En los cuentos y leyendas de nuestros abuelos rescatamos, este hermoso homenaje dedicado cuando hace frío y tenemos cerca la copa de cisco.
Así como hay poetas que cantan al sol y a la luna, debía de haber otro más modesto que bajando sus ojos a la tierra dedicaran sus composiciones poéticas a ensalzar las excelencias de cosas pequeñas, pero dignas de nuestra admiración, como, por ejemplo, el brasero y la camilla.
Yo no sé como en esta época no se animan los campanilleros a cantar a esas dos instituciones domésticas y como el calor de la copa, no sienten, como el calor de unos ojos negros, el fuego de la inspiración.
Porque hay que reconocer, señoras y señores míos, que por mucho fuego que tenga unos ojos, tiene más fuego un brasero.
Esto es indudable y es indudable también que el brasero en invierno, es como el botijo en verano, son los dos más grande bienhechores de la humanidad.
Y no hablemos de la poesía que tiene un brasero metido en una mesa de camilla. La velada familiar que entorno suyo se organiza, la inocente brisca que a su calor se juega con la mujer amada, las dulces señas que pueden hacerse los enamorados, tiene mucha más poesía de lo que parece.
Si yo tuviese algo de contador de leyendas antiguas, que desgraciadamente no la tengo, hoy hubiera tenido el gusto de molestar a la gente con una composición poética al brasero.
Gozando de su calor, he pasado parte del día y he comprendido todas sus excelencias.
Y he sentido que no acudieran las musas en mi auxilio. Aún cuando eso es mucho pedir en esta época, porque harán seguramente lo que nosotros, pasar el rato al rededor de la mesa de camilla.
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El gitano llamado "Carpanta"
En el sitio donde se encuentra levantado el histórico castillo existen infinidad de cuevas, donde habitan los pobres que no tienen para pagar el alquiler de un cuarto. En una de las tales cuevas habitaba un gitano, cuya miseria era notable, porque le vino el apodo de "Carpanta"
He aquí como el explicaba su modo de escribir:
Unas veces ayunando y otras no comiendo, vamos pezando el moo má cómodo posible esta via de perra.
Aconteció una vez que como la vivienda del pobre "Carpanta" estaba en la mediación con la tapia del cementerio, vío aquel venir un entierro. Era el buen señor que había tenido la desgracia de tocarle en suerte una mujer curiosamente romántica. Esta iba detrás del féretro llorando a lágrimas y diciendo:
---- adiós, esposo de mi alma, adiós, ya te llevan a la casa donde ni se come ni se bebe.
"Carpanta" que estaba asomado a la boca de su prehistoria vivienda, se metió dentro y empezó a amontonar chismes sobre un tablón que le servía de puerta. La mujer, que veía hacer esto, no podía explicarse la causa, y creyó que su marido se había vuelto loco, hasta que le `preguntó que por que cerraba la puerta y hacia tales locuras.
----!Caya, mujé, caya! Que nos trae aquí ese muerto.
-----Carpanta; tú te has vuelto loco.¿Pa qué van a traé aquí ese muerto?
.......Mira que es verdá, respondió Carpanta; lo venía diciendo una mujé que venía detrás de la caja.
-----Chiquillo; ¿Qué era lo que decía la mujé?
----¿ Que que decía ? !Adios, esposo de mi alma, adiós, ya te llevan a la casa donde ni se come ni se bebe...!La seña no puen sé más clavá.
Manuel de Alcala en Huelva Enero de 1907.
José García Díaz.