martes, 22 de diciembre de 2015

Denuncia al diario "El Liberal"

                             Madrid 14 de Diciembre del 1900.

        Con fecha de ayer ha sido denunciado este periódico “El Liberal” por un artículo titulado “Adelante”.
       Este periódico dice, que ayer han quedado bien marcadas las líneas donde están los amantes de la libertad, por un lado, y por otro lo que la aborrecen, y que el ministro de la Gobernación, amparador de la arbitrariedad como resorte de Gobierno y mantener de los empeños reaccionarios ministeriales, debe irse a los círculos obreros católicos, a cuya fundación ha cooperado, y dejar desde ayer de ser ministro.
          Romero Robledo pregunta al Gobierno si mantiene la excomunión lanzada por el obispo de Pamplona contra los lectores de “El Porvenir Navarro”, y Canaleja afirma que el ministro de la Gobernación ha incurrido en responsabilidad criminal por las arbitrariedades últimamente decretadas, y expresa su temor de que al despertar el país rompa todos los diques.
        Declara que el partido liberal no está tampoco libre de pecado, pues solo es liberal en apariencia; pide la unión de todos los liberales frente al clericalismo.
        El periodista huelvano republicano Emilio Rodríguez escribe para “El Liberal”. Lo primero regeneración de la sociedad española.
            Ya que hemos visto que la pérdida de nuestras Antillas, donde se ha sepultado millares de sus hijos. Una nación que tributa voluntariamente con más de cien millones de pesetas cada año en la “Ruleta Nacional”.
          Que se embrutece y gasta más de otros doscientos millones en el bárbaro espectáculo taurino, que a más de familiarizarse con la sangre y la grosería del lenguaje, roba campo al cultivo, enriquece a una docena de ganaderos, y sacrificio de centenares de caballos que podrían ser de gran utilidad a la agricultura y al comercio.
            Que llena por millares de firmas las listas expuestas en casa de un torero herido, cuando en la misma población agoniza un ilustre marino sin que nadie lo tenga en cuenta.
            Que llena columnas y planas enteras de periódicos de los más circulación (y hasta de los ilustrados, científicos y literario) con revista de corridas, cogida de fulanito, o menganito, la muerte del Espartero, el Kalifa, Dominguín; la retirada o corte de coleta.
             Que en tumultuosa avalancha profana la mansión de sus mayores; rompe lápidas, destroza mausoleos, y hasta hace rodar por el suelo los restos de los difuntos; por el solo inexplicable deseo o curiosidad de ver sepultar a un torero.
             Este pueblo que así estereotipa su incultura dando lugar hasta a que en el extranjero se nos fotograbe con escenas tan repugnantes.
          ¿Puede ni hipotéticamente suponérsele posibilidad de regeneración de este país?
            Con una nación de diez y seis millones de habitantes en la que de estos, doce no saben leer ni escribir; en donde su presupuesto de Fomento es de setenta y seis millones y el del culto y clero asciende a treinta y dos.
           Que reparten millares de escapularios a nuestros soldados, cuando embarcaban para Cuba, mientras los americanos artillaban acorazados y cruceros potentes para hundir a nuestra antigua marina e incendiarla en nuestros mismos puertos.
           En la que millares de víctimas sucumbieron en aquella guerra, tanto por los azares de la misma, como por las condiciones del clima.
        En la que todo terminó con unos cuantos sufragios por los héroes y por los que no volvieron; después el olvido, la orgía, la fiesta nacional (el vulgo toreo), la ruleta decenal, el tiro de pichón, torneos de bicicleta, peregrinaciones a rendir homenajes al Papa-Rey y ofrecerle valiosas ofendas. Los partidos políticos, tanto monárquicos como republicanos, divididos. Los turnantes en el poder, o sean liberales (hoy fusionistas) y moderados (en la actualidad conservadores) compuestos de diversas fracciones.
          Los republicanos, predicando hace años la unión, viven prácticamente como el agua y el aceite.
           Los carlistas (que hoy ya parece que quieren asomar la oreja, o lo que sea) tampoco se entienden el Norte común…. El caos.
          Esta es nuestra patria; esta es la cuna de aquellos preclaros talentos que con su poder y bizarría supieron dar días de gloria a nuestras generaciones pasadas.
          Si a ser posible fuera que las tumbas dieran paso a sus nobles figuras, empuñarían de nuevo sus espadas sonrojados de vergüenza ante tan grande ignominia.

    José García Díaz.

 



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