lunes, 9 de mayo de 2016

El gañán.

            
                                                 


         Dese antiguo era muy común en este pueblo, encontrarse con la palabra "el gañán", ¿cuál era su significado?, el porqué se le encontraba común; porque así se le conocía a los jornaleros aquellos, que se veían al romper el día, en la conocida Plaza de España al encuentro de un jornal con que llevar a su casa el pan de la familia; esa era una de las definiciones.
      Otra, era como se le conocía, el servir en la mili haciendo de acemilero. De ahí viene la frase comentada por las gitanas, cuando tenía previsto echar una maldición: "que de acemilero te veas por las tierras africana". Eran los portadores muleros, que al empezar su campaña, le asignaba una mula como compañera del servicio hasta que el soldado se licenciaba.
      Alguno bonariegos, les tocó realizar de esta manera su servicios en tierra moruna. Uno de ellos de sanitario acompañado con la mula que con unas parihuelas, trasportaban heridos de las refriegas, en unos terrenos abruptos y montañosos, hasta los hospitales de Campaña.
     Otro gañán, se tiró la mili de aguaó, de la fuente al destacamento, pero no terminó del todo bien.

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       Hemos rescatado del apartado de cuentos y leyendas, un recordatorio, por parte del escritor serrano Antonio Morgado:

   Fuertemente agarrado a la mancera, la que oprime entre sus manos callosas cual avaro su tesoro, va impaciente tras la pasada yunta el joven y robusto gañán.
      Al tiro potente de soberbios bueyes, abrece la tierra obligada por la acerada reja bien templada que firme se muestra en el rico
dental, mostrando al mundo su seno facundo que espera anhelarse la semilla bendita que ha de multiplicar.
        Famélicos asnos uncidos a viejas cargas, guiados por  tembloroso anciano, arañan la tierra estéril cercado, gastando en balde sus últimos esfuerzos por ver ansioso en su día mecerse las escuálidas espigas sobre el erial.
          Uno y otro, el joven y el anciano, el rico y el pobre un solo anhelo sienten latir en su corazón; abrazar amorosos las ricas mieses y palpar sus granos dorados en preñado montón.
         Triste el del gañan. Siempre la aurora le sorprende al pié del arado y las sombras vespertinas le envuelven, que amoroso y paciente va abriendo siempre con cariñoso afán.
       Ni frío ni lluvia, ventiscas ni nieblas amortiguan su constante tesón; siempre mirando al tajo de la mesana, el que procura habilidoso poder terminar.
          Héroe anónimo, atleta ignorado es para el mundo el pobre gañan. Hoy con el arado, mañana con el fusil, vierte su sudor y sangre sobre la madre tierra que en fecha no lejana su cuerpo ha de cubrir.

                        José García Díaz.


    

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