lunes, 14 de marzo de 2022

La puerta sin nombre.

 

                                                            


 Por Ramón Ortega Uguerrola.

Cuando su urbanización, puesto que hace mucho tiempo llevó rondando en mi mente una idea para exponerla a las autoridades de Niebla, desde la prensa. No hace mucho, ante una pregunta por escrito del fino escritor onubense José María Segovia sobre esta Puerta, le conteste aclarándole ciertos motivos, sin poder hacerlo del nombre que le corresponde como a las demás de la ciudad.

   Toda la gente sabemos que desde tiempo muy antiguo se las llama a esta puerta como la del “Agujero”, sin duda porque sería puerta, antes que Puerta, un agujero abierto por alguien a quien le interesaba pasar por allí para acortar distancias; no hemos podido averiguar si data desde siglo o nó, pero si hemos preguntado a personas mayores que ya sobrepasa los ochentas años y nos dicen que siempre la han conocido así y que nunca han escuchado de sus antepasados nada que se refiera a su antigüedad con tal Puerta.

   Lo cierto es que su estilo árabe demuestra su origen y puede darse el caso que quizá el mismo Rey Sabio al tomar la plaza mandarse abrir esta Puerta para dar más salida al pueblo; salida que, por otra parte, es relativa, pues solamente sirve para peatones y bestias por la rampa peligrosa que hace desde la base de la Puerta a la carretera, de unos dos o tres metros de altura.

  Y he aquí el por qué he escrito este artículo; la peligrosidad de su bajada e incluso de su subida, no solamente para las bestias, sino para los peatones; aquellas, pueden muy bien pasan por las dos puertas cercanas a éstas, la del Socorro y la de Sevilla, precisamente abiertas para vehículos.

   Hay que dejar ésta solamente para peatones y por ello habrá que urbanizarla de forma, no solamente que sirve para el tránsito, sino para la atracción de los turistas; no creemos que cueste esto mucho al Ayuntamiento y estimamos debe acometer esta obra seguidamente, haciéndola al estilo de esas calles cordobesas de pendientes, unas de unos metros de larga y otras de treinta y cuarenta metros de cuesta, dando las mismas un tipismo tan llamativo que al turista gusta de transitar por ellas.

                                                               


  Es sencilla su urbanización, pues solamente se trata de hacer una serie de escalones, no de un solo paso, sino de dos o tres, que hacen desaparecer parte de la pendiente y son comodísimas para subir y bajar; estos escalones llevan unos adoquines largos que separan unos de otros y en la parte superior están rellenos de pequeños guijarros negros, y blancos, que le dan una vista muy bonita y llamativa.

  Tenemos el caso de la Puerta del Agua, aunque en estos escalones no se ha escogido el guijarro, de tanta profusión en los alrededores de la ciudad, por lo que no siendo nuevo cuanto exponemos, puede llevarse a efecto con entera facilidad, urbanizándose así este trozo de calle con historia pero sin urbanizándose así este trozo de calle con historia pero sin urbanización alguna y con peligrosidad manifiesta para todos.

   Ahí queda la idea y ahí está también un alcalde que sabe recoger los anhelos de los vecinos con todo cariño; lo demás con mejor voluntad que dinero se puede conseguir fácilmente.

 José García Díaz.

 

 

 

 

 

 

 

 

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