Cuando era pasada aproximadamente
las siete y media de la tarde del miércoles día 12 de diciembres de 1957, se desencadenó
un fuerte huracán catastrófico en la vecina y histórica ciudad de Niebla. Una
fuerte tromba de viento, cuya velocidad ha sido imposible apreciarse, seguida
de relámpagos y truenos, derrumbó edificio totalmente o parcialmente, como
asimismo gran cantidad de árboles, postes del alumbrado público y de teléfono,
dejando el pueblo a oscuras incomunicada.
Las casas más
afectadas fueron las de las calles Quipo de Llano y Héroes de Toledo, que se
hallan en la margen izquierda de la carretera de Huelva a Sevilla, a la que, a
causa de la gran cantidad de escombro de las casas derrumbadas, quedó
completamente cortada quedando paralizada toda circulación de vehículos.
Gracias a las murallas, que contuvo el huracán, adentro del pueblo no sufrió
desperfectos que las citadas calles.
Apenas se produjo la
catástrofe, el vecindario en general se hecho a la calle, preso de gran pánico,
siendo momento impresionante, ya que era completa la oscuridad. Los moradores
de las casas siniestradas corrían por las calles pidiendo a gritos auxilios,
llevando en sus rostros el terror de la tragedia. Todos estos vecinos, la
mayoría de posición humilde, llevaban consigo, unos en brazos y otros de la
mano a sus hijos, buscando como locos un lugar donde cobijarse.
Para
dar una idea de la violencia del huracán, podemos mencionar los siguientes
detalles que el día de ayer fueron publicado en la prensa, de hecho,
encontramos unos cortes de vagones que se encontraban en la línea férrea de Río
Tinto fueron arrastrados a unos quinientos metros; corpulentos árboles, próximo
a la vía y en la carretera de Rociana, Almonte y Bonares, fueron arrancados de
cuajo, cayendo a esta y cruzándose unos con otros a interceptado toda clase de
circulación de vehículo. El tren de viajeros que pasa por la estación de Las
Mallas, próximo al pueblo, a la siete y media de la tarde, fue detenido,
previamente porque se hiciera señales por parte del vecino José Gómez Rite,
evitándose el descarrilamiento del convoy, ya que a la vía caído muchos
árboles.
Al producirse la
catástrofe el alcalde, el camarada Manuel Molina García, que se encontraba en
la Oficina Sindical se personó, inmediatamente en el Ayuntamiento, movilizando
a la Guardia Municipal, que acudió en su nombre a los lugares afectados.
También acudieron desde los primeros momentos las fuerzas de la Guardia Civil
con su comandante de puesto.
Pronto se supo que,
afortunadamente, no había que lamentar desgracias personales que hizo calmar la
inquietud y el desasosiego del vecindario. Únicamente resultó herida una mujer
llamada Asunción Pareja Padilla, de 66 años de edad, que sufría fractura de una
clavícula y su marido Bartolomé Holanda Ruíz, que, fueron trasladados a la Casa
de Socorro donde fueron asistidos.
Durante toda la
noche la población permaneció totalmente a oscuras e incomunicados. Los vecinos
afectados por la catástrofe fueron acogidos por las autoridades en locales
apropiados, dándoles ropas y otros efectos. También muchos de los que no habían
sido perjudicados, prestaron ayudas a aquellos que lo necesitaron.
Al amanecer de día siguiente,
se pudo contemplar la tragedia conmovedora un desgraciado y lamentable
espectáculo. A la entrada y a todo lo largo de la carretera, en la margen
izquierda de ésta, casas completamente derruidas, enseres por doquier, mujeres
y hombres con las huellas del dolor reflejados en sus caras; postes del
alumbrado y de la línea telefónica derrumbados tejas y ladrillos amontonados,
árboles caídos…
A la entrada de la población se puede ver al
alcalde, don Manuel Molina García al que acompañan los tenientes de alcalde don
Vicente López Sahona y don Benigno del Río, secretario, del Ayuntamiento, don
Desiderio Peña; comandante del puesto de la Guardia Civil, don Victoriano
Delgado con fuerzas a sus órdenes y otras autoridades. La primera autoridad
municipal nos manifestó a la prensa que tan pronto se produjo la catástrofe intentó
ponerse en comunicación con la primera autoridad civil, no consiguiéndolo,
hasta la diez de la mañana, cuya comunicación fue facilitada por el jefe de la
estación de Las Mallas. Informado nuestro Gobernador civil señor Bruquetas
Saurin, que se halla algo indispuesto de salud, dispuso que inmediatamente
saliera para aquella ciudad una ambulancia de la Diputación provincial para
recoger a los heridos, como asimismo el desplazamiento del delegado de Auxilio
Social, camarada Santos López Martos. A las doce y media llegaba a la población
la ambulancia, que se hizo cargo de la mujer herida, Asunción pareja Padilla,
trasladándola al Hospital provincial, y poco después hacia su entrada en el
pueblo el camarada citado Santos López al que acompañaba también el
administrador de Auxilio Social, camarada Manuel Moreno González.
En unión de las
citadas autoridades, recogimos los lugares y las viviendas afectadas por el huracán,
informándose ampliamente el camarada López Martos, como delegado del
Gobernador, de todos los perjuicios ocasionados por el citado huracán.
La primera autoridad
municipal nos facilitó la siguiente relación de los vecinos damnificados:
Agustín López
Fernández, con esposa y tres hijos pequeños, uno de ellos impedido. Su edificio
fue derruido con muchos destrozos, José Ramón García, que poseía una pequeña
industria de ladrillos, quedando ésta completamente destruida; Luís Moreno
Quesada, viudo y dos hijos pequeños, destrozo en parte de la vivienda; Bartolomé
Holanda Ruiz, derrumbamiento total del edificio. Su esposa Asunción Pareja Padilla, sufre fractura de clavícula y heridas en diversas partes del cuerpo;
José Barba Domínguez, con esposa y dos hijos menores, derrumbamiento total de
la techumbre de la casa, con casi la totalidad de pérdidas de los enseres; Patrocinio
Díaz, viuda y tres hijos, destrozos grandes en techumbre y pérdidas de los
enseres; Juan Antonio Bernal, edificio con algunos desperfectos; Constancio Álvarez
Luna, techumbre derruida en parte; Manuel Moro Romero, techumbre y cocina derruida
en parte; José González Pérez, también derrumbamiento de la techumbre y muchos
destrozos en enseres; Juan José Pérez Lineros, techumbre, escalera de pie y
habitaciones cuarteadas; Antonio Beltrán González, edificio cochera, totalmente
derruida, habitaciones cuarteadas y la cocina caída; Ramón Boza Hidalgo, con
esposa y seis hijos, total de la techumbre derruida, así como muchos enseres;
Ildefonso Ávila de la Cruz, destrozos en techumbres y escalera de pie, caída
totalmente; José Gálvez Mojarro edificio derruido casi totalmente y vaqueriza
destrozada; Antonio García Izquierdo; Esteban Quintero; José Manuel Garrido
Mora; Antonio Conde Pérez; Ramón Camacho Gálvez; Juan Márquez León; José Márquez
Gálvez; Teresa Gallego; José López Moro y Antonio Gálvez Romero, desperfectos
en las techumbres y José Nogales Sánchez, pérdidas en paños de lona de un
puesto de tienda de campaña.
Aparte de estos,
desperfectos también se derrumbo parte da la techumbre de la fábrica de madera “Sedefal”,
situada en la estación de la localidad, sin que ocurrieran desgracias
personales.
Sobre la zona
afectada por el huracán nos informamos de algunos detalles que reflejan la
magnitud de este. En algunos domicilios, la fuerza del viento arrastró varias
máquinas de coser que fueron a parar a más de seis metros de distancia. Al
desplomarse el edificio que ocupa la matrona titular doña Arnalla Escudillo Valle,
se encontraba ésta oyendo la Radio, sin que afortunadamente sufriera lesión
alguna. En otra vivienda, encontrándose una familia alrededor de un brasero, la
fuerza del viento abrió una ventana, cerrándose la puerta de salida, pero
afortunadamente sus moradores pudieron salir con trabajo a la calle, y en otro
edificio de la calle Quipo de Llano, la techumbre fue a parar a unos cincuenta
metros de distancia. El reloj de la parroquia de Nuestra Señora de la Granada,
quedó parado a las siete y veintitrés minutos.
En el Hospital
provincial fue asistida Asunción Pareja Padilla, de fractura de clavícula
izquierda por su tercio medio, contusiones y magullamientos en antebrazos y
mano izquierda, cuyas lesiones fueron calificadas de pronóstico grave. Merece
destacarse el celo de las autoridades locales al frente del alcalde, que desde
lo primeros momentos prestaron auxilio, comida y ropas a los perjudicados. En
estos mismos auxilios colaboraron con gran eficacia las fuerzas de la Guardia
civil, desplazándose a Niebla, por orden del teniente coronel de la Comandancia
de la capital, el capitán don Bernabé Pintado Nieto, de la demarcación de
Moguer. Fueron asimismo eficaces los auxilios prestado a las personas heridas
en los primeros momentos por el médico de Bonares, con ejercicios accidental en
Niebla, don Pedro Bueno Bautista, pero como mayor ejemplo ha sido la aportada
por todos los vecinos, prestando toda clase de cuidado a los perjudicados.
Las pérdidas
ocasionadas son tan considerables y cuantiosas que no pueden valoradas. Por
donde el Gobernador civil ofrece 25.000 pesetas para socorrer a las siete
familias más necesitadas.
José García Díaz.
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