---No sé porque este contrato me va a salí má-- se decía
Elena en Sevilla antes de tomar el tren para un pueblo de Huelva donde había
sido contratada por un empresario con vista.
Y fue a ver a la gitana
que le preconizaba su porvenir con un lujo de detalle inconcebibles.
----Mía, Coralito, voy a un pueblo y quisiera me hicieras el
horóscopo.
---Ven acá carita de cielo, entraña de mi corazón y te diré
tóo lo que te vá a pasá.
---Vamos ayá.
---Pué verá: ese home que atí te camela te tíe maldesía gitanamente,
y veo en el cielo que te va a ocurrí una desgracia mu grande.
---¿De verdá Coraliyo?.
---Sí, ange de mi calabozo.
----Pué... entonse... no voy.
---Sí tendrá que ir.
II
---Elena, ¿te vas?.
---Sí, Antonio déjame ya, te lo suplico; si yo no te puedo
queré, si yo tengo que vivir de otro modo, si yo... Antonio, por Dió!
---Tu lo quieres, sea, yo te maldigo!
---Oh, él, la gitana! ! si me lo ha dicho!... ! Jesú mío, ten
misericordia de mí.
III
Llegó al pueblo
donde la contrata tenía efecto; después de una serie de peripecias ora cómicas,
ora trágicas, y en las cuales creyó ella ver siempre la maldición gitana que le
alucinaba y enlo quecía.
El recibimiento fue
digno de Elenita, de la artista sin par, bonita como una perla engarzada en
oro, gentil como una reina descendiendo de su trono. Pobre Elena, cuanto reía
ante las ovaciones delirantes de los públicos, y cuanto lloraba sus soledades,
cuando ella no sospechaba que la viera nadie.
IV
Llegó el día
del debut, el público se apiñaba en contaduría para admirar su arte inimitable,
el teatro se vio pronto repleto, el empresario reía satisfecho de su acierto y
la pobre Elena, esperaba impaciente la "tercera" para salir a escena.
Llegó la hora, se
alzó el telón con majestad de príncipe orgulloso, se hizo el silencio en toda
la línea y apareció la gentil Elena bailando una danza oriental de mucho éxito.
Pero de pronto se oye un grito desgarrador, el público se pone en pie. Elena
cae al suelo como herida por el rayo, y en la sala de butacas se escuchaba una
carcajada brutal y una voz que grita:
---!"La maldición"!
V
En la portería
del hospital aguardaban dos personas para ver a Elena; pronto le fue concedida
audiencia a la una; la otra, esperó turno,
---!Coraliyo!
----!Eleniya mía!
---!Tu aquí!
---!La maldición, la maldición!
---Po sabe nena mía quien fue ese mardito.
---No, Coral, no.
---El que te quíe.
---!Antonio!
---Ahí está.
---Que entre.
---No, espera,
---Que.
---Espera a que te diga como va a aproba su cariño; si te quíe bien ha de jaser
una chupadra en esa jeria der pie, que esta envenenao, que...
---!Coraliyo!
---Adio, hasta ahora
y entró Antonio, la
vio, se sonrió muy triste y después lloró besándole una mano;
---Perdón Elena mía--le dijo-- yo tengo la culpa de tu mal,
perdóname; ciego por tu cariño, cuando supe que te ibas y me dejabas, me fui
detrás de tí, y al llegar al teatro donde ibas a trabajar, envenene unos
clavos...
----!Tú!
---Si, que te sirvieron de puñal, que te están matando, que
te matarán.
---!Te odio, vete!...
---No, Elena, vengo a salvarte; me ha dicho la gitana que
chupando la herida te podré salvar.
----Si, si, lo mismo me ha dicho...
---Entonces....
----Veré si me quieres.
VII
Aquel hombre se
moría sin remedio, había extraído con sus labios el veneno del clavo
y...!pobrecillo Antonio!
Agonizaba, Elena
lloraba y besaba frenética, nerviosa, su frente ya amarillenta.
---Antonio, Antonio, si yo te quiero-- pero era tarde,
Antonio esperaba entre sus brazos de arminio.
Ya era tarde para
salvarlo, pero entonces fué cuando germinó un cariño inmenso para aquel hombre
que ya... no era nada.
Y la muerte de nuevo
tuvo que triturar entre sus garras una vida para que el amor triunfara como
soberano absoluto.
---!Tarde, siempre tarde!
Por Fardet, del
trabajo cuentos y leyendas, en La Palma 1913.
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