosto.
        Aunque con algún retraso propio de nuestro país, a las 3 de ayer tarde llegaron a Huelva, en tren militar procedente de Sevilla con 200 hombres de Infantería y 60 de caballería con la oficialidad correspondiente, para establecer el cordón en la frontera portuguesa en la extensión que ocupa esta provincia, auxiliados por la guardia civil y carabineros que en la actualidad están prestando servicio.
      El señor Alcalde dispuso fueran las tropas obsequiadas con abundante comida de carne y vino.
      En la noche de ayer salió para Ayamonte el buque de guerra "Ponce de León", que quedará prestando servicio de vigilancia en la frontera a donde conduce con el mismo objeto 60 hombres. En un tren especial de Tharsis marcharon también 65 hombres de infantería para trasladarse a Paimogo, y en un tren especial de la línea de Zafra el resto de la fuerza de infantería y caballería para Cortegana y Fregenal.
      También por Real orden se ordena al Capitán General del departamento envía con urgencia a Huelva un buque de alto porte desarmado, como reclamó la junta provincial de sanidad, para que sirva de pontón--lazareto en el sitio Cabezo de los Prácticos.
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                              Que es un Lazareto.
             
                          Salas populi suprema léx.
       Según el Diccionario, "Lazareto" es un Hospital fuera de la población para enfermos procedentes de puntos sospechosos o epidemiados, etc., etc.
        En Huelva es verdad que no lo hay ni marítimo ni terrestre, a pesar de su ínfulas de puerto de segundo orden, de las varias epidemias coléricas y virulosas que hemos conocido, y de los grandes gastos que se han verificados en adoquines, etc., etc.
       Pero en cambio tenemos uno que le llaman  "El lazareto de la Cinta", que ni es Lazareto, ni es cinta, ni es cordón. Es solo una zahúrda indigna de la más mísera y pobre aldea, y que parece mentira haya habido "valor humanitario" para albergasen, como ha tenido lugar algunas veces, los desgraciados que han sido atacados de viruelas.
        Cuatro habitaciones (que no pueden llamarse ni deben llamarse así) cuatro pocilgas, técnicamente hablando, son las únicas estancias que sin puertas, sin ventilación para renovar el aire, más que la que permite el hueco citado, son los únicos dormitorios o salas de contagiados, que existen a espaldas de la capilla de la Cinta.
          Testigo ocular de ello, nos lo afirmaron.
          Hay otras habitaciones; pero  están ocupadas con útiles de la velada, mobiliario del capellán, dedicada a los Hermanos o Hermanas, en fin, que no pueden cederse.
         La peste bubónica está en puerta, y desgraciadamente puede venir a la vuelta. Mucho más si se tiene en cuenta la "acertada" disposición de conceder 48 horas para la incomunicación con Portugal por Badajoz.
           Creemos que nuestro Alcalde, con la energía que le caracteriza en todo en cuanto a los altos fines tienda, sabrá allanar las dificultades, dictar órdenes determinantes y librar a esta población del peligro que la amenaza, sin contemplaciones, dilaciones o gastos, que nunca están más justificados que cuando se trata.

  José García Díaz.

      













miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los prisioneros de Filipinas.

                                          Los prisioneros de Filipinas.
Del diario "Heraldo de Madrid, del Jueves 15 de Julio de 1899.

    El siguiente documento, que publicamos con el fin de que llegue a conocimiento de todos los de la provincia de Huelva, que tenga algún pariente entre los prisioneros de Filipinas, debiendo de advertir que tendremos una especial complacencia en darles más pormenores sobre el asunto, si lo necesitan, y en ayudarles en sus gestiones para averiguar el paradero del pariente que tengan en tan triste situación:

     "El número de prisioneros españoles en poder de Aguinaldo excede de 10.000 entre frailes, militares, empleados civiles y particulares nacidos en España, que vivían en aquellas provincias. La inmensa mayoría constituyen los militares.
   No es bastante que Aguinaldo declare en libertad a todos los prisioneros; es aun más importante hacer efectiva esta libertad. la que, si no se hace en debida forma, no será eficaz y todo esfuerzo resulta inútil.
    La liberación de los cautivos es empresa que ha de exigir varios meses, porque los prisioneros están repartidos en los pueblos de Luzón, y en cada casa o hacienda de filipino medianamente acomodado, hay dos o tres cautivos, a los que utilizan para su servicio mediante alimento que tienen obligación de darles por orden de los presidentes provinciales y locales, de que  directamente depende los prisioneros.
       Dado el provecho que de ellos obtienen los indígenas y su especial carácter, han de ofrecer resistencia pasiva o entregarlos, y en muchas ocasiones habrá que recogerlos casa por casa para reunir los de cada pueblo, utilizando para esto las noticias de los mismos cautivos ya rescatados para que no quede olvidado ninguno.
   Ya el mismo representante de Aguinaldo en París ha manifestado la absoluta necesidad de que un comisionado de España dirija esta operación, de acuerdo con los funcionarios filipinos y por no hacerlo así, allá están todavía la mayor parte de los empleados civiles, y españoles particulares, a pesar de la declaración oficial de su libertad.
      Esta operación se ve, pues, que tiene dos partes; recoger todos los prisioneros vivos y conocer los nombres de los muertos o desaparecidos. Para ambas cosas es "absolutamente indispensable" tener un censo o relación de todos los que han sido hechos cautivos, estén vivos o no actualmente.
     Para poder llevar a cabo la formación del censo, no hay otro medio más que el siguiente: poner en conocimiento de toda España, incluso la más apartada  aldea, que todos los padres, hijos, esposas, hermanos o parientes de los prisioneros en Filipinas remitan a la de pendencia central que tome a su cargo esta empresa, y que para este caso el "Heraldo" tiene el honor de ofrecer sus oficinas, una nota con el nombre, empleo, cuerpo, compañía, destino, etc., del respectivo prisionero, así como la última noticia sobre el punto en que residía.
     Con estos datos se formaran varias relaciones alfabéticas y por clases, cuerpos, empleos, etc., las cuales serán guía segura para  el comisionado que en vie España a hacer efectiva la libertad de los cautivos, u a vez declarada ésta por Aguinaldo; y como para ello puede utilizar las noticias e informes que le den los mismos cautivos que vaya rescatando, le será fácil ir a buscar los que faltan y adquirir allí mismo, por medio de los recién rescatado, y sobre el terreno, noticias y datos de sus compañeros que hayan muerto durante el cautiverio o en los combates; y estos datos apuntado por el comisionado en la citadas relaciones, servirán en España al Gobierno para hacer las declaraciones consiguientes.

José García Díaz.