domingo, 27 de diciembre de 2020

! El primer bonariego que murió en Cuba !

 

                                                             


 

  Cuando aún estaba reciente los tristes sentimientos por el duelo de los 19 soldados que encontraron su muerte en la guerra por tierras africanas en manos de la morería, se les vino de nuevo la invitación de la “parca” para los 7 jóvenes más humilde de este pueblo, que fueron a luchar por la “Patria” desde tierra cubana siete telegramas de aviso de sangre, soldados que habían encontrado descanso eterno por las Antillas Españolas. Para un pequeño pueblo de unos 2.700 habitantes, perder 26 de sus hijos en cuatro años les dejó mermada su juventud, que no fue superada ni por la Guerra Civil del año 1936.

  El primero que cayó en Cuba, fue el soldado reservista Cristóbal Martín Caballero, padre de una niña, de oficio del campo vivía en la calle Santamaría, su madre Lucía Caballero, su padre Vicente Martín tenía el número 19 de la quinta por parte de Ayuntamiento le quedaba un hermano José Martín Caballero, que encontró la muerte cuatro años antes en manos de los moros en la conocida Guerra Margallo en Melilla.

  Antes estos desgraciados hechos familiares por parte de los dos hermanos, dio origen en este pueblo a un dicho, que perduró muchos años, cuando el Vicente padre de los muchachos fallecidos, se atrevió a preguntarle a unos de los señores Bonares que regentaban en aquellos días la Alcaldía durante muchos años por la familia de don José María Carrasco el “Patuo”; exalcalde su hijo Pascual María, y en esos momentos su yerno actualmente Regidor local don Rafael María Prieto y Carrasco

  ­­---Señor don Rafael alcalde, ¿su hijo de usted cumplió ya los veinte años? ---¡No señor! Ni los cumplirá jamás mientras yo sea alcalde.

   El día 24 de agosto de 1896 embarcó en Cádiz el Cristóbal Martín, en el vapor correo “Santo Domingo” las dos compañías del Regimiento de Caballería del Rey número 2, le acompañaban el de Córdoba, el de infantería Colón y el Alfonzo XII.

  De su Boletín de operaciones, extraemos los más significantes de los hechos de armas: el día 12 de noviembre de 1896 al mando de su coronel Segura tuvo encuentro con una partida negra que mandaba el cabecilla Ibáñez y Duchase, que fueron abatidos por las tropas en el valle de Río Hondo al sudeste de las Lomas de Rosario en la provincia de Matanzas. Donde encontraron la muerte un capitán de su batallón y dos soldados, mientras el citado Ducasi cayó herido de gravedad. Dado el 22 de diciembre, participó en el combate librado junto en la compañía del general Luque contra la partida de Serafín Sánchez, en las Damas habiendo muerto un centenar de rebeldes contándose entre los muertos el mismo cabecilla, el que gozaba de mucho prestigio en el paraje de las Villas. Restos del tiempo de marcha y control en la troya de Júcaro- Morón. Hasta agosto de 1897, prestando guardia en la vereda de Arroyo Plátano hasta el bujìo Niño Jesús, el día 11 una bala le atravesó un pulmón que le provocó la muerte. El 16 de febrero de 1897.

                                                            


          Dado que había dejado viuda y una hija se establece 50 céntimos de pesetas diarias a las familias de los reservistas del reemplazo de 1891, que en virtud de un llamamiento extraordinario marcharon a la isla de Cuba para combatir en defensas de la integridad de la Patria, se tuvo en cuenta la necesidad de no dejar en la miseria a las esposas, hijos o padres pobres de aquellos soldados.

 Atendiendo a esta consideración no puede menos de estimarse perfectamente equitativo que se continúe abonando la pensión citada a las familias de dichos reservistas, aun cuando sus causantes hayan fallecidos, pues precisamente puesto que esta situación les hace más acreedores a que la Nación les atienda por haber perdido para siempre a sus deudos, ya en acción de guerra, ò de sus resultas, ya del vómito o por las enfermedades adquiridas a consecuencia de las penalidades de la campana, o bien por otras causas. Y por parte del Ayuntamiento se le socorre con 285 pesetas, ya que al padre del Martín se concedió unas 250 por el hijo anterior, y así de esta manera se le daba el valor económico a la vida de dos pobres soldados de este pueblo.

   Parte de esta pequeña historia militar comienza el lunes día 12 de agosto, se adelanta veinticuatro horas por orden telegráfica la marcha de los reservistas de esta zona que se hallaban reconcentrados en Huelva desde hacía tres días, el alcalde de la capital, señor López Hernández, hizo circular en la noche del sábado la siguiente nota por parte de la Alcaldía.

    A las cuatro de la tarde de este día marcharán de esta ciudad los soldados reservistas de la Provincia, acudiendo al llamamiento de la Patria, para defender en la isla de Cuba la honra nacional y la sagrada integridad del territorio.

                                                             


    La Excma. Diputación provincial, en representación de todos los pueblos de la provincia y el Ayuntamiento local, que ha dispuesto, de acuerdo con el señor Gobernador Cano Coronel y las autoridades militares, asociarse al duelo que aflige a multitud de familias al separarse de sus seres más queridos, que corren llenos de fe, energía y de entusiasmo a pelear y vencer bajo la sacratísima enseña de nuestra Patria.

   No se consideraría digno de representar a esta nobel Ciudad, si no tradujera sus sentimientos y sus deseos en hechos prácticos, que de halláis poseídos, y, en su consecuencia, aceptando los generosos ofrecimientos de la Excma. Diputación provincial, de acuerdo con las autoridades antes mencionadas, he dispuesto obsequiar y agasajar hoy a la una de la tarde a los reservistas, en las Casas Capitulares y acompañarlos a la Estación en la más solemne forma.

      Al participarlo al vecindario de Huelva, siempre dispuesto a reflejar estas patrióticas manifestaciones del entusiasmo público, réstame solo rogarle que en muestra de sus sentimientos, cuelgue sus ventanas y balcones en las calles del tránsito a la Estación y haga cuanto esté de su parte por manifestar su entusiasmo al despedir a los valientes hijos de esta provincia, que van a pelear contra los traidores enemigos de la Nación y contra las más traidoras enfermedades de aquel clima, bajo el cual ondea entre el fuego de los insurrectos, grande y santa como siempre invencible la bandera gloriosa de nuestra patria.

 Las calles encontraban llenas gente, principalmente de mujeres, viéndose muchas de ellas llevarse a menudo el pañuelo a los ojos.

  Era un gran espectáculo, mezcla de alegría y pena, de entusiasmo y de triste pensamientos, fue de lo más hermoso que hemos presenciado, y muchas debía influir en el alma y los sentimientos de todos los que marchaban para la estación, como aquellos que miraban marcado en el mayor de los silencios, solo la banda dejaba oír su trompetería y los reservistas con sus palmoteos y ¡vivas!

     Sin la oportuna llegada de la suficiente fuerza de los guardias civiles, que pudo despejar el andén, hubiera sido imposible que el tren hubiera salido a su hora.

   Acomodados, no sin gran trabajo, en los coches los quintos reservistas, siempre haciendo manifestaciones de alegría y dando vivas a España, al Ejército y a Huelva, partió en tren a las cuatro en punto, llevándose cerca de trecientos hijos de la provincia arrancados del seno y cariño de sus familias y abandonado los arados y las azadones, fuente de vida para derramar su sangre y entregar su vida, por la integridad de la patria.

   Además del Ayuntamiento y la Diputación, contribuyeron al obsequio de los quintos reservista el señor Burgos Mazo con 250 pesetas y cigarros, el señor Sánchez Dalp con 100, don Adolfo Rey con algunos centenares de cajetillas de pitillos, don Francisco Gómez con dos barriles de vino para el viaje, y la Asociación de la Cruz Roja con algunas botellas de vino.

   Así lo espera vuestro alcalde. Rafael López Hernández.

  En Huelva agosto de 1896. Parte del diario La Provincia, y del A.P.S. de los Archivos Nacionales.

José García Díaz.

 

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