Notas 1ª sobre el río Tinto
En la obra, conocida como La Descripción y
cosmografía de España o el Itinerario de Hernando Colón (Córdova 1488-Sevilla,
1539)
P. 210; un río en dicho reino;
Es ya mencionado en la
Crónica del Moro Rázi como río Tinto, además de río de Laxer, y en la obra de
Yàqút como Tintus, derivando su nombre
por el llamativo color rojo de sus aguas, abundante en minerales. Y es
posiblemente en esta época árabe, se le llamasen también con el nombre de nahr Labla
(Rio de Niebla) y nahr Lashsar.
Pues en los años
ochenta y noventa, del siglo pasado se encontraba pendiente de perder parte de
su longeva identidad. Resaltamos varias crónicas de la prensa de aquellos
momentos, que daban como primicia, de cómo se le declaraba una guerra sin
cuartel al pobre y humilde río Tinto, sin que nadie dijera nada en poder
defenderlo.
De los archivos del
periódico Huelva Información, extraemos las siguientes notas sobre el delicado
y controvertido tema, una de ella del día del 2-11-1980. Las declaraciones por
parte del senador socialista y antiguo trabajador de las Minas de Río Tinto,
Antonio García Correa, “Lo primero que haré en el Senado será insistir en la
moción sobre la descontaminación del río Tinto, y no parare hasta verlo conseguido.”
En ese mismo año y
firmando el artículo por el periodista A. Peinazo: La descontaminación del
Tinto sería posible con una inversión cercana a los 3.700 millones de pesetas.
Las aguas “dulces”
podrían embalarse para llevarlas al acuífero de Doñana. Este proyecto que
defiende este senador socialista, teniendo como objetivo el separar la parte
inicial del río, que es la que se encuentra más contaminada con otro aporte de
agua dulce. El agua contaminada se embalsaría, pudiéndose tratar en parte, para
llevarla después por tuberías río abajo hasta la zona de Niebla, donde se
filtraría naturalmente con terreno de la piedras calizas.
La contaminación
que lleva este río puede calificarse de “natural” todo lo que respectas al río Tinto. “Ya en
la antigüedad, marcada por las primeras referencias que se disponen en la época
tartésica las primeras producciones se realizaban construyendo “socavones” que se
comunicaban con el terreno circulante mediante galerías, que además de servir
para extraer el mineral se utilizaban como desagües” Asegura el senador Correa,
añadiendo como en todas las labores antiguas, hoy abandonadas, han quedado
pequeños montones, de material que se han enriquecido porcentualmente en
metales después de la tostación natural producida por los agentes
atmosféricos.”
Del 26 de
Abril de 1989. Del escrito de una autoridad como lo es el Ingeniero de Minas
don Isidro Pinedo Vara.
Este artículo es
uno más de los escritos a favor de la ejecución de unas modestas obras para
que, sin arte de magia, el río Tinto se convierta en un río limpio, pasando de
un río que mata y esteriliza a río que dará vida, Kilowatios y regadíos a la
extensa fértil campiña que se extiende desde Gibraleón y zona norte de los términos
municipales de Huelva y San Juan hasta el Condado. El río maldito pasará a ser,
en compensación a los milenios que lo han sufrido, germen de su desarrollo y
bienestar.
Algunos lectores
saben que el tema tartéssico no es nuevo para nosotros. Por espacio de varios
años estuvimos reuniendo información formando toda ella un difícil rompecabezas.
Y tras su laboriosa solución, llegamos a las siguientes conclusiones, que
publicadas, creemos fueron aceptadas por la mayoría de los especialistas tartéssicos,
ante muy dividido.
1.
—La
minería tartésica fue la de Huelva.
2.
–El
río Tartesso, era el río Tinto.
3.
–La
capital de Tartesso, aún no descubierta, se sitúa en la provincia de Huelva,
probablemente en las proximidades a esta capital.
Y ahora nos preguntamos ¿tenemos base
razonable para admitir la continuidad física del río Tartesso hasta la
denominación de río Tinto y como conjeturar cómo era sus aguas? La repuesta puede ser polémica, pero no la base
en que nos apoyamos y es que los 25 ó 28 siglos que separan nuestros días de
los Tartéssicos son “una insignificancia” comparada con el tiempo que nos
separa de los últimos fenómenos geológicos que hayan afectado a la epidermis de
la corteza terrestre en este punto y un infinitésimo del tiempo que no separan
de la formación, por la naturaleza, de las masas de minerales de Huelva.
En lo que se refiere a las aguas del río Tartesso, creemos que
inicialmente, antes de la minería, sus manantiales serían de agua potable o, a
lo sumo, algo ferruginosas, pero no dañinas, puesto que si las masas de mineral
afloraban, tal afloramiento sería una
“montera de Hierro” como las que aún se encuentran en la provincia de Huelva.
Al iniciarse la minería de los Tartessos, es de suponer que éstos
trabajarían por encimas del nivel de las aguas y que extraerían por encimas del
nivel de las aguas y que extraerían sólo los óxidos y carbonatos, que son
minerales más fáciles de arrancar y de fundir. Las aguas del río Tartesso
aumentarían de volumen y serían muy probablemente ferruginosa, pero no ácidas.
La invasión de los Cartagineses hacia el año 500 a C. destruyó todo lo
tartéssico. Tras la obligada inactividad, llegó la gran explotación romana, que
duró desde el año 42 a C. hasta el 405 de nuestra era. Los romanos reabrieron
las explotaciones tartéssicas y
descubrieron e iniciaron el arranque en todas las otras masas de mineral
de Ríotinto que no se encontraban muy profundas. Igualmente extendieron su
actividad a la mayoría de los yacimientos de la cuenca de Huelva. Creemos que
sus arranques se hicieron en la llamada zona de enriquecimiento secundario en
la cual abundaban los ricos sulfuros de cobre covelina y calcosina, así como
los metales preciosos. Las aguas del río de las minas, el Urium de los romanos
fueron aumentando de caudal, formado este último a expensas del azufre de los
sulfuros.
Como tras la explotación romana, transcurrió más de un milenio de
inactividad, tiene un valor excepcional el informe que emitió el clérico
Delgado en 1556, por encargo de Felipe II. Copiamos la página 48 del libro
“Piritas de Huelva” parte de este informe, no sin antes reiterar que el clérico
veía y describía las minas tal y como la dejaron los romanos en el año 405.
“Asimismo, fuimos a ver otra cueva, la cual estaba llena de agua y salía
debajo de ella un río, el cual se dice Rio-Tinto, la causa por qué nace por
veneros de caparrosa, que por otra partes se dice aceche, de lo sirve para
tinta, y así toda las orillas, y así
toda las orillas de este río están
llenas de aceche, principalmente el mes de Agosto, y así todos los lugares
donde pasa este río o cercanos son obligados cada consejo a enviar sus
cuadrillas de mujeres y mozos e mozas, en todo el mes de Agosto, a coger éste
aceche y con éste pagan al Arzobispo de Sevilla ciertos tributos, de los cuales
ellos están obligados: los consejos y otras personas no lo pueden coger en
ningún tiempo, porque es suyo, del
Arzobispo, so pena de graves penas….”
....”En este río no se cría ningún género de pescado, ni cosa viva, ni
las gentes las beben ni las alimañas, ni se sirve de esta agua en ninguna cosa.
Tiene una propiedad esta agua, que cualquiera persona que tenga en el cuerpo
cosa viva como las lombrices como beba de ella se les mata y le echan del
cuerpo, otra propiedad les dije que tiene, de lo cual ellos se holgaron de
saber, y es que ninguna persona que tuviese mal de ojo, que como se lavase con
aquella agua, que luego sanaría; y esto les di por medicina en aquellas
tierras, de lo cual ellos quedaron muy contentos, porque lo vieron luego por experiencia. Tiene otra
propiedad, que si le echan un hierro en el agua, en pocos días se consume; esto
yo lo probé y tomé una rana viva y la eché en el río, que luego murió sin poder
salir del agua”
“Visto todo lo dicho, e informándome en todo lo que pude, nos volvimos
para la villa de Aracena, tres días antes de Nuestra Señora de Agosto del año
del Señor de 1.556.”
El anterior informe del clérico Delgado se presta a muchos comentarios y
deducciones. Pruebas, en efecto, que el río de las minas, el Urium romano, era
el río Tinto, sin cambios en 16 siglos. Lo que allí ha variado se debe a la
mano del hombre; a la formidable minería llevada a cabo primero por los nativos
tártesico, para comerciar libremente con los fenicios y a los romanos que
trabajaron generalmente con esclavos e imponías extraordinarios tributos.
El clérico Delgado habla del “aceche”, esos polvos que sigue dejando en
sus orillas el río Tinto cuando aprietan las calores y se evaporan el agua.
Estos polvos son redisueltos al llegar las primeras aguas otoñales y hace
variar la acidez de agua abajo, produciendo mortandad de los peces que subieron
ría arriba, al secarse el Tinto en verano, y ascender sólo agua de mar pura,
subida por las mareas. El efecto mortífero será mayor o menor, según cojan las aguas de lluvias a las saladas de la ría,
en plea o bajamar, por razones de concentración. Yo he presenciado en dos
ocasiones, estas mortandades de peces, cuando por falta de coche íbamos en
barca de vela desde un caño que hay en el polvorín hasta Palos de la Frontera.
Sería lógico que tantas personas como escribieron hace poco achacando todas las
muertes a las fábricas, escribieran a los periódicos ahora adhiriéndose al
proyecto de un río Tinto limpio, que terminará, al menos, con las mortandades
periódicas debidas al aceche.
José García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario