Dentro de la historia local de este pueblo,
cuando nos referimos a minas de minerales, debemos de tener en cuenta, que si hemos tenido algunas muy curiosas, pero
sobre todo yacimientos que llamó mucho la atención tanto, que fue recogida por
los diarios de aquella época como una gran noticia sobre la mina de petróleo, y
en eso quedó debido con poco tiempo después no era rentable; también curiosa
fue en su día la explotación del yacimiento de las arenas de la Zuhardilla, para
su traslado a las minas de Río Tinto.
Pero
sin duda, la más importante, la que ha formado parte de la economía local,
durante cerca de 2000 años ha sido los yacimientos de barro, donde estuvimos
que esperar en marzo de 1974, cuando suena por primera en el diario Odiel, un
yacimiento romano en este pueblo contando con un Mosaico, donde yo pude verlos
de cerca, y recuperado por el Arqueólogo don José María Luzón, donde ya
afirmaba y daba entender, que era una pequeña villa romana, junto con el arroyo
que se encuentra, a la derecha del Cementerio, y observando restos
superficiales de hornos para fabricación de cerámica.
Casi 30 años
después, aparece por este pueblo un profesor del Área de Arqueología de la
Universidad de Huelva, don Juan Aurelio Pérez Macía, con un gran proyecto
consigo, que fue elaborar la “Primera Carta Arqueológica de Bonares, que lo
costó muchos años para ello. (Ya que pocos pueblos de Huelva, y dentro toda
Andalucía la dispone para su estudio local, hasta terminar su investigación
sobre el año de 1500, donde a partir de esta fecha, lo poco que se resalta de
la historia de Bonares, es lo recogido en este humilde Blogger de
“Pinceladashistórica”).
Dentro de sus
muchos, e interesantes trabajos sobre Bonares en tiempo de los romanos de este
profesor, tenemos que recurrir a una publicación de una revista francesa sobre Arqueología,
bajo el titulo de los talleres de cerámicas y la producción de alfarería, en
los olivos de “Pínguele” junto al Río Tinto, en el paraje de las “Gagas” de este
término de Bonares. Donde aparece los restos superficiales de miles de ánforas,
destinada al transporte de vinos, aceite y las famosas salsas del pescado,
dejando muy claro que era un sitio industrial de primer orden, contando con la
gran cantidad de restos hornos que se encuentra por los alrededores.
Mil años después
en el centro del pueblo, en el lugar conocido como “La Barrera” junto el barrio
del “Nuevo Arenal”, es donde el citado profesor, lo califica en su trabajo
titulado como “El poblamiento hispano musulmán en la campiña de Bonares”
dejando, calificados los cabezos citados de la Barrera, una zona de fuerte
implantación industrial, teniendo como materia prima la cantera de barro,
además en su subsuelos se encuentra
llenos de cuevas de silos almacenes, que han salido apareciendo con los años
para decir que, en todas las atalayas locales, se encuentran restos de estos
silos almohades.
Son
siglos y siglos, donde las minas del barro de este pueblo, han dado una forma
de vida, a generaciones de vecinos locales para dar por terminada en su mayor
abandono, y la ruina en su totalidad dentro de una parte de la economía local.
En el A.P.H. encontramos otra singular mina
dentro de las curiosidades de este pueblo, y dada de alta en el Gobierno Civil
de esta Provincia el día 18 de mayo del año de 1858, Presentada en estas
oficinas siendo las 10 de la mañana, al Oficial de la 1ª Sesión B, Cabañas haciendo
constar lo siguiente:
“Don Eluterio Pérez,
de cuarenta y cuatro año de edad casado natural de Isla Cristina, vecino de la
Palma, fabricante de aguardiente, y don Juan Tallafer, vecino y natural en la
misma citada anteriormente. Su representante en este distrito es el señor don
José Carrasco, de veinte y ocho años de edad, estado casado natural y vecino
residente en el pueblo de Bonares, que ejerce como propietario. A los que
debidamente exponen: que desean adquirir con arreglo a la Ley de Minería,
dentro de la Real Orden del 6 de julio de 1850, la propiedad de dos
pertenencias de las minas de “Arenas Auríferas” (Esta mina y su explotación,
donde mejor queda explicada, es cuando vemos las películas americanas de Oeste,
donde los gringos buscan oro, en los ríos de Montana, o bien en Canadá).
Situada en el paraje conocido como “La Gaga” cerca del yacimiento de los
“Olivos de Pinguele”, y de los de “Manuel el Petaca”, teniendo cerca el arroyo
del Vervig, frente el Río Tinto dentro del término municipal del referido
pueblo de Bonares, nombrado para ello el derecho de propiedad por el tiempo del
citado permiso oficial, para el establecimiento del beneficio de la citada mina”.
La mina
solicitada, llevará el nombre de “La Vivera”, (debemos de creer o suponer que
sea vinculado a la ribera del Río Tinto).
El terreno donde se
encuentra, es de varios propietarios todo el contorno, dado que linda por el
Este, con tierras del Convento de Santa Clara de Moguer, al Oeste con otra Capellanía,
cuyo beneficiario es vecino de Villalba, al Norte con el río Tinto de Niebla, y
por el Sur, con tierras de Fernando Santos.
Por lo tantos los
de aquí, los tres presentes suplicamos se sirva la presente, la solicitud para
que esta mina pase a su Registro, demandando el oportuno resguardo de apremio,
los tramites en la Ley y reglamento del ramo, para su Expediente al Ministerio
de Fomento, para que se nos haga la concesión de esta citada mina, para que se
no expida el título de propiedad. Para que de esta manera se proceda en
justicia para esta labor.
Sobre la búsqueda y extracción
del apreciado oro, hay varias documentaciones sobre el tema, dentro del A.P.H.
uno de ellos tiene el expediente 18450, siendo una sugerencia redactada a
máquina en el año de 1934, donde el Ingeniero Jefe de Minas de la Provincia, se
dirige al ilustrado Ingeniero de Minas, de este pueblo don Ildefonso Prieto
Carrasco, sobre su opinión de los restos de piritas, que se encuentra en los
bordes del cauce del Río Tinto, desde el término de Bonares hasta la estación
del ferrocarril de “Gadea” en Villarrasa, para saber la rentabilidad sobre
ello.
No encontramos
documentos, sobre la opinión de la observación superficial de parte de don
Idelfonso Prieto, sobre la citada sugerencia, antes los difíciles y complicados
años de 1934, del siglo pasado.
José García Díaz.
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