Cuando el Felipe II accedió autorizar a la noble sevillana María Toledo, el pase para viajar
a las Indias para encontrarse allí con sus hijos mayores. El permiso se le
otorgó por Real Cédula, sin duda por la gran cantidad de ruegos y clemencia en
nombre del Señor.
En el “Catálogo de pasajeros a las Indias” queda registrada la partida
de la viajera, donde queda probada que es la mujer legítima del fallecido
Comendador el señor Jerónimo de Cabrera y Zúñiga.
Embarcaron en el puerto de San Lucas de Barrameda el jueves el 6 de octubre
de 1558, bajo el mando del maestre Alonso Martín Morejón, hicieron vela con
rumbo a Panamá, para quedarse en el distrito de Santa Isabel de la provincia de
Colón, que se llama Nombre de Dios, que en aquella época ejercía como un importante
puerto del comercio colonial español, y principal centro de abastecimiento de
toda Tierra Firme.
El navío destinado para este fin fué La Trinidad, cuyo propietario era
el guipuzcoano Esteban de Aquerza de 120 toneladas.
Pero ya metido en corto tiempo de navegación en las costas de las Arenas Gordas, se levantó un gran temporal de viento y lluvia que quedó el navío completamente destrozado, yéndose a pique entre la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel. El cadáver de María Toledo, junto a dos de sus hijos pequeños Juan de cinco y Nicolasa de nueve años junto con un paje, un mozo y tres doncellas que formaban parte de su séquito aparecieron arrojados en la playa de Moguer, contando además con 21 persona ahogadas más.
Según Efrain Bischoft, comenta lo ocurrido de la siguiente manera: “crujió
el maderamen del casco, rompiéndose como una cáscara de nuez y el agua entró torrencial,
arrastrando al mar a pasajeros y tripulantes, entre alaridos, ruegos e
imprecaciones. De allí quedaba la noble doña María de Toledo, terminó de una
desesperada agitación por querer salvarse con sus retoños, quienes también le
siguieron en su fatalidad.
A.G.I. Indef.Gene.1965.
José García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario