El martes día 19 de enero de 1965, a las once de la mañana,
salió de Huelva el señor Obispo con dirección a Bonares, haciéndose acompañar
por un seminarista bonareño que cursa los estudios de Teología en el Seminario.
En el término
municipal esperaba a Su Excelencia Reverendísima el alcalde, cura párroco y
demás autoridades del pueblo, que le cumplimentaron. Para la entrada del
Prelado en Bonares, se organizó una comitiva que iba presidida por una
abundante escolta de motoristas y seguida por treinta y dos automóviles, o sea
todo el cupo rodado del pueblo.
El doctor García
Lahiguera hizo la entrada en coche descubierto, prodigándole el vecindario en
masa un recibimiento realmente apoteósico. La banda de música, las explosiones
de los cohetes y los vítores del gentío se escucharon con acento ensordecedor.
Las calles de la
ciudad aparecían engalanadas con arcos y guirnaldas; y los balcones, ventanas y
fachadas de las casas, también lucían ramos de plantas campestres y flores. Los
pavimientos de las calles del itinerario aparecían alfombrados de romero. A la
entrada de la población se unieron a la comitiva número de la Guardia Civil
montada y guardias de campo.
Al descender el
Prelado del vehículo, las manifestaciones de júbilo por parte del vecindario se
hicieron enormes, pues todos pugnaban por llegar lo más cerca posible a su
Pastor, para aclamarle con derroche de entusiasmo.
Hizo su entrada en el
templo parroquial bajo palio. Visitó primeramente al Santísimo, se le entregó
la vara de Hermano Mayor de la Hermandad de la Patrona del pueblo, Santa María
Salomé. A continuación, en la plaza del pueblo el Prelado ofició la Santa Misa,
pronunciando una homilía en la que hizo ostensible la emoción que le embargaba
por el recibimiento que se la había prodigado.
En la Comunión se
distribuyeron unas 1.500 Hostias Consagradas, en medio del más intenso fervor
de los comulgantes y de la muchedumbre que escuchaban la Santa Misa.
Terminada la misma,
se efectuó la procesión de la Santa Patrona, para reintegrarla a su ermita. El
entusiasmo se desbordó en este traslado procesional, hasta el punto de hacerse
ya delirante, A las puertas de la ermita, en una tribuna levantada al efecto se
dio lectura al acta de la sesión de la Hermandad, por la que fue unánimente
nombrado Hermano Mayor Honorario de la misma. El Hermano Mayor efectivo hizo el
ofrecimiento del título- magnífico pergamino, verdadero primor de miniatura
artísticas de nuestro querido amigo huelvano Domingo Franco—que el señor Obispo acogió con palabras de gran estima y
vivo agradecimiento.
La primera parte
de la gran jornada terminó con un almuerzo habido en la Casa Rectoral. Por la
tarde, a la cinco y media en la plaza del pueblo, también profusamente
engalanada se celebró un acto que presidieron las autoridades, con asistencia
del gentío ya ponderado. El primer término, hizo uso de la palabra el cura
párroco, quien se expresó con palabras muy efusivas y de respetuosa consideración
hacia el Prelado, exponiéndole la leal subordinación de su feligresía, el
pueblo entero, a su pastoral dirección. Hizo una relación sucinta de la labor
de formación cultural y cristiana que
realiza la parroquia, y pidió al señor Obispo que considerara al pueblo de
Bonares, como cosa muy suya.
Seguidamente, se
procedió al ofrecimiento de presentes al doctor García Lahiguera. Fueron los
siguientes: Del Ayuntamiento de la población, un sobre con cinco mil pesetas;
de la Cooperativa de Santa María Salomé, un barrilito de vino y un recipiente
con aceite; de las mujeres y niñas de Acción Católica, un juego completo de
prendas para el altar, confeccionado por las religiosas Oblatas de Cristo
Sacerdote, cuya comunidad ha sido fundada por nuestro Obispo; de las niñas del
pueblo, un corderito y otro barrilito de vino; de los niños, una jarra con miel, una tarta de almendra y una cesta de naranjas y limones. Todo ofrecido es
producto del pueblo de Bonares, y el ofrecimiento de los niños y niñas fue hecho
por estos, ataviados con traje típicos.
Un último
ofrecimiento fue brindado al Pastor por una niña, consistiendo en un hermoso
ramo de flores naturales y en un ramillete espiritual de comunicaciones,
oraciones, sacrificios realizados y ofrendas a Dios por las intenciones del
señor Obispo y por su fecundo apostolado en la diócesis onubense.
El doctor García
Lahiguera, conteniendo a duras penas la emoción que le embargan sus ojos y
palabras, pronunció una alocución, que enardeció, más aún, si cabe, el
entusiasmo al rojo vivo de la población.
A la salida de
Bonares, terminada la memorable jornada, el Prelado visitó a unos enfermos, y
desvió el recorrido previsto por otro que comprendía las calles, habitadas por
las familias más humildes del pueblo, a fin de impartir sus bendiciones de
Padre y Pastor sobre sus pobres hogares.
Una anécdota que
revela el entusiasmo de la población bonariega por recibir y acompañar a un
Obispo lo revela el hecho de que por el cura párroco se había intentado hacer
gestiones ante la autoridad local para que los obreros del campo asistieran al
acto para participar con su presencia en los actos que iban a realizarse. No
fue necesario, pues la mayoría de aquellos ya lo tenían así acordado, echándose
todos a la calle desde por la mañana en que la banda de música anunció el magno
acontecimiento con una larga y continuada diana.
Fuente: Archivo Diocesano Provincial.
José García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario