jueves, 7 de diciembre de 2017

La vida local en el 37.

                                                                

La vida en el Frente.

Lo más parecido a una cabaña- mata. Refugio de suboficiales del Ejército del sur.
De frente el alferez Valentín de la Palma del Condado.
A la izquierda Juan José Carrasquito de la calle Santa María y el Pavón el de "El Pozo de los Bueyes".
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   En el 3 de Marzo de 1937. y sobre las nueves de la mañana, se formó en este pueblo un gran revuelo por haber llegado a este dos individuos montados a caballo, persiguiendo a un perro de gran tamaño que se hallaba atacado de la rabia, al cual le habían hecho varios disparos de escopetas sin que le alcanzara ninguno de ellos; el citado animal había estado en San Juan y en Lucena del Puerto, donde mordió a gran número de animales de su raza.
( que sirva de de aviso y conocimiento a las autoridades de los pueblos mencionados, por si no tuviesen conocimiento de ello ). Para que tomen las medidas sanitarias adecuada como la observación de los perros atacados, y de su pronto sacrificio antes que contagie más animales.
   Los citados individuos se personaron en el cuartel de Falange de esta localidad dando conocimiento de lo que ocurría, y encontrándose en el Jefe de Milicia, camarada Manuel García, partió con toda rapidez hacia el lugar donde se encontraba el animal que ya había recorrido varias calles, hasta que se encontró en el centro del pueblo como es la puerta de la Plaza de Abastos, donde le dio muerte el referido Jefe de Milicias, teniendo para ello que ordenaran que fuesen cerradas las puertas de los vecinos por donde pasaba el animal, en evitación de cualquier contratiempo, motivado por la necesidad de tener que disparar con cartuchos de balas, hasta que se quedó solo en la mitad de la calle frente al referido animalucho, que por su gran tamaño infundía pánico al más valiente, dándole muerte como queda dicho de un certero disparo, evitando con este hecho los innumerables estragos que pudo haber causado por las numerosas personas concurridas como es de costumbre transita por la referida calle.

                                                        

La vida en el pueblo.

Tres jovencitas con una niña, que no podemos conocer, encontrada en el río.


    Tenemos otra buena noticia, que procedente del frente de Valenzuela y Porcuna como de otros de la sierra cordovesa donde hace varios meses se hallaba prestando sus servicios como médico voluntario, con el grado de Alférez ha llegado a este pueblo teniendo unos días con permiso, nuestro estimado camarada don Pedro Bueno Bautista.
   A su llegada fue recibido en la estación inmediata de Niebla por los "flecha" de este pueblo, los que rebosantes de alegría partieron hacia la referida estación para rendir así homenaje al alma de su Institución, y tan querido por los niños por sus dotes educativas y cariñoso con ellos.
  Bienvenido sea el camarada Bueno, y de tener noticia de cómo ha podido intervenir en un Consejo de Guerra previsto a un pobre paisano, que pudo demostrar que además de analfabeto padecía atraso mental sin comprender el sentido de las responsabilidades.
   A través de su influencia y de su mucho hacer, pudo poner a salvo a Manuel  Franco Moro. Conocido después con el mote local del "Cabo Vela" por trabajar en la barca de pesca de José María "El Churruso", que se la había comprado a Juaquín el Rocianero en el paraje de "El Loro"
    Manuel no estaba en optima condiciones de sujetar un fusil en trinchera; por lo que lo habían mandado de pastor de una piara de guarro, en donde un día, uno de estos con los hocicos  pudo levantar un cable enterrado, que según el Manuel le parecía una buena cuerda de cáñamo, cortando con la navaja casi dos metro del cable citado para buscarle sujeción a un buen palo.
 ¡Lo que era en realidad el cable de transmisiones del puesto de trinchera al centro de mando! ¡de vital importancia para el transcurso de las operaciones !. Sin sospechar nadie quien era el responsable del sabotaje, hasta que se dieron cuenta horas después de haber corregido el accidente, de que el Manuel había hecho un nuevo látigo para conducir mejor los cerdos.
   Lo que en aquel tiempo pudo ser la pena de fusilamiento, don Pedro Bueno pudo convencer a los oficiales superiores para convertir el suceso referido en un chascarrillo, provocando no pocas carcajadas en toda la compañía, quedando solo en eso, el Cabo Vela  como pastor de guarro durante todo lo que quedo de la Guerra Civil.

                            José García Díaz.

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