La Guerra de Margallo.
Llamada así a la
primera Guerra del Rif, que comenzó en el año de 1893 hasta el 1894, duró poco
esa guerra española en Marrueco, ya que la primera ocurrida hacía más de
treinta años atrás, se había quedado ya olvidada en casi toda España, pero en este
nuevo conflicto bélico se vuelve a derramar sangre española allende del
Estrecho, dado que en breve tiempo de dos días, marcó parte de la historia de
este pueblo en donde por desgracia murieron una quinta completa de 14 mozos y
más 5 de la anterior, ya que podemos creer que este pueblo quedó metido en
una profunda amargura y sufrimiento para las madres bonariegas; pero como los
sentimientos con el tiempo suelen quedarse en el olvido, dado que luego llegó la Guerra de Cuba y las nuevas y continuas con el moro africano.
Los 260 soldados de
esta provincia, unos 160 se incorporan al Regimiento de Extremadura que se encontraban
de guarnición en Jerez de la Frontera, en donde habían recibido órdenes de
estar preparado para marchar para Málaga al primer aviso. Mientras el de
Borbón, ya llevaba días en Melilla.
Pero que es lo que
produjo este enfrentamiento, llamado “Guerra de Margallo”. Puesto que este
militar ejercía como gobernador de esta plaza, el señor Juan García Margallo.
Y todo comenzó por
una rutina de fortalecer un cuartel en las afueras de Melilla, donde el grupo
de Ingenieros realizaban unas trincheras, cerca del cementerio y de la mezquita
de Sidi Aguariach dieron con o sin conocimiento con la tumba de un moro llamado
“Santón Puntilla” y la destruyeron. El saqueo de la fosa provocó que los moros que
vivían y trabajaban para España, avisaron y calentaron la situación a los jefes
de las tribus de los alrededores.
Provocando que el 2
de octubre, fueran atacados los soldados que mantenían la vigilancia y la protección de sus compañeros de trabajos. De hay es donde comenzaron los enfrentamientos que costó la vida en toda la campaña a
más de 9.000 españoles.
Al amanecer
del 27, 28 y 30 de octubre este batallón mandado por el capitán Parra junto al
teniente don Miguel Primo Rivera con el sargento mayor Laureano fueron sorprendido
por más de 6.000 bereberes, que portaban unos de los mejores y modernos fusiles
aportados y vendidos por los ingleses para este fin como casi siempre ha ocurrido
a lo largo de la historia. Entre el Regimiento Extremadura, el de Borbón y el
de los Cazadores de Cuba dejaron en los barrancos y en las cimas enrojecida por
sangre en la “Cabrerizas” y en “Rostro Gordo” a más de 500 soldados de Huelva y
Provincia, entres fuertes combates de bayonetas cuerpo a cuerpo con los moros.
Soldados que pensaban que para pasar de recluta a veterano no necesitaban nada
más que una batalla, en las que tanto sobran las balas como faltan los
garbanzos y las patatas.
Son los siguientes
soldados muertos del Regimiento de Extremadura en combate el amanecer del día
27 de octubre:
1º Francisco Domínguez Domínguez, de profesión del campo hijo
de Juan Dominguez y de Manuela Domínguez de la calle Rosal.
2º Cristóbal Martín Caballero, del campo su madre Lucía
Caballero y su padre Vicente Martín de la calla Santamaría.
3º José Martín Aguilar, del campo de la Fuente.
4º Pedro Rivas Ramos de la calle San José.
5º Juan Antonio Carrasco Moro, del campo de la calle Esperanza su madre María del Rosario Moro y su padre Juan Antonio Carrasco.
6º Antonio Martín García
de la calle Ruiseñores, del campo su madre María Díaz Quintero y su padre José Martín.
7º Francisco Martín Díaz, albañil de calleja de la Iglesia.
8º Juan Molín Borrero, tabernero de la calle Hospital.
9º Manuel Martín Padilla, del campo de la calle Huerto.
Los del Regimiento
Borbón muertos en la misma noche de los anteriores:
10º José Vega Martín, herrero vivía en La Fuente.
11º José Vega Riquel del campo y primo hermano del anterior, vivían
en la calle del Huerto en la misma casa.
12º Diego Carrasco Toro.
13º Ildefonso Barba Mora.
14º José Domínguez Rodríguez.
Del Regimiento
de Cuba.
15º Celedonio Bueno Carrasco, del campo de la calle
Santamaría.
Del Regimiento
Cazadores de Cataluña.
16º Agustín Velo Martínez.
17º Francisco Hilazo Martín.
18º Diego García Iglesia.
19º José Barriga Camacho.
Se libraron los cinco
mozos afortunados a los que sus padres pagaron a la Caja del Tesoro las mil
quinientas pesetas del importe de la redención de cada uno de los que se
quedaron en casa y buscaron un sustituto para su reemplazo
Están también redimido del servicio activo militar por la
suma de 3.500 reales por Escritura Pública los siguientes quintos:
Manuel Carrasco Barriga de la calle Esperanza.
Juan Manuel Conejo García de la calle Larga.
Juan de Vega Querido de la calle Esperanza.
Y aquellos tres que se encontraban en situación de
penalidades en la familia. Se le otorgaban por las autoridades locales evitando
la corporación a la fila.
Mientras el
amanecer del día 2 de noviembre desembarcan en el puerto de Melilla, la
caballería de los lanceros del Regimiento de Dragones de Santiago, temido por
los moros viejos, puesto que en la guerra africana anterior lancearos a miles
de ellos en la batalla de Tetuán. Pero esta vez el enemigo no llevaba espada y
gumía, si no fusiles máuser que en manos de experto tiradores mahometanos
traían locos a los soldados españoles.
El día siguiente
prestaron servicio de vigilancia, donde lo primero que hicieron era cambiar los
cascos por la gorra para evitar que los moros hagan blanco sobre el reflejo del
metal; fueron tiroteados por la noche y de regreso a la compañía fueron
alojados de mala manera en el cuartel de Mantelete.
Estaban
cumpliendo el servicio militar con ellos dos bonariegos con más de tres años de
servicio, el cabo primero Cristóbal Carrasco Romero y Francisco Becerra Martín.
Donde fueron ascendidos en poco tiempo después.
Tras el acuerdo del
pleno de 15 de noviembre el Ayuntamiento junto con su alcalde don Pascual María
Carrasco Guzmán acordaron lo siguiente, con gratificar con 50 pesetas a todo
soldado vecino de esta población. Así con 150 pesetas a aquellos que sean
herido y queden inútiles.
Dar un socorro de 250 pesetas a las familias
de los soldados de esta villa que fueron muertos en batalla o en los hospitales
a causas de las heridas recibidas en combates.
Podrán ocupar en los
empleos municipales, con preferencia a otros, a los soldados que hayan jugado
su suerte por esta villa, y sean heridos o inutilizados en Melilla.
José García Díaz.