Dese antiguo era
muy común en este pueblo, encontrarse con la palabra "el gañán", ¿cuál
era su significado?, el porqué se le encontraba común; porque así se le conocía
a los jornaleros aquellos, que se veían al romper el día, en la conocida Plaza
de España al encuentro de un jornal con que llevar a su casa el pan de la
familia; esa era una de las definiciones.
Otra, era como se
le conocía, el servir en la mili haciendo de acemilero. De ahí viene la frase
comentada por las gitanas, cuando tenía previsto echar una maldición: "que
de acemilero te veas por las tierras
africana". Eran los portadores muleros, que al empezar su campaña, le
asignaba una mula como compañera del servicio hasta que el soldado se licenciaba.
Alguno
bonariegos, les tocó realizar de esta manera su servicios en tierra moruna. Uno
de ellos de sanitario acompañado con la mula que con unas parihuelas,
trasportaban heridos de las refriegas, en unos terrenos abruptos y montañosos,
hasta los hospitales de Campaña.
Otro gañán, se
tiró la mili de aguaó, de la fuente al destacamento, pero no terminó del todo
bien.
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Hemos rescatado
del apartado de cuentos y leyendas, un recordatorio, por parte del escritor
serrano Antonio Morgado:
Fuertemente agarrado
a la mancera, la que oprime entre sus manos callosas cual avaro su tesoro, va
impaciente tras la pasada yunta el joven y robusto gañán.
Al tiro potente
de soberbios bueyes, abrece la tierra obligada por la acerada reja bien
templada que firme se muestra en el rico
dental, mostrando al mundo su seno facundo que espera
anhelarse la semilla bendita que ha de multiplicar.
Famélicos asnos
uncidos a viejas cargas, guiados por tembloroso anciano, arañan la tierra estéril
cercado, gastando en balde sus últimos esfuerzos por ver ansioso en su día
mecerse las escuálidas espigas sobre el erial.
Uno y otro,
el joven y el anciano, el rico y el pobre un solo anhelo sienten latir en su
corazón; abrazar amorosos las ricas mieses y palpar sus granos dorados en
preñado montón.
Triste el del
gañan. Siempre la aurora le sorprende al pié del arado y las sombras
vespertinas le envuelven, que amoroso y paciente va abriendo siempre con
cariñoso afán.
Ni frío ni
lluvia, ventiscas ni nieblas amortiguan su constante tesón; siempre mirando al
tajo de la mesana, el que procura habilidoso poder terminar.
Héroe anónimo, atleta ignorado es para
el mundo el pobre gañan. Hoy con el arado, mañana con el fusil, vierte su sudor
y sangre sobre la madre tierra que en fecha no lejana su cuerpo ha de cubrir.
José García Díaz.