El Fielato y
la Cruz del Diablo.
En primero de
este año de 1831, ya pasadas las hambrunas locales que se contrajo con la
pasada guerra con los franceses, responsable de dejar este pueblo en las más
grande de las ruinas y miserias, acompañadas de los contagios de pandemias,
como el cólera morbo, tifus y demás enfermedades, bien conocidas en este
pueblo, donde el ochenta por ciento de la población vivían de los recursos del
campo. Las Autoridades, con sentido político y social retomaron de nuevo las
fiestas de la feria de la Patrona en el mes de octubre, en donde las capeas, de
vacas bravas y novillos eran de las atracciones que mejor servían para
entretener a sus vecinos; además las reses eran sacrificadas, bajo precios
populares para la venta al público.
La plaza de lidia,
era la del Ayuntamiento con su suelo de albero, mientras las gradas eran
formadas, por carros y carretas de los vecinos más acomodados que eran los
propietarios que más disponían de ellas, y casi siempre aran miembros que
formaban parte como Regidores de este Cabildo.
Las entradas de las
citadas reses, para realizar su labor, de un callejón que por donde se
encuentra la Casa Mendizábal, que era el corral de la Casa Matadero, en la
calle Pescadería que se encuentra actualmente enfrente de la casa del Cura Polaco.
Las reses toreadas,
eran sacrificadas por los carniceros, que no podían venderla hasta el otro día,
y aquellas que sobraban eran saladas de inmediato para su conservación y
mantenimiento que podrían durar meses.
Cuando el día 15 de
junio, esta Alcaldía recibe una Circular de parte de la INTENDENCIA y
Asistencia de Sevilla, con la siguiente notificación:
Por Real orden
de 28 de mayo último ha tenido a bien S.M. mandar que se establezca en esta
ciudad citada de Sevilla, una Escuela de Tauromaquia, y entre otras cosas se
previene por decreto Ley lo siguiente.
“Que, en las
Capitales de Provincia, y Ciudades donde haya Maestranza contribuyan para los
gastos expresados con doscientos reales, por cada corrida de toros; las demás
ciudades y villas con ciento sesenta, y ciento por cada corrida de novillos.
Mientras, las capeas
con suelta de novillos y becerros en la calle o espacio habitado para ello,
donde los participantes son los propios vecinos, abonaran la suma de cincuenta
reales; siendo condición precisa para disfrutar de esta gracia el que acredite
el pago de dicha cuota, pagando los infractores por vía de multa el duplo
aplicado a la Escuela”.
Y en
cumplimiento a lo dispuesto por S.M. en la presente Ley citada por Real orden,
le comunico señor Alcalde, para que, visto el presente por este Ayuntamiento,
se guarde y observe, lo que S.M. manda; a cuyo efecto cuidaran muy
particularmente de que por la persona que le competa se entregue en lo sucesivo
en la Tesorería del Ayuntamiento de Sevilla, la cantidad correspondiente según
la clase de funciones citadas.
Lo que provocó que
las capeas es esta villa, se creara un corredor contratista, que a veces era el
mismo carnicero, el que proveía el novillo o vaca, cobrando una pequeña cuantía
a los vecinos asistentes, contando con el despiece y venta de la carne con su
despojo y casquería.
Pero devuelta, al
mes pasado de marzo último, dentro de los primeros días, recibe este
Ayuntamiento, otra nueva Circular de la Intendencia y Contaduría de la
Provincia de Sevilla, con destino al Pueblo de Bonares, para el pago de la
contribución ordinaria y extraordinaria de “Paja y Utensilios”, dentro de los
tres primeros meses del año. (Estos
antiguos impuestos, que ha perdurado durante siglos sobre la espalda de los
españolitos, ha servido solo en parte para mantener una casta parasitaria, y
agarrada como una garrapata en el seno del Estado; después de 10 años como
pueblo de la Provincia de Huelva, tras competir con Moguer, seguimos pagando los
impuestos a la rica Sevilla, la citada contribución de “Paja y Utensilios”
entre los vecinos útiles de esta villa, siendo aquellos propietarios de bienes
comunes, casa, campo, animales y demás, quedando exceptuados todos los pagos de los bienes del Clero Eclesiástico.
Lo más curioso que,
para elaborar estas listas contributivas, se basaban en unos escritos hechos
que se formaba en este Ayuntamiento cada primero de año, contando con el
Síndico Procurador del Común, con el Cura Párroco más antiguo, ya que había
tres viviendo en esta villa, y con el Escribano, donde se revisaban las listas
exactas de los vecinos, calle por calle, contando los forasteros si se
encontraban, algún extranjero residente en este pueblo, que debían de pagar la
contribución, así como de aquellos que eran pobres, que solo tenían lo puesto.
El Cabildo podía,
pedirles a los vecinos, que tierras nuevas, o que animales disponían o han
vendido, todo bajo declaración jurada ante Dios contando con un breve
formulario.
A través de los Archivos
de la vecina Niebla, el Corregidor de esta villa, solicita en este año al señor
Alcalde 1º de esta villa Diego García, un resultado sobre el “Fielato” por la
contribución de un vecino; el citado Fielato conservó su nombre hasta los años
veinte, del siglo pasado durante la Dictadura del General Primo de Rivera,
cuando se hace en este pueblo la Plaza de Abasto, el Matadero, el gran rebaje
de la Cuesta de la Venta de Isidro el Manco, y la Plaza del Consumo entre otras
cosas, Placita con su fuente, de frente la Ermita San Sebastián, a su izquierda
en un pequeño rincón tenemos “La Cruz del Diablo” y en su derecha la casa fue
Almacén de la Sal, el más grande que tuvo este pueblo, propiedad de don José
María Carrasco el “Patuo”.
El Fielato, que después
pasó a llamarse Plaza de Consumo, enclavada en la entrada del pueblo, comenzó
su destino para cobrar los arbitrios expresado, junto con los impuestos del
tráfico de las entradas y salidas de mercancías del pueblo, llamado como derecho de Puerta mientras, las
reclamaciones oportunas, había que hacerla en la Secretaría de este
Ayuntamiento.
José García Díaz.