domingo, 27 de julio de 2025

La aldea de Bonares en el año 1339.

 

                                                       


      

 

       En la Colección Diplomática, dentro de los Archivos de la Casa de Medinasidonia, es donde queda confirmado legalmente  que la conocida como la “Aldea de Bonares”, con fecha del 18 de marzo de este año de 1339, por el reconocimiento de una deuda del Consejo de Niebla y sus aldeas de Trigueros, Beas, Bonares, La Palma y Villalba que se encuentran obligado a pagar al Rey Alfonzo XI los treinta mil maravedís, que este había adelantado a Martín Fernández de Portocarrero por la compra de esta última aldea citada de Villalba.

   Por donde podemos conocer a los dos primeros Alcaldes que se encuentra reconocido y documentado de esta villa, como era Alfonzo Miguel, y Domingo Juan Lozano, que en nombre de sus vecinos aceptaron abonar entre todos ellos, la parte que le corresponde sobre esta deuda con el Rey.

      Mientras el 10 de febrero de 1386, se encuentra otro documento que es una carta misiva con el siguiente mandato dirigida al Consejo de esta aldea, de parte de don Juan de Guzmán, I conde de Niebla, e Adelantado Mayor de la Frontera por mi señor el Rey de todos los alcaldes, / alguaciles y gente buena sobre la restitución de su almojarifazgo,(que era el derecho que pagaba los vecinos sobre los géneros que entraban y salían del pueblo), para hacerlo en el Consejo Niebla, dado que dichos lugares pertenece a sus propios/ por ese motivo se deben de abonarse dicho maravedíes en ella.

   Quedándose así el citado Consejo de Niebla, como de nuevo la organización administrativa y política ya que gobernaba esta villa y sus aldeas correspondientes, a pesar que ya que hacia veinte años que pasó a ser el Condado de Niebla.

      Años después, en el mismo Convento Santa Clara de Moguer, es por donde aparece lo poco documentado que había sobre la vida de esta aldea de Bonares, por aquellos años, cuando el 4 de mayo de 1440, es donde de nuevo encontramos otro contrato de compraventa en una carta notarial:

  “ Se otorga y vendo a vos abadesa o dueña del convento de la / Orden de Santa Clara, que estado usted ostenta, yo Antón Suárez e Alfonzo Pérez, junto con las tierras de, Pero Alfonso Pérez Borrero vecinos todos de Bonares, que se llama dicha tierra el “Redosnero”, junto otro pedazo de tierra que linda con la del “Val de Santa María” dentro de esta aldea de Bonares,/ que linda con las tierras de Pero Alfonso, y con la otra de Alfonso Domínguez Serrano vecinos de esta aldea, vendido en 1,300 maravedíes de la moneda usual que ahora se utiliza, que vale un blanco cinco dinero. ?” Don Laureano y Anasagasti.

                                                       


         

   Ya por aquellos años, se hacía demostración económica la que disponía el citado convento de Santa Clara de Moguer, receptoras de las muchas donaciones privadas, de parte de la Nobleza, y de las ricas acomodadas hacendadas, que, en concepto de rogativas en beneficio de su salud, junto con misas fúnebres después de su muerte, hicieron del citado convento propietarios de la mucha tierra comunales que disponía en el entorno de este pueblo, para dejarlo con las desamortizaciones en la más completa ruina.

    Tuvimos que esperar en febrero del año de 1509, cuando encontramos en las rentas ducales de Medinasidonia  mantenía sobre las aldeas del   Condado de Niebla, según Ladero Quesada, que en aquellos días la población local de Bonares la componían 67 vecinos, ya que en este citado año de 1509  este lugar fue fuertemente diezmado, por las pandemias de la peste negra, que fue las plagas más mortíferas que ha pasado este pueblo en su historia, para que años después empezará a recuperarse bastante bien para llegar a los 104, vecinos en  1534, por donde este pueblo abanaba con la contribución a la Casa de Medinasidonia la suma de 180 reales de vellón con 17 maravedíes, una suma respetable en aquellos días.

    Esta aldea con sus vecinos dependía principalmente en aquellos tiempo de la agricultura como medio de vida, manteniendo el sobrante para su comercio, como era el trigo, dependiendo como casi siempre del tiempo tanto la sequía, como los temporales de lluvias, seguidos del vino y del aceite junto con su ganadería eran la fuente de su economía local.

  José García Díaz.

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