jueves, 28 de enero de 2016

!Un cura nuevo!

                                                             

          En un pueblecito perdido de la sierra de Huelva, allá por el 1830, se le quedo el curioso San Benito de “El Mata cura.”
        Ya que el primero don Alejandro, valiente párroco que sucumbió por el mero hecho de enfrentarse a los enemigos de la Patria, cuando los franchutes quisieron poseer la santa iglesia para utilizarla como almacén y cuadra para los caballos.
        Don Juan de Dios, que apareció ahorcado en la rama de una higuera, y don Antonio que desapareció sin dejar ningún rastro, que para los parroquianos les cogió un mal aire y perdió la cabeza.
       En la plaza del pueblo, los vecinos se reúnen debajo de un castaño viendo que hay gran animación.
    ---- Icen que ha venido un cura.
  ------¿Un cura en este pueblo? ¡Hace diez años que no viene denguno! ¡Eso no puede ser?
   ----- ¡Como que los han matao a tóo! ¿Qué curica será este?
 ------- ¡Míalo, míalo! Por allí viene; ¡si parece un corderico! ¡Chicos, qué curica más cachorro! ¡No durará mucho!
         Una vieja que pasaba por allí----- ¡Herejes! ¡Ya habéis salío tóos como los conejos de la madriguera, en cuantos habéis oído que ya tenemos cura!
 ¿Pensáis rematarlo como a los otros? ¡Herejes, más que herejes!
          (El señor cura paseando entre los corros, con aire muy humilde):
     -----Buenas tardes, señores.
     -----¡No le contestéis!
     -----¡Déjalo, que no calentará el puesto!
        La vieja.---¡Herejes, más que herejes!
(En casa del ingeniero de la mina. El señor cura está tomando chocolate con él.)
  -----Pero señor, ¿Cómo se ha atrevido usted a venid a un pueblo de fiera como este?
 ----- Ya me lo dijeron que era así; pero he sido yo quien le ha pedido al señor obispo venir. Yo soy el Gorgal; no le tengo miedo a nadie; venga usted a misa mañana.
      El ingeniero---- Es verdad, que hoy es sábado. Allá iré sin falta.
   (Domingo. El pueblo en masa a la iglesia. La campana dá el último toque, y entran hasta los fieles rezagados. El sacristán sale por la puerta de la sacristía, va derecho a la puerta de la iglesia y cierra por dentro. Varios vecinos le hablan al paso.)
  -----¿Pa qué cierras?
 -----¿Quién te ha mandao cerrar?
    El sacristán.--- Dice el señor cura que de aquí no sale naie hasta que se acabe la misa.  ¡Ya veréis qué curica!
  (Suenan las tres campanadas que anuncia la salida del sacerdote. Aparece el sacristán con un trabuco cargado, que deja apoyado junto al presbiterio. Sale el cura y celebra la misa. Al terminar dice):
  ------“ Ite missa est.”
  (Y añade, cogiendo el trabuco y poniéndoselo del brazo):
 ----- Ahora va el sacristán a abrir la puerta, y me harán ustedes el favor de salir despacio y sin ruido, porque tengo una miaja de dolor de cabeza.
      (Salen los vecinos en orden y se dirigen a la plaza. Diálogo animado).
  -----Pero ¿qué cura es este?
  ---¡Este no es cura?
---- Este es algún señorito que viene a burlarse.
 ----¡Hay que escarmentarlo!
 ---- ¿Sabéis que os digo? Que este no es cura y que le vamos a hacer una jugada que se acuerde del pueblo. Si es cura tiene que saber latín; ¿es verdad o no?
----- Vamos a cogerlo entre puertas. Tú Damián, te vas hacer el muerto, y te llevaremos a la iglesia, para que te eche el responso de cuerpo presente. Verás lo que nos vamos a reír. ¿A que no te sabe decir los latines? Ya habéis visto qué graciosamente ha dicho la misa.
  ----- Pues ala, vamos a buscar una caja de muerto, y a meter a éste que el más robusto, y que después de la guasa, le va a dar dos jetazos bueno al curica desfigurado.
  ---¡Ala!
    (En la iglesia. Cuatro mozos traen el féretro descubierto, en el viene Damián haciéndose el muerto. El sacristán va a llamar al cura).
 ------D. Raimundo, ahí traen un cadáver.
  -----Voy enseguida. Pon los cuatros blandones grandes, con cirios, alrededor de la caja.
  ----Ya está, ya.
  ……Bueno.
 Sale el cura; dice el responso. Al acabar pronuncia las santa palabras):
  -------“Requiescant in pace”.
       Todos---- Amén.
  (Coge lo hisopo y hace la señal de la cruz sobre el falso muerto. El agua que despide el hisopo, cae sobre la cara de Damián y el pseudocadáver hace un guiño y se ríe. El cura le mira fijamente, quita un cirio de uno de los blandones, coge el blandón por la parte de arriba, lo levanta en alto, y ¡zas! Lo deja caer sobre la cabeza del muerto y se hace pedazos; volviéndose hacia los mozos, el cura dice):
  ------Ahora está muerto de veras.
     Vamos a enterrarlo, y en adelante me haréis el favor de traerme los muertos “remataos” que no lo tenga que rematarlo yo. Buenas tardes, señores.
                                              -------------------------
     Epílogo: este cura murió en N….. a la edad de ochenta años.
             J.I.
    José García Díaz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario