jueves, 18 de febrero de 2016

La favorita del Roghi.

                    
                                                   
La Odalisca con su esclava pintado por Dominique Ingres en 1842.


         En plena campaña africana, me encontraba fuera del servicio paseando por una de las calles del centro de Melilla, cuando mi amigo de quinta me dijo:
---- Esa mujer que ves pasar ahora por ahí en dirección al Polígono, es mora, me lo dijo mi amigo que estaba enterado de casi todo lo que pasa en esta ciudad.
      Yo me quedé sorprendido al encontrarme con una mujer vestida a la europea y que otra la llamaba María.
        Ponía ya en duda la veracidad del informe, cuando mi amigo me refirió la historia de la “Odalisca” o la favorita, que es bastante curiosa.
        Tiempo atrás los emisarios del caudillo musulmán y santón conocido como Bu—Hamara “El Roghi”, salieron a comprar mujeres para la servidumbre de éste, en una de las Kábilas de las de los Beni—Bu—Riage adquirieron una preciosa jovencita llamada Fátima que enseguida formó parte del harén que el pretendiente tenía en su Alcazaba de Zeluán.
      El Roghi vio a la nueva odalisca, y no le disgustó haciéndose acompañar por ella meses enteros, pues Fátima reunía tales atractivos, que conseguía dominar con sus amantes caricias la ferocidad del que pensaba hacer engrudo con Muley Hasffid el Sultán marroquí.
      Todas las mujeres del Roghi que (eran unas 131), envidiaban la suerte de la morita y esta llegó al colmo de su poderío, cuando una mañana se le hizo saber al Roghi que Fátima había dado a luz un robusto niño.
       Trasládasela a la sala del caudillo y allí fue objeto de grandes agasajos tanto por parte de los guerreros del Roghi como de las demás odaliscas.
       El bautizo del hijo del pretendiente revistió en la Alcazaba de Zeluán un gran acontecimiento y la nueva esposa fue elevada a l categoría de preferida entre todas las demás, que hasta aquel momento habían sido estériles.
       Fátima, esa mora que hoy se hace llamar María, y sirve como criada en la casa de un capitán en el barrio del Buen Recuerdo, fue amada con verdadera pasión por el temible moro y ella le correspondía en igual forma.
       Las fiestas más extraordinarias le fueron dedicadas a ella y  las más valiosas alhajas lucieron en sus brazos tobillos y cuello, regalada por el Roghi.
         Pero esto duró poco, Al refugiarse el pretendiente en la Alcazaba, acorralado por sus enemigos vinieron las privaciones y como no podía amamantar a su hijo, este enfermó de raquitismo y murió.
        El entierro del hijo del Roghi fue un verdadero acontecimiento. Al acto asistieron muchos españoles de los de esta plaza y todavía refieren las ceremonias tan raras que presenciaron.
       Cuando el Roghi se vio precisado abandonar Zeluán, no podía llevarse consigo a todas sus mujeres y entonces llamó a Fátima, les dio unos 60 duros y todas las alhajas que había usado dejándola en libertad de dirigirse a donde quisiese. La despedida fue en extremo conmovedora. Fátima abrazaba al cuello del Roghi, se negaba a abandonarle prometiéndole seguir su azorada vida, pero el, con energía, se negó que la enamorada morita corriera la serie de peligros que le amenazaban.
     Y Fátima, la ideal odalisca, abandonó a su amo y señor. Favorecida por las tinieblas de la noche, salió de la Alcazaba y burlando a los sitiadores pudo ganar el camino que conduce a Melilla.
           De pronto, cuando ya no era posible que sus débiles gritos llegasen a Zeluán, cayeron sobre ella cuatro moros, que la golpearon bárbaramente, la atropellaron y le robaron el dinero y las alhajas.
          La pobre morita perdió el conocimiento. Cuando pudo darse cuenta de lo ocurrido, se encontró en la casa de un moro que habita en el Polígono, perfectamente atendida y cuidada por unas esclavas.
        Verdad es que la belleza de Fátima lo merecía todo. El moro que la encontró en el suelo hizo que un médico español le curase las innumerables heridas que tenía, al recobrar la salud se quedó allí al servicio del nuevo señor que pronto conquistó el cariño de su sirena.
      Esta nació con mala estrella, pues cuando estaba gozando de su nuevo amor, el dueño tuvo que ausentarse de Melilla y no sólo pagó a Fátima sus servicios, sino que se llevó 20 francos que ella le dio a guardar.
       La mora en vista de que Aláh en un gandul, que no se cuida de velar por sus súbditos, decidió dejar el traje árabe y sustituirlo por uno español, habiéndose dedicado a doméstica, habla correctamente el castellano y entre nosotros cree no encontrar las ingratitudes que entre los descendientes de Mahoma.
        Y para vengarse de su último amo, el morito del Polígono, cuando éste ha vuelto a Melilla, le ha referido lo de la estafa al teniente de la guardia civil señor Alemán, que se ha encargado de recuperar los 20 francos y el salario que le adeuda a Fátima.
        Esta reniega de su religión y de todos los moros habidos y por haber y no tendría nada de extraño que el día menos pensado la veamos de esposa preferida de cualquier indígena de los que por aquí pululan, pues siempre es un gran antecedente el haber sido la predilecta del Roghi.
     La reina de la Alcazaba de Zeluán, donde estaba rodeada de esclavas y criados, adorada y respetada por todo el cuartel general del pretendiente y durmiendo sobre blandos almohadones de damasco, en habitaciones de ambiente perfumado, se ve hoy con su cuerpo cubierto de cicatrices y fregando suelos en casa de  cristianos.
        ¡ Lo que es el mundo!

  Melilla, Febrero de 1909 de García de Cárdenas.

 José García Díaz.


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