Contaban los
viejos abuelos bonarense, hasta bien entrado los años setenta del siglo pasado,
que algunos fueron testigos de la famosa riada conocida como "La del
puente de Niebla". Ya que fue tan grande, que muchas de las traviesa de
maderas de la estación de las mallas aparecieron en la playa del Picacho de
Mazagón, donde fueron aprovechada, como complemento de la cerca de alambrada de
la Almadraba Vieja.
Y de como el molino
de la familia de los Pérez Expósito, se quedaron inutilizado por tiempo, debido
que la riada se llevaron parte del mecanismo de las muelas de madera y de como
algunas piedras de moler desaparecieron para siempre.
"El Diario
de Huelva", como el de "La Provincia" redactaron la crónica de
los terribles hechos de Niebla como los de diferentes lugares de esta provincia,
producida por el fuerte temporal de lluvia, ocurrido por estos días del 12 de
Diciembre de 1910.
Estos hechos han
producido, que se hayan desbordado los arroyos, como en la misma Sierra, donde
los corresponsales continúas enviándonos noticias sobre los temporales que en
la cuenca del río Tinto, las aguas han causado enormes daños en la cosechas y
el ganado.
Las poblaciones
como Peguerillas, Nieblas y otras tantas, necesitan de la protección oficial
para remediar la calamidad presente, pues aunque la caridad particular ya ha
empezado a manifestarse, no pueden atender tanto daño. Tiene el gobierno el
propósito de atender a los damnificados por las inundaciones y esperamos que la
provincia de Huelva no se vea olvidada.
Los hechos de Niebla
por las torrenciales lluvias, en la madrugada del día 10, las aguas del río
Tinto tuvieron una crecida de más de 10 metros, según comunicado de la guardia
civil del puesto de Niebla.
El río se salió
fuera del cauce, extendiéndose las aguas e inundando varias casas y molinos de
aquel término. Y cuando la benemérita se disponía a salir de auxilio de los
inundados, tubo que retroceder porque las aguas cubrían el puente de piedra de
Niebla.
Pasó la fuerza por
el de hierro del ferrocarril de Sevilla, para auxiliar a varios individuos de
una casa sita en la otra margen del río, que corrían grave peligro.
En efecto, en una
casa--pajar propiedad del vecino de Bonares don Cristóbal Carrasco, estaba un
vaquero y sus hijos, los cuales, sorprendidos por las inundación que invadió la
casa, tuvieron que buscar refugio en el tejado.
Varios vecinos y
pastores con unas cuerdas lograron salvarlos de una muerte cierta. Después la
benemérita consiguió sacar, tras no pocos esfuerzos, a unas veinte vacas que
estaban en una corraliza, las cuales se sostenían nadando, pues la altura del
agua les impedía tomar pie...Dos
terneras perecieron en aquel lugar ahogadas.
Vista parcial de la vega del río, la que más sufrió en las inundaciones, en el fondo, el molino de la familia de Gonzalo Pérez Expócito, así como parte de su parcela que son de su propiedad.
En el molino
harinero de la Puerta del Buey, también se salvaron los dueños por el tejado
con la ayuda de los vecinos.
Del almacén de
maderas que junto a la estación del Empalme de Niebla posee el empresario don
Tomás Nieto García, se llevaron las aguas más de 1.000 palos de pino y chopo, y
a cortados y descortezados de diferentes gruesos y de uno a ocho metro de
longitud.
Todas las
casas y molinos del campo quedaron inundadas, experimentando algunas graves
daños, y aunque las pérdidas materiales son de consideración, por fortuna no
hay que lamentar desgracia personales, ya que empezamos a ver que las aguas del
Tinto ha empezado a bajar en consideración.
Río abajo
navegaban vertiginosamente, cerdos, cabras, gallinas y otros animales muertos,
confundidos con los modetísimos enseres y muebles de las casas que habían sido
arrolladas por las aguas.
Entre los
dueños de aquellas, que son en su mayoría humilde y pobres campesinos, se
desarrollaban desgarradoras escenas de dolor, por la pérdida que para los
mismos supone, lo que constituía su único capital.
Las autoridades
adoptan muchas precauciones, en previsión de que las aguas vuelvan a
experimentar una nueva crecida.
José García Díaz.