martes, 4 de octubre de 2022

El último obispo de Niebla.

 

                                                          


  Toda la gente que tiene un poco de cultura, sabe que la antigua Niebla, en tiempo de los invasores visigodos, fue una famosa sede episcopal y tuvo entre otros los siguientes obispos conocidos como a Restituto, el Basilio, Juan, Servando, Geta, Papulos, quedando dos más, el famoso y longevo “Vincomalo” hijo adoptivo de la villa de Bonares, cuyo su último domicilio conocido era la Basílica de los Bojeos, y devuelto de nuevo a la vida por medio de un grupo de amigos, al mando de José María el barbero.

   El segundo conocido, por su hermosa lápida sepulcral “Murensis” encontrado y rescatado por el vecino Pepe Gómez, junto cerca de la tumba citada anteriormente en el mismo paraje.

   Pero pocos, muy pocos, según el ilustrado el señor Ramón Egurrola, son los que conocen el nombramiento de Eximo. Y Reverendo señor don Luís Almancha Hernández, obispo dimisionario de León, como obispo titular de Elepla. Hace tiempo que queríamos dar conocer esta noticia por la Prensa a todos los interesados, pero nos quedaba pendiente con otro trabajo de la misma historia, nos hemos demorados; ya comenzado el mismo, vamos a adelantar un reducido espacio sobre quien es nuestro obispo titular de Elepla.

    El nuevo obispo de Elepla, es un cargo honorífico otorgado por el Pontífice Pablo VI, es natural de Orihuela, provincia de Alicante, nació el 14 de octubre de 1887 y fue ordenado sacerdote el 17 de 1910.

   Del Anuario Pontificio de este año de 1971 y en su página 613, sección de Sedes Titulares, aparece la siguiente nota con relación a este nombramiento:

   “ELEPLA (Niebla); ELEPLEN (SIS)- ESPAÑA. Luis Almarcha Hernández, ordenado sacerdote el 17 de julio de 1910; elegido obispo de León el 10 de julio de 1944; trasladado (- nombrado obispo titular de Elepla-) el 14 de abril de 1970 (asistente al Solio Pontificio).

     Ha regentado la diócesis de León durante 25 años, realizando una inmensa labor cultural y religiosa; una tarea gigante ha sido su obra; la construcción de la Escuela de Magisterio de la Iglesia, de la Escuela Social de la Mujer, de la Escuela de Capacitación para la Mujer, de las Escuelas de Asistencia Social y de Técnicas Sanitarias; la creación del Centro Superior de Estudios Teológicos, creando la revista “Studium Legionense”; las disposiciones sobre el Arte Sacro, el Instituto Juan de Ávila y el Convictorio de San Isidro; aparte de otras obras, sobresale la gigantesca y creadora del Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro” con su Archivo Histórico Diocesano y su filmoteca, la Cátedra san Isidro, la Escuela Superior de Arte Sacro, la reorganización de la Imprenta Católica y numerosas instituciones religiosas y culturales, como hemos dicho.

                                                               


   En la comunicación que le dirige el anuncio apostólico de España Excmo. Y Reverendo, señor don Luigi Dadaglio, aceptando por el Santo Padre su renuncia por su edad, había hecho de acuerdo con la prescripción del Motu proprio “Ecclesias Santae”,renuncia espontánea que presentó el 20 de septiembre de 1966, entre otros párrafos, les dice “El Augusto Pontifece asigna a V.E.Rvdma, la Diócesis titular de Elepla, a cuyo título puede agregar, si le place, el Dimisionario de León.

    Al comunicar a los fieles de su diócesis leonesa la aceptación por el Papa de su renuncia, firma “Luis Almarcha, Obispo Tit de Elepla. Dimisionario de León”.

   Tenemos en nuestro poder una fotocopia de la Bula de Pablo VI haciendo el nombramiento de obispo de Elepla, que en su día daremos a conocer, así también de su nombramiento como obispo de León y obispo asistente al Solio Pontificio, como asimismo de cartas y otros nombramientos, por su vastísima labor en favor de la Iglesia y de sus fieles.

   Este nombramiento causó en Niebla la natural emoción y satisfacción, pues así se reconocía, de manera terminante, la importancia que tiene esta ciudad de Niebla en el aspecto religioso, como lo fue en el guerrero y en el arte, estando llena su historia de hechos tan importante, dada a su buena situación geográfica en las anteriores épocas ibéricas, fenicia, griegas, romanas, visigodas, árabes y cristiana.

Ramón Ortega Egurrola.

  José García Díaz.

 

domingo, 2 de octubre de 2022

Huelva dolménica.

                                                                             


   Cartas desde Madrid. Sobre los dólmenes de Huelva.

   Recuerdo con nostalgia -ahora que piso nieve alemana – las innumerables excursiones que he hecho durante años por los más apartados parajes de nuestra provincia. El impresionante paisaje que se contempla desde El Cerro de Andévalo compensa con creces loas fatigas de su persona subida. Allí en lo alto quedan los empedrados de antiguos caminos, muros fortaleza y restos quizá de un discutido templo de dios Endovélico. También en el Cerro de Cogullos, defendido por su propia naturaleza escarpadas, se conservan en solitario las ruinas de antiguas fortificaciones. Pero de todas nuestras excusiones arqueológicas, las más pintorescas son las que hemos hecho para buscar “tumbas de moro·”.

         El campesino no entiende de cronologías prehistóricas ni dataciones mediante el carbono radioactivo. Para el los dólmenes son siempre ·tumba de moros”, en los que se guardan enormes riquezas. Recordamos -quizá no al pie de la letra – un dicho que recogió nuestro amigo Cerdán a propósito de los dólmenes de El Pozuelo:

                                                     Antón Gil, Anton Gil

                                               !cuánto oro y plata hay aquí!

    Lo cierto es que los dólmenes no hay ni oro. Ni plata, ni moneda, ni nada que pueda satisfacer la codicia de un buscador de tesoros. Sin embargo, casi todos nos han llegado saqueados desde la antigüedad.

                                                          


 Sin deslumbrarnos con fantasías, que empeña toso su esfuerzo- como decía Gómez Moreno- en honrar a sus muertos. Y precisamente en estos enterramientos el rito funerario de un pueblo generoso, que empeñaba todo sus esfuerzo-como decía Gómez Moreno- en honrar a sus muertos. Y precisamente aquí, en la provincia de Huelva, donde la Naturaleza sonreía generosa a las más antiguas culturas, los megalitos adquieren un desarrollo insospechado. Han transcurrido ya cuatro mil años y todavía quedan en pie sus enormes piedras en centenares de ellos.

   El más conocido es el de “La Lobita”, cerca de Trigueros. Otros en San Bartolomé de la Torre, Valverde del Camino, Niebla, Aroche, Aracena, Zalamea la Real, etc., se alzan solitarios y cubiertos de matorrales, sin otra visita que la del cazador que se refugia en ellos durante una lluvia inesperada. ¿Cómo es posible que nadie se sienta se sienta atraído a visitar su imponente grandeza? Los monumentos arqueológicos- me decían un amigo hace poco - no deben ser patrimonio exclusivo de los arqueólogos.

 Precisamente en un futuro muy próximo, nuestro museo exhibirá con orgullo una variadísima colección de hachas de piedra, puntas de flechas de piedra. Puntas de flechas y cuentas de collar. Son los ajuares de “El Pozuelo”; una auténtica “ciudad de los muertos”, que quien lea estas líneas posiblemente no habrá visitado nunca.

   La abundancia de dólmenes en la provincia de Huelva no es comparable con la de ningún lugar en la Península Ibérica. Pero todos se ocultan en parajes poco accesibles y sólo algunos son conocidos por un puñado de especialistas. Sientan al menos en el fondo, quien se considere onubense de corazón. El orgullo de poseer uno de los tesoros prehistóricos más importantes de Europa.

   Por don José María Luzón Nogué. En abril de 1971.

  José  García Díaz.