viernes, 2 de julio de 2021

Del Tinto al Bidasoa.

 

                                                          


     Complacidamente me atrevo a transcribir del diario “La Vanguardia”, de Barcelona, el artículo presente, en donde la pluma galana y experta de nuestro querido colaborador Lope Mateo, exalta, con motivo de la reciente exposición de Vázquez Díaz, en el Ateneo de Madrid, el “rumbo ecuménico”, del río Tinto, cuya legendaria le hace creador del nombre que distingue a nuestra península.

   Podemos interpretar que dicha crónica causará la más grata satisfacción a muchos lectores, siempre celosos de prestigio y enaltecimiento de cuanto afecta y contiene nuestra maravillosa ciudad.

    ……Junto a Baroja, el vasco, está en los pinceles de Vázquez Díaz el andaluz Jiménez, con su raíz paterna riojana. Patético el rostro suyo, barbado también, con los negros y valetudinarios ojos pasmados antes el dolor, alucinados, de tragedia ante el simultáneo lance de la concesión del primer Nobel y la muerte de la amada, ninfa Egeria de su poesía y de su vida. Miran esos ojos semitas opacamente, como en un verso blanco sin exterior cadencia, pero con íntima melodía de silencio compacto. Hace ya mucho tiempo que también se le murió “Platero”, allá en la colina bajo los pinos de Moguer. Y el poeta se ha quedado solo, irremediablemente en olor de soledad, una soledad afelpada por donde fluyen sus elegías y sus pastorales acompasando la lentitud morosa del Tinto natal.

                                                             


    El Tinto es otro río fronterizo, pero no como el Bidasoa, de tierras, sino de mares; como que se saliendo de él se pudo llegar, en una madrugada gloriosa, hasta las mismas orillas de un nuevo mundo desconocido. Aquellas tres carabelas castellanas marcaron ya para siempre el rumbo ecuménico del Tinto cobrizo de aguas minerales, hacia la Rábida donde empezó a encarnarse el sueño inmortal…. Río remotísimo en el tiempo que, con su hermano gemelo el Odiel, en el “Finisterre” de Onuba, nos bautizó con el nombre de Iberia, de su primitivo nombre que fue de Iber. Parece mentira, ¿verdad? He aquí el testimonio en el viejísimo texto de la “Ora Marítima”, de Avieno, el poeta acaso más antiguo del mar en latín, con su famoso periplo: “Por allí fluye Iber y muchos sostienen que de él han recibido su nombre los iberos y no del río que corre por entre los inquietos vascones. Y toda la tierra situada en la parte occidental de dicho río es llamada Iberia; en cambio, la parte oriental es la que contiene a los tartesios y los sílbesenos” … Entonces, Entonces ¿cómo es que los textos más recientes se expresan siempre como si el nombre de Iberia procediese del río Iber-Ebro? Quien con estas mismas palabras pregunta es el insigne científico de la arqueología don Antonio García Bellido. El Cual, después de asediar con otras pruebas su tesis, se contesta así: “Pues probablemente, porque éste, una vez conocida la Península (que empezó a ser conocido por el Sur) llamó la atención por su mucho caudal y su gran extensión, al paso que el otro era insignificante y quien sabe para entonces había ya cambiado su nombre, como parece deducirse del silencio posterior”.

….. Del Tinto al Bidasoa: toda la tierra entrañable y milenaria de los antepasados, la Patria común, que nos dio unidad en la diversidad, batida de siglos, bienandanzas y fortunas; las que, por la pluma de dos ingenios de hoy, hermanados por un egregio pince, promete aún los más claros presagios y logros para el porvenir. Del Tinto al Bidasoa….

      López Mateo.

José  García Díaz.

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