sábado, 18 de junio de 2016

La maldición gitana.

                                                            


---No sé porque este contrato me va a salí má-- se decía Elena en Sevilla antes de tomar el tren para un pueblo de Huelva donde había sido contratada por un empresario con vista.
    Y fue a ver a la gitana que le preconizaba su porvenir con un lujo de detalle inconcebibles.
----Mía, Coralito, voy a un pueblo y quisiera me hicieras el horóscopo.
---Ven acá carita de cielo, entraña de mi corazón y te diré tóo lo que te vá a pasá.
---Vamos ayá.
---Pué verá: ese home que atí te camela te tíe maldesía gitanamente, y veo en el cielo que te va a ocurrí una desgracia mu grande.
---¿De verdá Coraliyo?.
---Sí, ange de mi calabozo.
----Pué... entonse... no voy.
---Sí tendrá que ir.

                                                   II

---Elena, ¿te vas?.
---Sí, Antonio déjame ya, te lo suplico; si yo no te puedo queré, si yo tengo que vivir de otro modo, si yo...  Antonio, por Dió!
---Tu lo quieres, sea, yo te maldigo!
---Oh, él, la gitana! ! si me lo ha dicho!... ! Jesú mío, ten misericordia de mí.

                                                III

       Llegó al pueblo donde la contrata tenía efecto; después de una serie de peripecias ora cómicas, ora trágicas, y en las cuales creyó ella ver siempre la maldición gitana que le alucinaba y enlo quecía.
    El recibimiento fue digno de Elenita, de la artista sin par, bonita como una perla engarzada en oro, gentil como una reina descendiendo de su trono. Pobre Elena, cuanto reía ante las ovaciones delirantes de los públicos, y cuanto lloraba sus soledades, cuando ella no sospechaba que la viera nadie.

                                                   IV

        Llegó el día del debut, el público se apiñaba en contaduría para admirar su arte inimitable, el teatro se vio pronto repleto, el empresario reía satisfecho de su acierto y la pobre Elena, esperaba impaciente la "tercera" para salir a escena.
     Llegó la hora, se alzó el telón con majestad de príncipe orgulloso, se hizo el silencio en toda la línea y apareció la gentil Elena bailando una danza oriental de mucho éxito. Pero de pronto se oye un grito desgarrador, el público se pone en pie. Elena cae al suelo como herida por el rayo, y en la sala de butacas se escuchaba una carcajada brutal y una voz que grita:
---!"La maldición"!

                                               V

      En la portería del hospital aguardaban dos personas para ver a Elena; pronto le fue concedida audiencia a la una; la otra, esperó turno,
 ---!Coraliyo!
----!Eleniya mía!
---!Tu aquí!
---!La maldición, la maldición!
---Po sabe nena mía quien fue ese mardito.
---No, Coral, no.
---El que te quíe.
---!Antonio!
---Ahí está.
---Que entre.
---No, espera,
---Que.
---Espera a que te diga como va a  aproba su cariño; si te quíe bien ha de jaser una chupadra en esa jeria der pie, que esta envenenao, que...
---!Coraliyo!
---Adio, hasta ahora
    y entró Antonio, la vio, se sonrió muy triste y después lloró besándole una mano;
---Perdón Elena mía--le dijo-- yo tengo la culpa de tu mal, perdóname; ciego por tu cariño, cuando supe que te ibas y me dejabas, me fui detrás de tí, y al llegar al teatro donde ibas a trabajar, envenene unos clavos...
----!Tú!
---Si, que te sirvieron de puñal, que te están matando, que te matarán.
---!Te odio, vete!...
---No, Elena, vengo a salvarte; me ha dicho la gitana que chupando la herida te podré salvar.
----Si, si, lo mismo me ha dicho...
---Entonces....
----Veré si me quieres.

                                                   VII

        Aquel hombre se moría sin remedio, había extraído con sus labios el veneno del clavo y...!pobrecillo Antonio!
       Agonizaba, Elena lloraba y besaba frenética, nerviosa, su frente ya amarillenta.
---Antonio, Antonio, si yo te quiero-- pero era tarde, Antonio esperaba entre sus brazos de arminio.
     Ya era tarde para salvarlo, pero entonces fué cuando germinó un cariño inmenso para aquel hombre que ya... no era nada.
   Y la muerte de nuevo tuvo que triturar entre sus garras una vida para que el amor triunfara como soberano absoluto.
---!Tarde, siempre tarde!

   Por Fardet, del trabajo cuentos y leyendas, en La Palma 1913.
  


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