Del diario onubense "la
Provincia" del día 26 de Septiembre de 1898.
El
señor gobernador civil de esta provincia se ha dignado remitirnos, un telegrama
que se ha cruzado entre la Capitanía General de Sevilla y este gobierno civil,
con motivo de la repatriación de soldados enfermos procedente de Ultramar.
Pidiendo colaboración con todos los organismos oficiales como la Diputación provincial,
ayuntamientos y demás corporaciones, que faciliten la acción humanitaria del
gobierno, contestando lo antes posibles.
Agradeciendo la
ayuda voluntaria, de muchos propietarios que ofrecen locales que carecen de
condiciones higiénicas necesarias.
Se ha tomado
como medio más eficaz al fin que se persigue que el Monasterio de la Rábida
propiedad del Estado, a cargo del Ministerio de Fomento en donde podrán instalarse
cómodamente 150 camas constituyendo el edificio un verdadero Sanatorio, incluso
para enfermedades epidémicas, así como
el Santuario de la Virgen de la Cinta del cual dispone Diputación, en cuyo
local podrían ser colocadas bien unas 100 camas, pero hay que significar que a
este local solo podría ser destinado los convalecientes o anémicos en atención
a tener que recorrer a pie para llegar al Santuario desde la línea férrea,
próximamente un kilómetro de distancia.
Respecto al
local de la Palma del Condado, ya conocemos el estado ruinoso en que se
encuentran por desgracia.
Para dar
cumplimiento a una orden del Excmo. Sr. Capitán General de Sevilla, con fecha
de día 6 del actual, relativo a los locales que en esta ciudad podrían ser
destinados a hospitales y sanatorios para albergar en ellos a los soldados
repatriados que lo necesiten, de acuerdo y con la asistencia del señor
Gobernador Civil, don Rafael López Hernández, Presidente de la Diputación, don
Manuel Garrido Pérez, Alcalde accidental, y los mayores propietarios de esta
ciudad en unión del Presidente de la Cruz Roja don José García López.
He dejado de
telegrafiar estos dos días porque nos parecía inútil hacerlo, pues se sabía que
con la fuerte tempestad de la tarde del día 12 había dejado mal parada las
líneas, y algunas no funcionan y otras lo hacían con gran retraso, de maneras
que las noticias telegráficas serían adelantados por el correo.
Estamos viendo
todas las noches el número de persona que acude a la estación de Zafra, a
presenciar la llegada de los repatriados hijos de Huelva y provincia.
Del diario “La Época”
del Jueves día 8 de Septiembre.
El navío llamado “Montevideo” llegó ayer a las
8 de la mañana de ayer fondeando en la Coruña, procedente de Santiago de Cuba.
Ha hecho la
travesía en doce días y ocho horas y trae patente limpia.
A bordo ha traído
2.028 soldados, 80 sargentos y 142 oficiales, que hacen un total de 2.417
hombres. De los cuales 60 están enfermos, 21 de gravedad.
El Montevideo pasó
al lazareto de Oza, donde pasará cinco días de cuarentena.
Durante la travesía
han muerto, 22 soldados, entre ellos dos de la Provincia de Huelva, que
mencionamos: López Aguilar Ibarra, de Higuera de la Sierra y Teodoro Romero Flores,
de Moguer.
El gobernador civil
de la Coruña antes de lo que estaba sucediendo era alarmante. En el buque se
halla amontonados 2.000 hombres en sollados de malísimas condiciones, sobre
todo para enfermos disentéricos, en su mayoría en grave estado.
Ya que todos los
vapores que hacen la ruta de Ultramar, y sobre todo en el Montevideo, no
reciben otro aire que el que se produce con la marcha, mientras cuando se encuentra parado ha de producir una
atmosfera emanada de los enfermos mismos que pudiera desarrollar una epidemia.
No solo las
autoridades, si no la población de la Coruña, reconocen este riesgo de contagio
y se encuentran en estado de gran alarma, pidiendo con urgencia la solución de un conflicto que se ha de agravar
de un momento a otro con el arribo de los demás buques.
En el
lazareto de San Simón, han fallecido los repatriados de Huelva José Camacho del Regimiento de Isabel la Católica,
y José Gil. Del batallón de Puerto Rico. Este era asistente del capellán,
además el soldado Pedro Sáenz de Isla Cristina, que falleció en la travesía, le
fueron encontradas 300 pesetas, que ingresaron como depósito en la caja del batallón
de Puerto Rico.
Leemos en “Liberal”
Francisco Arnau
Salgado, vecino de un pequeño pueblo de la Sierra de Huelva, soldado de
batallón de Asia, que capituló en Santiago de Cuba, llego a Madrid con otros de
sus compañeros, repatriados el día 8 de este mes.
Venía, como
casi todos los soldados, sin una peseta. Ingresó en el Hospital; pero como no
tenía ninguna dolencia, si no una grande debilidad, producida por los muchos días pasando hambre
y como además deseaba trasladarse a su pueblo, le dieron el alta.
Y en la calle se
encontró mendigando, como muchos compañeros, sin auxilio ninguno, sin un
céntimo, sin poder tomar el tren para irse a Huelva.
Un amigo nuestro
estuvo anoche con el soldado Arnau en la redacción del “El Liberal”. Se lo
había encontrado en la calle, apoyado a la pared de una esquina, sin poder a
penas moverse, sin ánimos para dar un paso, la hambruna lo delataba, y la
inanición.
En su rostro
anémico, sin vida, sin alma, se retrataba la resignada conformidad con su
triste suerte. Y lentamente, pues le costaba gran trabajo articular palabras,
conto Arnau sus desdichas. Le deben meses y meses de soldada. Ha perdido la
cuenta. Y para colmo de males se le ha muerto su madre.
Quería saber si
el Gobierno le pagará algo de los atrasos, por lo menos con qué regresar a su
pueblo, con que ir a llorar sobre la tumba de su madre, muerta sin el consuelo
de abrazarle.
Al ministro de
la Guerra nos dirigimos, por si hay medio de que se socorra tanta desdicha. El
caso de Arnau no es un caso, constituye ya legiones. Pero de momento les hemos
ofrecido un bocadillo y vino.
Del diario La Provincia, de 14. El miércoles falleció en
el Hospital Provincial un soldado perteneciente a la compañía de cazadores de
Segorbe, que se hallan de guarnición en esta.
Los mozos del
corriente reemplazo a quienes haya correspondido prestar servicio en Ultramar,
podrán redimirse a metálico por 1500 pesetas hasta el día 30 del corriente, y
por 2.000 desde esta fecha hasta diez días antes de su embarque.
Por el ministro de
la Gobernación se ha dispuesto que los médicos titulares de los Ayuntamientos
visiten diariamente a los soldados repatriados, dando a los alcaldes partes correspondiente.
Entre los
soldados enfermos repatriados que han desembarcado en Santander el día 14,
procedente del navío “Colon”, se encuentra Juan Galindo Ponce, de Huelva. Otro
compañero de viaje el fallecido, don
Francisco Herrera y González, médico militar, víctima de una cruel enfermedad,
amigo y paisano nuestro.
El señor
Herrera, que marcho a principio de la campaña a Cuba, como voluntario.
Otro repatriado que ya se encuentra entre nosotros es nuestro amigo, D. Antonio
Ugena, primer teniente de infantería, que ha estado destacado en Santiago durante
la campaña militar, es natural del pueblo de Bollullo.
Se acaba de publicar
cuanto ha supuesto los gastos de la funesta pasada guerra asciende a dos mil
millones de pesetas.
Del diario de la “Crónica
del Santander” del día 24, que para Huelva ha salido el tren nº 43. Estos
fueron despedidos en el andén por las autoridades de Marina.
Anoche llegó a
Huelva, por el tren de Sevilla, el soldado de infantería de marina, hijo de
esta capital, José Garrido Álvarez, que figuraba en la dotación del “Cristóbal
Colón” cuando ocurrió el desastre de la escuadra de Cervera, en el fue hecho
prisionero por los yanquis.
José García Díaz.
José García Díaz.
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