jueves, 22 de septiembre de 2022

El San Serafín.

                                                                      


         En el diario La Provincia, del jueves día 23 de febrero de 1916.

     Nos comenta lo siguiente, sobre el violento temporal que desde ayer se está desencadenado sobre Huelva y su provincia, ha sido sin duda la causa de una terrible desgracia en la que ha perdido la vida cinco hombres.

  Al medio día de hoy comenzaron a circular los rumores por la capital de haber naufragado en la barra un barco de vela cuyo nombre y matrícula eran de momento desconocidos, como igual suerte corrida por los tripulantes. Entre la población marítima se produjo gran alarma.

   Al llegar a este diario dichos rumores, nos encaminamos a la Comandancia de Marina en la que nos manifestaron que conocían la noticia, pero que carecían de detalles.

  En vista de esto, nos dirigimos al muelle donde pudimos recoger, de los informes facilitados telefónicamente por el vigía de la barra y un marinero, hermano de uno de los supervivientes del naufragio, los siguientes detalles.

   El naufragio ocurrió próximamente a las 11 y media de la mañana de hoy.

El barco naufragado era el laúd “San Serafín”, el mayor de los de la matrícula de Ayamonte siendo sus propietarios los señores Pérez Hermano, de dicha población. El laúd procedía de Cádiz, siendo su cargamento arroz y barriles de aceite. La tripulación se componía de un patrón y siete marineros.

   Las causas exactas del naufragio, así como la forma en que ocurrió este, no se conocen concretamente, pues a la hora en que escribimos estas líneas, los supervivientes no han podido hablar a causa del estado en que se encuentran por la terrible sospecha con las olas.

   De algunas palabras pronunciadas por ellos y por lo que manifiestan algunas personas que se hallaban a gran distancia del lugar de la catástrofe, se deduce, que el laúd, ya dentro de la barra, perdió el gobierno, siendo arrastrado hacia fuera por el viento y la marea que descendía en aquel momento.

    El barco fue empujado sobre los bajos de la Matilla y de Juan Limón, frente a la costa de Mazagón, donde se fue a pique. Donde cuatro tripulantes, desaparecieron casi de inmediato bajo las aguas.

  Los otros cuatros, entablaron una lucha titánica con las olas que, tan pronto los llevaba hacia la costa, como los internaban en el mar.

  Por fin, tres de ellos consiguieron arribar a la playa, cuando ya de fuerzas iban a parecer. Otro de los náufragos, que se había agarrado a uno de los palos del barco, se sostuvo a flote durante unas dos horas. En su lucha con las furiosas olas. En su lucha con la s furiosas olas, y a consecuencia de los golpes que recibió al tomar tierra en el bajo de la columna vertebral y resultó con graves heridas en la cabeza.

   Fue recogido por los carabineros de la playa, el torrero del faro del “Picacho” y un obrero del Puerto.

                                                               


   La imagén pertenece al pintor Egidio Linnig, con el título "salvando a los marinos naúfragos.1857.

   El desgraciado dejó de existir a las dos y media de la tarde. Otro de los marineros que consiguieron salvase, se encuentra también herido, aunque no de importancia. Al medio día, salieron en el vapor “Rábida”, personal de las Obras del Puerto y el médico don José Quintero, con los elementos necesarios para asistir a los náufragos.

   Por la Comandancia de Marina se han adoptado también las medidas necesarias para auxiliarles. Si su estado lo permite, llegaran probablemente esta noche a la capital. Los supervivientes de la catástrofe que estamos relatando son los siguientes:

   Patrón, Francisco Romero Moreno y los tripulantes Antonio Moreno y los tripulantes Antonio Vázquez Moreno y Antonio Pereira, primo y yerno respectivamente del patrón. Los desgraciados marineros que han parecidos ahogados en el naufragio son, Pablo Moreno Arenas y Cástulo Villegas. Además, el cocinero, cuyo nombre se ignora por el momento. El marinero que falleció a consecuencia de las heridas se llamaba Fernando Arenas.

   Al día siguiente en el mismo diario amplia los detalles, visitando en la misma mañana a dos de los supervivientes del naufragio.

   Estos marineros A.V.M. y A.P. los cuales llegaron anoche, a las once de la noche y media a la capital. El patrón había quedado convenientemente asistido en la casa de vigía de la barra, pues su estado no permitía trasladarlo a Huelva.

   Cuando estuvimos en la fonda “La Perla”, donde ha sido alojados los náufragos, la habitación se encontraba ocupada por varios marineros de Ayamonte, parientes y amigos de los accidentados, que habían acudido a interesarse por ellos.

   También vimos allí a los señores don Laureano Sousa y don Antonio Repiso, que por encargo de los armadores del Laúd “San Serafín”, señores Pérez Hermano, han facilitado a los supervivientes toda clase de auxilio, ya que ha sido verdaderamente horrible y las fatigas pasadas por los supervivientes solo pueden comprenderse viéndolos.

   El San Serafín, venía de Valencia con dirección a Ayamonte. Antes de ayer estuvieron en Cádiz, de donde salieron con tiempo medio bueno. Pero al doblar la Barra, una violenta ráfaga de aire y fuerte marejada les advirtió el peligro en que se encontraban. Siguiendo navegando, capeando el temporal y en vista de que este arreciaba y el aspecto del mar era imponente, decidieron arribar al puerto de Huelva a cuyo efecto pusieron proa a la barra.

   Cuando ya estaba dentro de esta el laúd toco fondo con la popa, no pudiendo tener timón. Al mismo tiempo, una terrible ráfaga de aire rompió la vela mayor.

   Los tripulantes del “San Serafín” procuraron resistir con los foques y la vela de mesana, pero el barco fue arrastrado hacia fuera, hasta embarrancar en el bajo de la Matilla, donde se rompió la popa a causa de los golpes de mar. Estos sacaron del bajo de la Matilla, llevándole al de Juan Limón donde embarranco de nuevo, de proa a popa, cayendo entonces el palo mayor sobre uno de los lados, agravando la situación de los náufragos, ya demasiado comprometida.

   Las cinco victimas de la catástrofe, eran todos casados dejando con su muerte en la mayor miseria a sus esposas e hijos, que suman en total 22.

  José García Díaz.

 

martes, 20 de septiembre de 2022

El navío de la María Toledo.

 

                                                                    

  Cuando el Felipe II accedió autorizar a la noble sevillana María Toledo, el pase para viajar a las Indias para encontrarse allí con sus hijos mayores. El permiso se le otorgó por Real Cédula, sin duda por la gran cantidad de ruegos y clemencia en nombre del Señor.

  En el “Catálogo de pasajeros a las Indias” queda registrada la partida de la viajera, donde queda probada que es la mujer legítima del fallecido Comendador el señor Jerónimo de Cabrera y Zúñiga.

  Embarcaron en el puerto de San Lucas de Barrameda el jueves el 6 de octubre de 1558, bajo el mando del maestre Alonso Martín Morejón, hicieron vela con rumbo a Panamá, para quedarse en el distrito de Santa Isabel de la provincia de Colón, que se llama Nombre de Dios, que en aquella época ejercía como un importante puerto del comercio colonial español, y principal centro de abastecimiento de toda Tierra Firme.

                                                              


  El navío destinado para este fin fué La Trinidad, cuyo propietario era el guipuzcoano Esteban de Aquerza de 120 toneladas.

   Pero ya metido en corto tiempo de navegación en las costas de las Arenas Gordas, se levantó un gran temporal de viento y lluvia que quedó el navío completamente destrozado, yéndose a pique entre la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel. El cadáver de María Toledo, junto a dos de sus hijos pequeños Juan de cinco y Nicolasa de nueve años junto con un paje, un mozo y tres doncellas que formaban parte de su séquito aparecieron arrojados en la playa de Moguer, contando además con 21 persona ahogadas más.

  Según Efrain Bischoft, comenta lo ocurrido de la siguiente manera: “crujió el maderamen del casco, rompiéndose como una cáscara de nuez y el agua entró torrencial, arrastrando al mar a pasajeros y tripulantes, entre alaridos, ruegos e imprecaciones. De allí quedaba la noble doña María de Toledo, terminó de una desesperada agitación por querer salvarse con sus retoños, quienes también le siguieron en su fatalidad.

A.G.I. Indef.Gene.1965.

  José García Díaz.

 

lunes, 19 de septiembre de 2022

Naufragios.

 

                                                         


   Con este título, mi estimado amigo don Claudio Bonifacio publica este artículo recogido por un diario de Huelva, cuyo nombre no me quiero acordar, el jueves 23 de agosto de 1996.

   Dice así: “El estudioso de las navegaciones entre España y América Claudio Bonifacio, de origen italiano, ha asegurado a Efe que los documentos históricos certifican que hay medio millar de barcos con tesoros o carga valiosas naufragados en las costas andaluzas, o próximas a ella.

   Estas riquezas sumergidas ascienden a 120. 000 toneladas de plata y 800 de oro, según los datos presentados por Bonifacio, quien a dedicado más de quince años al estudio de los documentos relacionados con las navegaciones de la época colonial española, fundamentalmente en el Archivo de Indias de Sevilla, aunque también en archivos portugueses.

   A estas cantidades hay que añadir las joyas, porcelanas y piedras preciosas que transportaban los buques hundidos y la diferencia de las cargas declaradas a las autoridades de la época y el contrabando o sobrecarga de oro y plata que, como demuestra el rescate de cientos galeones, podía ser el doble de lo registrado oficialmente.

                                                             


  Bonifacio ha localizado fuentes documentales que atestiguan la existencia de 850 barcos en las costas andaluzas y Guadalquivir arriba, hasta Sevilla, si bien las fuentes históricas señalan que fueron quinientos lo que iban cargados de tesoros en el momento de se su hundimiento o naufragio, matiz fundamental ya que el término de “naufragio” lo emplea para designar a lo barcos que se encuentra a menos de 16 metros de profundidad cerca de la costa.

  La ciudad de San Lucas de Barrameda (Cádiz), la de Doñana en (Huelva) y en el mismo Guadalquivir son los lugares de mayor concentración de barcos hundidos entre 1496 y 1823, periodo estudiado por Bonifacio.”

  Las costas de Huelva desde el Guadiana al Guadalquivir, tiene recogidas en sus entrañas la historia documentada de unos 193 naufragios.

                                                             


  Siendo el primero y el más conocido, por resucitar de nuevo en los primeros días de marzo del año del 2008, en la playa del Partil. En donde la primera versión de algunos estudiosos se recae en el navío “El San Medel y Celedón”. La segunda que los restos es al final es de un barco holandés del siglo de XVII. Pero consultando en los Archivos de India encontramos toda documentación de esta singular nao como fue la San Medel y Celedón que naufragó cuando venía de vuelta en febrero de 1545 en el Portil. Al mando de su maestre Juan Lubelza del navío citado, y sus fiadores apelaran al Consejo la sentencia dictada por los jueces de la Audiencia de la Contratación en el pleito que contra ellos han seguido Juan Francisco de Vivaldo y otros mercaderes en las mercancías que traía dicha nao, y que se perdió cuando venía de vuelta de la Nueva España, sobre el importe de dicha cargazón. (Bonifacio APN Oficio XV. Libro II).

  José García Díaz.

viernes, 16 de septiembre de 2022

El agua en Doñana.

                                                                             

                                                                           

       El 29 de julio de 1970 desde Paris. (del corresponsal de Pyresa).

     Descubierta una bolsa gigante de agua bajo los eucaliptos de Almonte con una capacidad cuatro veces superior a la mayor presa de España.

 Las marismas del Guadalquivir en las tierras almonteña, puede convertirse en una nueva Holanda gracias a los estudios llevados a cabo por los hidrogeólos de la F.A.O. (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura). En un trabajo de Pierre Marie Doutrelant, que publica el suplemento económico de “Le Monde”, se dan toda clase de detalle sobre el gran hallazgo científico; una gigantesca bolsa de mil ochocientos noventa kilómetros cuadrados, situada bajo los eucaliptus de Almonte que contiene unos cuatro mil millones de metros cúbicos de agua, es decir cuatro veces más que en la mayor presa que hay en España.

   Con sólo una parte insignificante de este yacimiento se pueden regar diez mil hectáreas de terrenos de siembra. El autor de este trabajo después de enumerar los estudios llevados a cabo por los expertos de la F.A.O., a petición del Gobierno español que considera el problema social del campo andaluz.

  A este respecto, resalta el hecho de que dos millones de hectáreas o sea el treinta por ciento de la superficie cultivable pertenece a tres mil quinientos propietarios. La más pequeña de estas propiedades tiene una superficie de doscientas hectáreas y la mayor de unas tres mil y hasta más.

                                                               




   Esta gran obra que engendraría la irrigación de una vasta superficie planteará una situación totalmente nueva que rompería con la “tradición” y daría paso a una situación distinta, tanto en lo referente a la propiedad como a la explotación agrícola. En todos sus aspectos estos trabajos de los técnicos de la F.A.O., ofrecen una nueva y trascendental fase a la agricultura española y al futuro de la situación agrícola andaluza particular.

           Días después en el diario madrileño “Arriba” comentaba la noticia, en relación con el descubrimiento de la bolsa de agua subterránea en el término de Almonte (Huelva), un portavoz del Ministerio de Obras Públicas, ha indicado a un periodista de la agencia “Piresa” que todavía es demasiado pronto para hablar de realidades. Tanto en esa zona como en otras muchas de España se hacen prospecciones, en las que colaboran los Ministerio de Obras Públicas, Industria y Agricultura, Instituto Geológico y Minero de España y técnicos de la F.A.O. Según el citado portavoz, no hay en este momento base alguna para concretar la posible importancia de la mencionada bolsa de agua.

 José García Díaz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 14 de septiembre de 2022

En busca del corso en Mazagón

 

                                                            


 

    Para salir en busca del corso, al mando de señor Duque de la Fernandina General de las Galeras de España por orden de su majestad, hijo del señor Don Pedro de Toledo, que dispone de diez galeras, y habiendo metido en ella todo lo necesario, y reforzada todos de los abastecimientos de la mejor gente de remo que pudieron, y tirando pieza de leva. Salió del gran puerto de Santa María, día de la gloriosa Señora Santa Ana, que fue viernes de veinte y seis del mes de julio del 1624, porque decidió de correr la costa de la Barbería, y caminando con sus galeras la vuelta del Cabo de Espartel; luego sábado en la madrugada, que fueron veinte y siete del dicho sábado de madrugada, que era descubrieron cuatro galeras como a cuatro leguas, cuatro bajeles, que tres de ello parecían de guerra, viendo el señor general la buena ocasión que se presentaba, mandó a poner en las arrumbadas en cada galera, mucha velas, colchones, mochilas de ropa como parapeto como medio de reforzar la defensa ante la artellería enemiga.

  Después de todo así ordenado, el señor duque mandó al capitán de su galera capitana, que manda a los mozos forcados a bogar poco apoco, y siguiendo la capitana a las demás galeras, que todos habían jurados servir a Dios y al Rey. Ya el valiente capitán Pedro Suzias (que es además de capitana, y natural de Mallorca), con orden del duque de la Fernandina que viendo que era posible hacer batalla, mando preparar piezas con bala y atento al toque del clarín. Permitió nuestro Señor que no nos faltasen viento, que era las alas de los navíos por el empuje que hacían por la popa.

   Ya metidos en las Arenas Gordas, dimos con ellos haciendo aguada en el arroyo de Oro. El que estaba por cabo de los enemigos, mando que la escuadra se juntasen toda, para guardar sus popas, y disparando su artillería y mosquetería, haciendo dura la batalla durante horas, haciendo algún daño en los nuestros, más como nuestro Señor por su misericordia siempre defiende su causa, nos hizo dar la victoria, pues diciendo la gente de las galeras en altas voces, victoria, victoria, a ellos, a ellos, Santiago, sierra España, se acobardaron los enemigos, y las gentes de las galeras saltaron dentro de los navíos; hallaron en ellos muchos moros muertos y heridos, y tomaron muchos despojos de ellos, y hallaron muchos, según confesaron, que en un bajel que traían consigo, lo avían cogido cargado con muchos fardos de mercaderías conseguido en una villa cerca.

                                                             


  La batalla duró desde la cinco de la mañana hasta las once de la noche.  Murió peleando como valeroso soldado, al servicio de Dios y al Rey; el capitán de galera “San Pedro” que era don Francisco Saez, hijo del señor Procurador. También fue herido el capitán Pedro Sufias, que lo es de la capitana y gobernador de la infantería; gran soldado, y muy privado del Duque de Fernandina, por sus grandes servicios.

 Otro herido fue el capitán de la galera Santa Catalina, que es diego de Biedma soldado viejo, que ha sido mucho tiempo capitán en las galeras de Portugal, dando siempre su pecho al servicio de su majestad.

   Entre turcos, moros y renegados serían cerca de ochocientos poco más o menos de los cuales los metieron en la baja de Cádiz y fueron ahorcados de las antenas, y que de allí los echaron a la mar.

  José García Díaz.

martes, 13 de septiembre de 2022

Un singular testamento.

                                                                               


    En el año de Nuestro Señor Jesucrito de 1581. Siendo el jueves día 6 febrero.      

        Testamento en la ciudad de Plata. Por Per Yáyes. Natural de Huelva del condado de Niebla, hijo legítimo de Pedro Martín, portugués oriundo de Faro, y de Leonor Martín. Deseaba que le enterrasen en el monasterio de San Francisco de los Reyes con el hábito de dicha Orden. Que hacía tres años que los moros habían cogido cautivos a sus hijos Pedro Díaz y Juan Francisco Guerrero cuando se dedicaban a la pesca en la playa de Arenas Gordas, llevándose a los primeros a la cárcel de Tetuán y aun tercero que se encontraban acompañando a los hermanos. Con el fin de poder liberarlo pidió licencia al rey para implorar caridad pública.

   Que habiéndola concedido marchó al Perú y recorrió lugares hasta reunir 250 pesos de a 8 reales y dos barras de plata que entregó en depósito a un mercader de Potosí llamado Miguel redondo. Donde fueron valorada en 800 pesos. Otros 200 reales los puso en manos del comerciante de la misma ciudad Cristóbal Martín Pulper. Este dinero se enviaría a Huelva a su mujer Inés Guerrero; y en caso de haber muerto, al regidor perpetuo de la villa Rodrigo Creces para que realizará el rescate de sus hijos con la mayor rapidez posible.

   Si quedaba algo de dicho rescate y su referida mujer vivía lo disfrutaría a perpetuidad si no contraía segundas nupcias, de lo contrario se le entregaría sólo lo previsto por ley.

  Tenía Huelva en la calle de Enmedio unas casas que lindaban con la del piloto Alonso Martín y el marinero Francisco Martín. De dichas casas le pertenece a sus hermanos Gonzalo Pérez  Catalina Martín unos 6 ducados y 4 reales a cada uno en mano. Además de los hijos cautivos tenía otro llamado Gonzalo Pérez, que participa en la distribución del remanente de sus bienes. Las cantidades que recordaba deber en Huelva era de 30 reales al sastre Martínez, de ropa que le había comprado, otros 30 al mercader Cristóbal Toledo y 20 ducados a Cristóbal Rodríguez Manga con el que compró a medias el barco en el que raptaron a sus hijos.

                                                   

Mercedarios, de Pierre Dan en 1637.

      

  Estaba en poder de un caballo bayo que compró con las limosnas para su desplazamiento y donaba en unión de su vestuario al hospital de La Plata, en que estaba internado. Serían sus albaceas en los Reyes los mercaderes Tomás Barrera y Gabriel Ruiz; y en España su mujer Inés Guerrero.

   Meses después el 19 de octubre. Se documenta sobre la presa de  dos bergantines de moros sobre las Arenas Gordas hechas por las galera capitana de la Escuadra de Nápoles y la galera Santa Barbara de la Armada de España Fol. 14 cátalogo de la colección de documentos Vargas Ponces que posee el M. Naval.

 José García Díaz.

sábado, 10 de septiembre de 2022

Pendiente en los próximos días apertura del sumario sobre el desfalco de Coborja, con una deuda de más de 850 millones de pesetas.


                   Extraemos la circular mandada por parte del Pepe local y repartida pot todo el pueblo.