jueves, 17 de septiembre de 2015

Notas 1ª sobre el río Tinto

                                                                   
                                                                  
                                                       


                                 Notas 1ª sobre el río   Tinto

          En la obra, conocida como La Descripción y cosmografía de España o el Itinerario de Hernando Colón (Córdova 1488-Sevilla, 1539)

P. 210; un río en dicho reino;

 Es ya mencionado en la Crónica del Moro Rázi como río Tinto, además de río de Laxer, y en la obra de Yàqút  como Tintus, derivando su nombre por el llamativo color rojo de sus aguas, abundante en minerales. Y es posiblemente en esta época árabe, se le llamasen también con el nombre de nahr  Labla  (Rio de Niebla) y nahr Lashsar.

    Pues en los años ochenta y noventa, del siglo pasado se encontraba pendiente de perder parte de su longeva identidad. Resaltamos varias crónicas de la prensa de aquellos momentos, que daban como primicia, de cómo se le declaraba una guerra sin cuartel al pobre y humilde río Tinto, sin que nadie dijera nada en poder defenderlo.

    De los archivos del periódico Huelva Información, extraemos las siguientes notas sobre el delicado y controvertido tema, una de ella del día del 2-11-1980. Las declaraciones por parte del senador socialista y antiguo trabajador de las Minas de Río Tinto, Antonio García Correa, “Lo primero que haré en el Senado será insistir en la moción sobre la descontaminación del río Tinto, y no parare hasta verlo conseguido.”  

   En ese mismo año y firmando el artículo por el periodista A. Peinazo: La descontaminación del Tinto sería posible con una inversión cercana a los 3.700 millones de pesetas.

    Las aguas “dulces” podrían embalarse para llevarlas al acuífero de Doñana. Este proyecto que defiende este senador socialista, teniendo como objetivo el separar la parte inicial del río, que es la que se encuentra más contaminada con otro aporte de agua dulce. El agua contaminada se embalsaría, pudiéndose tratar en parte, para llevarla después por tuberías río abajo hasta la zona de Niebla, donde se filtraría naturalmente con terreno de la piedras calizas.

     La contaminación que lleva este río puede calificarse de “natural”   todo lo que respectas al río Tinto. “Ya en la antigüedad, marcada por las primeras referencias que se disponen en la época tartésica  las primeras producciones  se realizaban construyendo “socavones” que se comunicaban con el terreno circulante mediante galerías, que además de servir para extraer el mineral se utilizaban como desagües” Asegura el senador Correa, añadiendo como en todas las labores antiguas, hoy abandonadas, han quedado pequeños montones, de material que se han enriquecido porcentualmente en metales después de la tostación natural producida por los agentes atmosféricos.”

         Del 26 de Abril de 1989. Del escrito de una autoridad como lo es el Ingeniero de Minas don Isidro Pinedo Vara.

    Este artículo es uno más de los escritos a favor de la ejecución de unas modestas obras para que, sin arte de magia, el río Tinto se convierta en un río limpio, pasando de un río que mata y esteriliza a río que dará vida, Kilowatios y regadíos a la extensa fértil campiña que se extiende desde Gibraleón y zona norte de los términos municipales de Huelva y San Juan hasta el Condado. El río maldito pasará a ser, en compensación a los milenios que lo han sufrido, germen de su desarrollo y bienestar.

       Algunos lectores saben que el tema tartéssico no es nuevo para nosotros. Por espacio de varios años estuvimos reuniendo información formando toda ella un difícil rompecabezas. Y tras su laboriosa solución, llegamos a las siguientes conclusiones, que publicadas, creemos fueron aceptadas por la mayoría de los especialistas tartéssicos, ante muy dividido.

1.    —La minería tartésica fue la de Huelva.

2.    –El río Tartesso, era el río Tinto.

3.    –La capital de Tartesso, aún no descubierta, se sitúa en la provincia de Huelva, probablemente en las proximidades a esta capital.

Y ahora nos preguntamos ¿tenemos base razonable para admitir la continuidad física del río Tartesso hasta la denominación de río Tinto y como conjeturar cómo era sus aguas? La  repuesta puede ser polémica, pero no la base en que nos apoyamos y es que los 25 ó 28 siglos que separan nuestros días de los Tartéssicos son “una insignificancia” comparada con el tiempo que nos separa de los últimos fenómenos geológicos que hayan afectado a la epidermis de la corteza terrestre en este punto y un infinitésimo del tiempo que no separan de la formación, por la naturaleza, de las masas de minerales de Huelva.

     En lo que se refiere a las aguas del río Tartesso, creemos que inicialmente, antes de la minería, sus manantiales serían de agua potable o, a lo sumo, algo ferruginosas, pero no dañinas, puesto que si las masas de mineral afloraban, tal afloramiento  sería una “montera de Hierro” como las que aún se encuentran en la provincia de Huelva.

  Al iniciarse la minería de los Tartessos, es de suponer que éstos trabajarían por encimas del nivel de las aguas y que extraerían por encimas del nivel de las aguas y que extraerían sólo los óxidos y carbonatos, que son minerales más fáciles de arrancar y de fundir. Las aguas del río Tartesso aumentarían de volumen y serían muy probablemente ferruginosa, pero no ácidas.

   La invasión de los Cartagineses hacia el año 500 a C. destruyó todo lo tartéssico. Tras la obligada inactividad, llegó la gran explotación romana, que duró desde el año 42 a C. hasta el 405 de nuestra era. Los romanos reabrieron las explotaciones tartéssicas y  descubrieron e iniciaron el arranque en todas las otras masas de mineral de Ríotinto que no se encontraban muy profundas. Igualmente extendieron su actividad a la mayoría de los yacimientos de la cuenca de Huelva. Creemos que sus arranques se hicieron en la llamada zona de enriquecimiento secundario en la cual abundaban los ricos sulfuros de cobre covelina y calcosina, así como los metales preciosos. Las aguas del río de las minas, el Urium de los romanos fueron aumentando de caudal, formado este último a expensas del azufre de los sulfuros.

      Como tras la explotación romana, transcurrió más de un milenio de inactividad, tiene un valor excepcional el informe que emitió el clérico Delgado en 1556, por encargo de Felipe II. Copiamos la página 48 del libro “Piritas de Huelva” parte de este informe, no sin antes reiterar que el clérico veía y describía las minas tal y como la dejaron los romanos en el año 405.

   “Asimismo, fuimos a ver otra cueva, la cual estaba llena de agua y salía debajo de ella un río, el cual se dice Rio-Tinto, la causa por qué nace por veneros de caparrosa, que por otra partes se dice aceche, de lo sirve para tinta, y así toda las  orillas, y así toda las  orillas de este río están llenas de aceche, principalmente el mes de Agosto, y así todos los lugares donde pasa este río o cercanos son obligados cada consejo a enviar sus cuadrillas de mujeres y mozos e mozas, en todo el mes de Agosto, a coger éste aceche y con éste pagan al Arzobispo de Sevilla ciertos tributos, de los cuales ellos están obligados: los consejos y otras personas no lo pueden coger en ningún tiempo,  porque es suyo, del Arzobispo, so pena de graves penas….”

  ....”En este río no se cría ningún género de pescado, ni cosa viva, ni las gentes las beben ni las alimañas, ni se sirve de esta agua en ninguna cosa. Tiene una propiedad esta agua, que cualquiera persona que tenga en el cuerpo cosa viva como las lombrices como beba de ella se les mata y le echan del cuerpo, otra propiedad les dije que tiene, de lo cual ellos se holgaron de saber, y es que ninguna persona que tuviese mal de ojo, que como se lavase con aquella agua, que luego sanaría; y esto les di por medicina en aquellas tierras, de lo cual ellos quedaron muy contentos, porque  lo vieron luego por experiencia. Tiene otra propiedad, que si le echan un hierro en el agua, en pocos días se consume; esto yo lo probé y tomé una rana viva y la eché en el río, que luego murió sin poder salir del agua”

   “Visto todo lo dicho, e informándome en todo lo que pude, nos volvimos para la villa de Aracena, tres días antes de Nuestra Señora de Agosto del año del Señor de 1.556.”

      El anterior informe del clérico Delgado se presta a muchos comentarios y deducciones. Pruebas, en efecto, que el río de las minas, el Urium romano, era el río Tinto, sin cambios en 16 siglos. Lo que allí ha variado se debe a la mano del hombre; a la formidable minería llevada a cabo primero por los nativos tártesico, para comerciar libremente con los fenicios y a los romanos que trabajaron generalmente con esclavos e imponías extraordinarios tributos.

   El clérico Delgado habla del “aceche”, esos polvos que sigue dejando en sus orillas el río Tinto cuando aprietan las calores y se evaporan el agua. Estos polvos son redisueltos al llegar las primeras aguas otoñales y hace variar la acidez de agua abajo, produciendo mortandad de los peces que subieron ría arriba, al secarse el Tinto en verano, y ascender sólo agua de mar pura, subida por las mareas. El efecto mortífero será mayor o menor, según cojan  las aguas de lluvias a las saladas de la ría, en plea o bajamar, por razones de concentración. Yo he presenciado en dos ocasiones, estas mortandades de peces, cuando por falta de coche íbamos en barca de vela desde un caño que hay en el polvorín hasta Palos de la Frontera. Sería lógico que tantas personas como escribieron hace poco achacando todas las muertes a las fábricas, escribieran a los periódicos ahora adhiriéndose al proyecto de un río Tinto limpio, que terminará, al menos, con las mortandades periódicas debidas al aceche.

José García Díaz.


       




  


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