viernes, 16 de octubre de 2020

Los primeros soldados de Bonares, que pisaron tierra africana.

                                                               


                                                                                          

 La Guerra de Margallo.

     Llamada así a la primera Guerra del Rif, que comenzó en el año de 1893 hasta el 1894, duró poco esa guerra española en Marrueco, ya que la primera ocurrida hacía más de treinta años atrás, se había quedado ya olvidada en casi toda España, pero  en este nuevo conflicto bélico se vuelve a derramar sangre española allende del Estrecho, dado que en breve tiempo de dos días, marcó parte de la historia de este pueblo en donde por desgracia murieron una quinta completa de 14 mozos y más 5 de la anterior, ya que podemos creer que este pueblo quedó metido en una profunda amargura y sufrimiento para las madres bonariegas; pero como los sentimientos con el tiempo suelen quedarse en el olvido, dado que luego llegó la Guerra de Cuba y las nuevas y continuas con el moro africano.

    Los 260 soldados de esta provincia, unos 160 se incorporan al Regimiento de Extremadura que se encontraban de guarnición en Jerez de la Frontera, en donde habían recibido órdenes de estar preparado para marchar para Málaga al primer aviso. Mientras el de Borbón, ya llevaba días en Melilla.

   Pero que es lo que produjo este enfrentamiento, llamado “Guerra de Margallo”. Puesto que este militar ejercía como gobernador de esta plaza, el señor Juan García Margallo.

   Y todo comenzó por una rutina de fortalecer un cuartel en las afueras de Melilla, donde el grupo de Ingenieros realizaban unas trincheras, cerca del cementerio y de la mezquita de Sidi Aguariach dieron con o sin conocimiento con la tumba de un moro llamado “Santón Puntilla” y la destruyeron. El saqueo de la fosa provocó que los moros que vivían y trabajaban para España, avisaron y calentaron la situación a los jefes de las tribus de los alrededores.

   Provocando que el 2 de octubre, fueran atacados los soldados que mantenían la vigilancia y la protección de sus compañeros de trabajos. De  hay es donde comenzaron los enfrentamientos que costó la vida en toda la campaña a más de 9.000 españoles.

                                                              


        Al amanecer del 27, 28 y 30 de octubre este batallón mandado por el capitán Parra junto al teniente don Miguel Primo Rivera con el sargento mayor Laureano fueron sorprendido por más de 6.000 bereberes, que portaban unos de los mejores y modernos fusiles aportados y vendidos por los ingleses para este fin como casi siempre ha ocurrido a lo largo de la historia. Entre el Regimiento Extremadura, el de Borbón y el de los Cazadores de Cuba dejaron en los barrancos y en las cimas enrojecida por sangre en la “Cabrerizas” y en “Rostro Gordo” a más de 500 soldados de Huelva y Provincia, entres fuertes combates de bayonetas cuerpo a cuerpo con los moros. Soldados que pensaban que para pasar de recluta a veterano no necesitaban nada más que una batalla, en las que tanto sobran las balas como faltan los garbanzos y las patatas.

  Son los siguientes soldados muertos del Regimiento de Extremadura en combate el amanecer del día 27 de octubre:

1º Francisco Domínguez Domínguez, de profesión del campo hijo de Juan Dominguez y de Manuela Domínguez de la calle Rosal.

2º Cristóbal Martín Caballero, del campo su madre Lucía Caballero y su padre Vicente Martín de la calla Santamaría.

3º José Martín Aguilar, del campo de la Fuente.

4º Pedro Rivas Ramos de la calle San José.

 5º Juan Antonio Carrasco Moro, del campo de la calle Esperanza su madre María del Rosario Moro y su padre Juan Antonio Carrasco.

 6º Antonio Martín García de la calle Ruiseñores, del campo su madre María Díaz Quintero y su padre José Martín.

7º Francisco Martín Díaz, albañil de calleja de la Iglesia.

8º Juan Molín Borrero, tabernero de la calle Hospital.

9º Manuel Martín Padilla, del campo de la calle Huerto.

  Los del Regimiento Borbón muertos en la misma noche de los anteriores:

10º José Vega Martín, herrero vivía en La Fuente.

11º José Vega Riquel del campo y primo hermano del anterior, vivían en la calle del Huerto en la misma casa.

12º Diego Carrasco Toro.

13º Ildefonso Barba Mora.

14º José Domínguez Rodríguez.

                                                      


                              Del Regimiento de Cuba.

15º Celedonio Bueno Carrasco, del campo de la calle Santamaría.

                 Del Regimiento Cazadores de Cataluña.

16º Agustín Velo Martínez.

17º Francisco Hilazo Martín.

18º Diego García Iglesia.

19º José Barriga Camacho.

   Se libraron los cinco mozos afortunados a los que sus padres pagaron a la Caja del Tesoro las mil quinientas pesetas del importe de la redención de cada uno de los que se quedaron en casa y buscaron un sustituto para su reemplazo

Están también redimido del servicio activo militar por la suma de 3.500 reales por Escritura Pública los siguientes quintos:

Manuel Carrasco Barriga de la calle Esperanza.

Juan Manuel Conejo García de la calle Larga.

Juan de Vega Querido de la calle Esperanza.

Y aquellos tres que se encontraban en situación de penalidades en la familia. Se le otorgaban por las autoridades locales evitando la corporación a la fila.

       Mientras el amanecer del día 2 de noviembre desembarcan en el puerto de Melilla, la caballería de los lanceros del Regimiento de Dragones de Santiago, temido por los moros viejos, puesto que en la guerra africana anterior lancearos a miles de ellos en la batalla de Tetuán. Pero esta vez el enemigo no llevaba espada y gumía, si no fusiles máuser que en manos de experto tiradores mahometanos traían locos a los soldados españoles.

     El día siguiente prestaron servicio de vigilancia, donde lo primero que hicieron era cambiar los cascos por la gorra para evitar que los moros hagan blanco sobre el reflejo del metal; fueron tiroteados por la noche y de regreso a la compañía fueron alojados de mala manera en el cuartel de Mantelete.

                                                         


      Estaban cumpliendo el servicio militar con ellos dos bonariegos con más de tres años de servicio, el cabo primero Cristóbal Carrasco Romero y Francisco Becerra Martín. Donde fueron ascendidos en poco tiempo después.

  Tras el acuerdo del pleno de 15 de noviembre el Ayuntamiento junto con su alcalde don Pascual María Carrasco Guzmán acordaron lo siguiente, con gratificar con 50 pesetas a todo soldado vecino de esta población. Así con 150 pesetas a aquellos que sean herido y queden inútiles.

    Dar un socorro de 250 pesetas a las familias de los soldados de esta villa que fueron muertos en batalla o en los hospitales a causas de las heridas recibidas en combates.

   Podrán ocupar en los empleos municipales, con preferencia a otros, a los soldados que hayan jugado su suerte por esta villa, y sean heridos o inutilizados en Melilla.

 

 José García Díaz.

 

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