José Candelao y
María Ramona eran dos perfectos ejemplares de la raza gitana y se criaron en la
Cava vieja de Sevilla, aprendió más la afición a lo ajeno que el honrado
trabajo de fundidor en una fragua, que su padre ejercía, y donde María Ramona se enamoró de José Candelao
con toda pasión de alma gitana y toda las fierezas sensuales de su cuerpo
bronceado, que parecía hecho a golpes en el yunque del señó Domingo, fundidor
también y padre de María Ramona.
!Que hermosos ojos
negros y que patilla rizada y que aire en el andar y que gracia recogiéndose la
falda, y que buenos "golpes" tenía María Ramona.
Y con este
elemento de defensa, el nuevo matrimonio procuró huir lo antes posible para
vender el animalito en la primera ocasión que se presentara.
Con el burro por delante
marchaba María Ramos, poco después de la hora del mediodía, quiso su mala
suerte de sus entrañas, que a poco de lo andado toparon con una pareja de
guardias civiles que en el recodo de un camino les salió al encuentro.
----José, ya están aquí los payos, maldita sea mi
estampa---dijo María Ramona--"diquela" que aquí vamos a pechugá.
----"Andivé" nos venga, contestó José y dio las
buenas tarde a los civiles.
Saludaron éstos y el jefe de pareja dijo:
----¿Donde se ha marcado este borrico?
----Allí, en la feria de Santiponces-- contestó José más
muerto que vivo.
----¿Y ha costado mucho?
---Seis duros; una ganga señó.
---Es barato--- continuó el guardia.-- ¿ Y la guía, traen
ustedes la guía del borrico?
----Si señó--- contestó José, que se ahogaba con un cabello y
miraba con ansia a los ojos de María Ramona, como si en ellos pudieran meterse.
----María Ramona, ¿tu tiene la guía, no?
---No, hijo mío, no, te la dí a tí; ahí la tendrá en er
borsillo e la chaqueta.
---Aquí no está María Ramona.
---Mirate bien, José que tú la tienes.
---Que no, que la tiene tú.
---¿A qué se ha "perdió" la guía.-- interrumpió el
guardia irónicamente.
Y María Ramona, con los brazos en alto imitando la voz del
guardia contestó.
---"!Zha perdío la guía! !Zha perdio la guía Zeñó, ze
pierde un barco, que es la mar de grande, y no se va a perder un papelucho así
de chico.-- Y señalaba un tamaño pequeño con la uña del dedo pulgar puesta
sobre la yema del índice.
Manuel R. Pérez.
Huelva 1907.
José García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario