En el día de ayer 24 de Agosto de 1913, fue
objeto de una agresión el cónsul de los Estados Unidos de América, en esta
capital, el señor don Guillermo Alcock.
La noticia se extendió, por la capital huelvana causando gran impresión y asombro, dada las muchas amistades de goza este
señor.
Los hechos ocurrieron de la siguiente manera,
siendo poco más de las doce, se encontraba el señor Alcock en su domicilio, con
varios señores extranjeros, penetró en éste, cuya puerta se encontraba abierta,
un individuo llamado Juan José Bejarano Hermoso.
Este hombre, cuyas facultades mentales están
trastornadas, y que no sabemos porque causa circula libremente por todas
partes, había estado varias veces en la casa del señor Cónsul, para reclamar
unos pretendidos inventos, que según dice le "han robado" los
americanos.
Por donde en el día de hoy volvió insistiendo
sobre lo mismo, y cuando estando conversando con el señor Cónsul, en el patio
del edificio, rápidamente sacó un cuchillo con el que le dio varios golpes.
El señor Alcock, al verse agredido, dio
un salto hacia atrás y gracia a esta situación se debe el que agresor solo
consiguiera herirle ligeramente, por suerte. Mientras el Juan José Bejarano, al
ver herido al señor Cónsul salió huyendo, refugiándose en una casa inmediata,
cuya puerta cerró.
La agresión fue tan rápida e inesperada,
que las personas que se encontraban en un saloncito inmediato al patio, no se
apercibieron de nada hasta escuchar un grito del señor Cónsul y ver huir al
agresor enseñando un enorme cuchillo ensangrentado.
En un coche fue trasladado rápidamente
sin pérdida de tiempo a la clínica de los doctores Mackay y Macdonal, el señor
Cónsul. Tanto el médico de la citada clínica el señor Gray, y contando con la
presencia del médico forense señor Coto, le practicaron una detenida cura.
Presentando el siguiente informe para el
atestado, una herida de 7 centímetros en dirección horizontal, situada en la
cuarta costilla del lado izquierdo, que ha tocado la piel, tejido celular, masa
muscular y periosteo más dos erosiones,
una en el lado derecho de la cara y otra en el antebrazo derecho. Dichas
lesiones fueron calificadas de pronostico leves, salvo complicaciones.
Comentado anteriormente, que el agresor,
al huir, penetró en una casa inmediata, donde se encerró. Un criado del señor
Cónsul, salió corriendo y al ver al teniente de carabineros don Eduardo de
Torres, le dio cuenta de lo ocurrido.
El
señor Torres, acompañado del teniente del mismo cuerpo don Andrés González y de
los números de caballería, Manuel Roldán y Andrés Galán, llegó a la casa donde
se encontraba escondido el agresor, y llamando a la puerta, le invitaron a que
se entregase.
Donde el agresor respondió: No abro de
ninguna manera, que los americanos quieren matarme. Lo que de nuevo, el oficial
carabinero se percató del estado de su carácter, le instó de nuevo a
entregarse, abriendo entonces la puerta el agresor y entregándose. Donde le
intervinieron un cuchillo viejo, que mide unos cuarenta centímetros y presenta
en toda su longitud mancas de sangre.
Una vez comprobados todos los hechos
expuestos, nos dirigimos a la Prevención municipal, donde había sido conducido
el agresor por los carabineros Roldán y Galán
Le interrogamos, contestando a nuestra
preguntas, que él no tenía motivos ningunos de resentimientos al señor Alcock.
Lo que pasa---añadió--- es, que yo tengo
tres inventos sobre curaciones y los americanos se están aprovechando de ellos,
habiendo intentando éstos matarme en gran número de ocasiones.
Esta mañana, tuve un disgusto con un
individuo y como soy el Judío Errante y las leyes no me reconocen derecho,
pensé matar a un cónsul a fin de provocar una intervención de las potencias.
El primero que vi fue a don Guillermo
Alcolk y por eso lo he matado.
Ahora verán ustedes-- dijo sonriendo--como
todo se arreglará para mí, antes de lo que ustedes piensan.
Mientras nos hablaba, giraban sus ojos rápidamente y se agarraba con
fuerza a los barrotes de la celda.
Juán José Bejarano Hermoso, debido sin
duda al estado de sus facultades mentales, ya contaban de antecedentes como
agresor, ya muy dado a las bebidas alcohólicas, no es la primera vez que comete
hechos parecidos al citado.
El Jueves Santo del pasado año de 1912,
también causó heridas de arma blanca, al maestro de nuestro taller de
encuadernación, Antonio Pons.
Poco tiempo después, en una taberna de
la plaza de San Francisco, estuvo a punto de matar por estrangulación a otro
individuo.
Esta mañana, antes de agredir al señor
Cónsul don Guillermo Alcock, estuvo acechando a un vecino participe con él, de
la casa en que habita, el cual es obrero de la Compañía de Río Tinto.
En una taberna instalada en la calle
Bailén nº 20, bebió gran cantidad de vino y poco después cometía la agresión.
Es verdaderamente inexplicable, que
teniendo conocimiento las autoridades de estos hechos, no tomen las medidas
necesarias, como la tener recluido al Juan José Bejarano en un manicomio, ya
que en su estado resulta peligroso.
El hecho se encuentra en el Juzgado de Instrucción.
Pero entre otras cosas curiosa del caso es que Juan José Bejarano Hermoso,
había nacido en la villa de Bonares.
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