sábado, 16 de mayo de 2020

Mazagón y el Patuo.


                                                   
                                                        



  En el periódico republicano, el día 20 de Julio de 1885 "La Razón de Sevilla" defensor de los intereses materiales, ciencia, artes y Universidades andaluzas dirigido por  el inteligente periodista sevillano don Miguel Clemente. Se publica los martes, jueves y sábados. ( Pero tuvo la desgracia de durar sólo varios meses). Se atrevió a denunciar en aquellos días varios casos de contrabando, y publicar y denunciar de como uno de los jefe de la policía de Huelva fue detenido y procesado por participar en el negocio de los billetes falsos, y de investigar el contrabando en las abandonadas playas de Castilla.
" Los contrabandista de esta provincia han determinado que ello obran en el teatro de sus "ilícitas" operaciones, sea esta vez en la  playa de Castilla, jurisdicción del vecino pueblo de Moguer. Se dice y con insistencia, que hace unos días y por el punto denominado "Masagón", de dicho término citado, se ha verificado un alijo de bastante importancia, y que  las cargas han sido conducidas, una a la Sierra y otra a Moguer. Señalándose además una particularidad, y es que el año pasado por igual época, se hizo otra cosa parecida de igual manera. A nosotros la gente de la prensa, nos no importa para nada lo del alijo, como apuntar los hechos para darle veracidad, sin que respondamos de ellos, porque no estamos en el "intringulis" (intención de ocultar a un personaje conocido de gran influencia del contrabando en estos parajes), solo nos queda el deber de informar y a las autoridades corregir estos abusos escandalosos, pero si nos importa, y mucho, mirar por la salud del prójimo y la nuestra, y no podemos ver con calma, que nos metan de rositas el cólera que tanto daño está haciendo en éstos días nos entren por las puertas, y por  el negocio de esos..... señores, se nos traigan días de luto. Ignoramos los efectos alijados; dícese que tabacos ¿ pero, no pudieran ser también mercancías de otras clases, y cuya circulación por venir de puntos infestado estuvieran prohibida? hechos de esta naturaleza, se prestan a todo género de sospechas, y lo mismo que se meten carga de tabaco, pueden meterse de otros géneros. Se cometan también--y va de dichos,-- que se entablen averiguaciones sobre el alijito.
¿Qué apostamos, a que resulta cierto el hecho, no se encuentran las cargas? ! Buenos fumadores hay en esta provincia, y buenos estómagos agradecidos. Son capaces de consumir en un dos por tres, el tabaco que encierra el Peñon de Gilbraltar.
   Nosotros los periodistas a pesar de todo, no queremos creer la cosa !! es mucha nuestra  fe, en la fiscalización y vigilancia del Estado, en estos casos!
NOTA.-- Eso de que haya metida en el ajo gente conservadora de viso o no viso no lo apuntamos siquiera porque es mentira; la gente de la moralidad y del orden etc.etc. vamos a creer que puedan estar metida en tales chanchullos!.
En la publicación siguiente, sigue comentando el citado diario:
  Cómo hemos comentado anteriormente, sobre el último contrabando en la playa de Moguer, lo que más podemos temer es que en unos de ellos pasasen algunos fardos contagiado con el cólera.
Porque es posible que nuestro temores hayan hecho reír algunos lectores de este periódico, sobre todo los contrabandistas; ¿ Que le importa a estos personajes infestar aun pueblo, si consigo lleva ganancias?; pero que nuestros temores no son infundados, lo dicen muy alto muchos hechos, y entre otros uno que no necesitamos ir a lejanas tierra a buscarlo, porque es de casa nuestra.
¿Ya nadie se acuerda cómo se introdujo la pandemia de cólera en Huelva en el año de 1854 produciendo cientos de muertos?; pues bien, por un alijo de contrabando verificado por el sitio que se conoce cómo las marismas del "Barrido de los Bueyes". En las misma puertas de nuestra ciudad, cuyos hechos ha sido perfectamente comprobado. Los primeros casos de cólera que hubo en aquella época en Huelva, fueron el barco lanchero que transportó el contrabando, el carabinero situado de servicio de vigilancia en aquel punto y dos individuos-- por cierto los dos eran sordo--mudos, quizás elegidos con preferencia para que no pudieran cantar--que fueron los que hicieron la descarga.

                                                                 


Se puede ver, pues, como con un contrabando puede traer consigo el cólera; que se vean la autoridades como, ellos siempre tienen la obligación de vigilar, para evitar los fraudes a la Hacienda, hoy tiene la obligación de redoblar su vigilancia y vean como pesan sobre ellas por  este concepto, tremendas responsabilidades.
Es verdaderamente escandaloso lo que aquí pasa en materia de contrabando donde periódicamente se llevan a cabo en estas playas y siempre con las mismas circunstancias.
Corre de boca en boca la noticia de los alijos, se cuentan en todas las partes el cómo, cuanto y por donde; se dan toda clase de pormenores, se citan como siempre nombre de ciertos señor, se dan señas y detalles; la polvareda es algunas veces tan escandalosa que se forma expediente y se toman declaraciones, pero las cargas del contrabando no aparecen; se producen dos o tres cambios de personal de carabineros; a los quince días no se habla ya del asunto y .... hasta otra."
No se comprende del todo bien la vigilancia que se desarrolla en esta playa, cuando donde empieza el paraje conocido como el "Picacho" dos años antes el 20 de Mayo de 1883, el Delegado de Hacienda de esta Provincia don Francisco Pérez Echevarría, participó con su visita a la nueva caseta de Carabineros, en el citado lugar, para un número de servicio de cinco hombres.
Y en el  otro extremo de la citada playa, tenemos la casa- cuartel de carabineros de la "Torre del Oro", que se arregló en Junio de 1881, con una cuadra con pajar a la espalda de cuartel, al mando de un sargento, cabo, un auxiliar de telegrafía y nueve número de carabineros.
Está documentado, que uno de los proveedores de mantenimiento de carbón y otras vituallas de este cuartel, era un tal Bartolomé Beas , arriero y guarda jurado de la finca del " Avispero" al servicio del Señor de Bonares, don José María Carrasco Vega "El Patuo", quien contaba con más de veinte carretas dedicadas al transporte  cualquier material a la Sierra y sobre todo a las minas de Río Tinto.
En el A. H.P.H. encontramos que el cuñado del "Patuo" don Mariano Suarez Martín, que en aquellos días fue procesado cómo Alcalde sin resaltar el sumario, donde se podía sacar muchas conclusiones.
   José García Díaz.