Hospital de Melilla en 1913
Era el nombre
como se conocía en el pueblo cuando las pobres familia recibía el maldito telegrama del Ejército,
comunicando que el tal soldado había fallecido sirviendo a su patria y se
encuentra enterrado en cualquier parte de la tierra marroquí, pero eso sí, con la bendición del cura de campaña.
La llamada campaña
del Riff, por tierras africanas, costó la friolera muertes de 18 mozos
huelvanos, ya que era solo la primera; 26 licenciados, inválidos inútiles por
vidas y otros tantos, que se encuentran ingresados en varios hospitales en
espera de su recuperación.
Según
la Gazeta Militar del 25 de Abril de 1913.
El
señor gobernador militar de la plaza de Huelva, el coronel don Serafín Ripoll
Abad, ha recibido de la Junta Central de Damas, que preside S.M. La Reina Doña
Victoria Eugenia, la cantidad que ha correspondido a esta provincia en la
liquidación, de la suscripción nacional que se llevó a cabo para socorrer, a
los inútiles y familias de los muertos, en la última campaña del Riff. Para este fin, se ha utilizado el Teatro
Mora, como lugar para el reparto de estos donativos.
Ocuparon la
presidencia, las distinguidas señoras doña Josefa Jimenez de Mora, doña Teresa
de Urzáiz de Pérez de Guzmán, doña Pastora Martín de Le Bourg, doña Concepción
Montes de Díaz y doña Concepción Tejero de Gómez Serrano, que forman la Junta
de Damas.
El Arcipreste,
pronunció un sentido discurso, recordando en la memoria de los soldados que
dieron sus vidas en favor de su Patria y elogiando la labor de las damas
españolas, llevando sus consuelos a los hogares donde se llora la muerte de un
ser querido.
Las personas a
quien corresponde recibir estos donativos, son los padres de los soldados
muertos por su Patria, son lo que a continuación se publica.
Manuel Acosta, padre del soldado Francisco de
Nerva; la madre María Pujarón,del soldado José de Rosal de la Frontera; Sebastián
Barrero y Juana Macías padre de José de Santa Bárbara; Felisa Gómez, madre del
soldado José Bravo de Higuera de la Sierra; Genoveva Tirado madre de Hipólito
López de Lepe; José Rodríguez padre de Juan de Bonares; Antonio Delgado padre
de José María de Escacena del Campo; Blas Domínguez, padre de Bartolomé de
Puebla de Guzmán; Antonio Fernández padre de Elías de Aracena; Dolores Tirado
madre de Matías Ferrer de Chucena; Blas Garrido padre de José de Huelva;
Venancio Gutiérrez de Agustín de Nerva; María González Pantrigo, de Rosal de la
Frontera; José Martín de San Silvestre de Guzmán; María de la Concepción Gómez,
de El Cerro de Andévalo; Laureano Moreno padre de Eusebio de Moguer; la madre
Rocío Pérez de Manuel Pichardo de Rociana; José Romero y Sebastiana García, de
Zufre; Narciso Ruíz de Arche y Gabriela Amadó madre de Manuel Torrejón de Río
Tinto.
La
cantidad total repartida, asciende, a 20.500 pesetas.
Esta
era el precio, destinado a socorrer al llamado precio de la sangre.
A los inválidos,
además de seguir viviendo a duras penas en lo que podía, le quedaba la Beneficencia
local para socorrerle en la comida y algunas cosas precisas, pero tenemos un
caso en Bonares, de Felipe el ladrillero, que cojo y tuerto era una máquina,
fabricando ladrillos, que con el tiempo ahorró buen dinerito.
Pero el que mejor
suerte tuvo, fue el conocido con el nombre de Martín Pedraz, participó en los
duros combates del Río Kert, en Octubre de 1912, en compañía del bonariego y
amigo Juan García Bueno.
Martín Pedráz
está inválido de un brazo, vive en la Redondela, aldea del término de Isla
Cristina, al que le han otorgado una medalla de la R. O. de la Cruz del Mérito
Militar con distintivo rojo, acompañado de una pensión vitalicia de 7,50
pesetas mensuales por su valentía en combate. Junto como propietario de una
partida de cabras lechera, le hacía más leve sobrevivir cada día.
José García
Díaz.