En Niebla a 5 de
Enero de 1911.
Dedicado a mi estimado amigo don Casiano
López y Velazco.
El pueblo de
Niebla, con dejadez voluptuosa, duerme tranquilo su sueño milenario sobre sus
campos de esmeralda.... El pétreo cinturón de sus murallas, que le oprimen
teniéndole como engarzado, sigue siendo carne de los tiempos, blanco de los
golpes; la carcoma de los siglos sigue la obra, inexorable, mordiendo su mora
substancia, su esqueleto sáxeo, amontonado a sus pies la argamasa de la
construcción. Los torreones que se alzaron gentiles, desafiando los vientos,
hoy, derrumbados casi, nos hablan orgullosos de un pasado floreciente, nos
lloran tristes un presente de abandono y nos auguran con alegría un porvenir
glorioso, de una vida intensa y moderna, de una ciudad digna de su historia que
se levantará sobre su cimiento medioevales. El esfuerzo intelectual y la labor
y el trabajo de sus hijos harán el milagro.
El río Tinto
serpentea amoroso bajo sus plantas reflejando a la vetusta villa en su
corriente serena, y al pasar besa sus muros, les envía sus rumorosas canciones
y se pierde a lo lejos ensangrentado sobre los campos verdes, derecho a morir
al Atlántico. Y Niebla, al verle pasar rindiéndole homenaje de admiración como
a única señora del Condado, le envía su adiós y mira cariñosa desde sus rotas
almenas, como se pierde en la lejanía gris, rizándose en suave ondulaciones y
brillando al sol con destellos rojos.
Niebla es
ciudad de nostalgias. Bajo su cielo gris, bajo sus nubes pardas, en su ambiente
tranquilo, yo he sentido en mi alma el ritmo acompasado de música ideales
primitivas.
Paseando por sus campos, yo he respirado la
poesía sana y deleitosa de la Naturaleza. Viviendo en sus casas donde penetra
un aire manso, yo me he dejado llevar por la pereza mora y el estoicismo
árabe... y dulcemente.... suavemente... oyendo desgranar las horas en el
silencio, he sentido vaguedades de sopor que invitaban a soñar.
Y si he de
hablarte de sus mujeres... !oh!.. éstas no han sufrido los golpes del tiempo;
son las mismas de los tiempos de grandeza, son aquellas que engendraron héroes,
que amaron a guerreros, que sirvieron a reyes son las mismas; arrogantes,
pasionales, hermosas, son las mismas. Mujeres todo amor, todo ideal, todo
corazón y belleza....
Yo que sabido
encontrar poesía en Niebla, porque he sabido leer la historia en sus ruinas,
que he gozado en su placidez moruna, he sabido encontrar alegría también. Sus
mujeres soñadoras tiene un algo que no sé.. Su mirada tiene toda la fuerza
magnética de los ojos de bellas hijas de la Arabia, en sus cuerpos graciosos,
la línea escultural ondulada provocadora.
Por eso, allí,
donde todo se desmorona al soplo del tiempo, donde las murallas se vienen al
suelo, donde el río huye ensangrentado, donde las casas son de color de tierra,
las mujeres son la única sensación de vida, las mujeres lo son todo...
Por Eulogio
González Fernández. En víspera de su boda con la señorita Carmen, hija del rico
propietario don Benigno del Río Boza.
Periodista por vocación
y dedicación bastante culto corresponsal del diario "La Provincia",
del "Liberal de Sevilla" escribía semanalmente la crónica de la
Comarca en el nuevo diario del "Heraldo de Huelva", atendía a varios
diarios de tirada nacional y a veces en el "A.B.C."
José García Díaz.