martes, 14 de mayo de 2019

Los hornos de cal y los harrieros.


                                                                 




     En la sección ordinaria del 24 de marzo de mil ochocientos setenta y siete, en la sala capitular de este Ayuntamiento, bajo la Presidencia de señor Alcalde don Rafael María Prieto Carrasco se dio cuenta de la solitud presentada por el vecino, señor Bartolomé y su hermano Manuel Bautista Carrasco, solicitando licencia para la reedificación de un horno de fabricar cal, que se encuentra deteriorado por los años e inutilizados desde hace tiempo, que se haya en el sitio frente a la huerta denominada la del Sordo, y en visita por un ordenanza municipal para calificar la situación, en que se haya el citado horno, se acordó por parte del Ayuntamiento licencia y autorización para dicha reedificación, que en el mismo tiempo se menciona para que lo que lo disfruten gratuitamente por el término de nueve año, con la condición de que el vecino de este pueblo que entre en su acuerdo labrar hornadas de cal, no siendo fabricante para invertirla en obras de su propiedad, teniendo preferencia a las mismas concesiones siempre que no pasen de número de tres hornadas, y sobre todo pudiendo el Ayuntamiento fabricar en dicho horno, cuando lo necesite para las obras pública del municipio.
       Además se le informa, que se encuentra pendiente  el arreglo del camino vecinal que se encuentra junto al citado horno. Además de que unen ésta villa con la de Niebla, haciendo uso de la prestación provincial, teniendo como encargado de su dirección al señor don Daniel Moro Carrasco cómo individuo de la Comisión de obras públicas.
                                                          

El horno de Bautista, de la foto de Diego Camacho.


   (En este curioso camino, conocido como el "de La Cornocá"; dese su comienzo, de la carretera de Niebla pasando por el antiguo "campo de futbol" se encontraba hasta 7 hornos de cal, hasta  la "Zuardilla". Que desde el Domingo día 8 de Abril de 1898, contando con el expediente nº 8.440, se le reconoce cómo la "mina de hierro" de la Zuardilla, que se presentó la solicitud de propiedad, antes el Gobierno Civil, el vecino del pueblo de Río Tinto el señor don José Martín Querido, para apadrinarla con el nombre de "San Rafael").
     En el siguiente Pleno de marzo de 1877, se dio cuenta de otra curiosa solicitud por parte del vecino don Francisco Villaseñor Riquel pidiendo que se les expida certificado provisional por carecer de título de una octava parte del Molino de aceite con viga y prensa que le corresponde cómo marido y conjunto persona de doña Dolores Márquez Guzmán situado en la calle Sevilla que ocupa el número ciento veinte y siete de Gobierno, en donde el Ayuntamiento acordó expedir dicho certificado con referencia a los de los que consta en la Secretaria del Municipio.
  (El segundo molino aceitero, se encontraba en la calle Arenal, conocido como "La Monoleta " del "Patuo").
                                                             
 
   En la foto del año de 1964, del archivo de Pepe el Carnicero, se aprecia el molino aceitero del Guzmán, junto a la pozada de la "Pascuala" actual establecimiento del "Jamón" en la calle "Camino de Niebla".


       También se resalta por parte del señor Presidente, de haberle llegado a su poder noticias por parte del señor Alcalde del Ayuntamiento de San Juan del Puerto, el señor don Manuel Márquez Cruzado y firmado por el Secretario don Antonio Arroyo, en donde se ha establecido un arbitrio para el año Económico de mil ochocientos setenta y ocho de una peseta cincuenta céntimo por cada bota de vino o aguardiente que se embarque o desembarque por aquel muelle o ría, cobrándose este impuesto sumamente razonable a los intereses generales de esta localidad por tener que conviniese a dicho puerto los vinos y aguardientes que se entregan de la misma quedando deteriorado sus calados porque con este grábame sabemos que se retirarían los compradores y los cosecheros quedarían imposibilitados de vender sus productos; atendiendo que el referido impuesto es legal por estar con acuerdo con la Ley Portuaria y autorizada por el Gobernador de esta Provincia, el señor don Migue Bethencour Sortino quedando libre circulación y venta los vinos y aguardiente de esta localidad. 
      El mes siguiente el día 5 de Junio, se celebra una sesión extraordinaria, motivada por recibir este Ayuntamiento una circular dirigida al señor Alcalde, por parte del citado Señor Gobernador de la Provincia, comunicando lo siguiente: Atendiendo a la reclamación de agravios entablada por este Ayuntamiento con fecha del veinte y cuatro de mayo último referido al arbitrio votado por la municipalidad de San Juan del Puerto motivado por los embarques y desembarques y el tránsito de boquoyes de vinos y de aguardiente, para cubrir las obligaciones del presupuesto ordinario municipal correspondiente, se encuentra dentro de las leyes vigentes.
                                               

En las marismas de San Juan del Puerto.


       De la importancia, que  ejercía este pueblo en aquellos años, basta consultar el Diccionario Geográfico Estadístico de Pascual Madoz, vol.4 pág.396, destaca la actividad de los transportes de productos agrícolas por parte de los harrieros de Bonares, llevando materiales de los pueblos vecinos a los embarcaderos del Río Tinto, donde se puede comprobar el elevado números de animales destinado a esta singular misión, teniendo para ello unas 300 mulas, más de 500 burros, 40 caballos, y 220 carretas. Los mismos datos lo encontramos en la obra de Núñez Roldán, en su obra, En los confines del Reino,Pag. 456.
  ( El arriero a transportistas, era de las mejores profesiones que mejor se valoraban en aquellos años, en donde éste pueblo ejerció como puntero en la tierra llana del Condado, hasta casi un siglo, puesto que en el año de 1975, Bonares mantenían la flota más importante de camiones de la Provincia, teniendo un parque de 129 vehículos, sólo al despuntar en la madrugada del día, casi treinta camiones, eran los destinados en las labores de la madera con casi 120 jornaleros).
     (Queda en el recuerdo, que este mismo año, el "Rodriguéz, comercial de varias casas de camiones, logró vender en éste pueblo unos 42 camiones de la marca "Pegaso". Dado que este año y el siguiente Bonares mantuvo la Renta Per cápita más alta de toda la Provincia de Huelva, eso sí, el Alcalde era el señor don Juan Antonio Beltrán Barroso para terminar en lo que hemos quedado actualmente).
     La sal común ya especificada en aquellos días como "cloruro de sodio" que hacía pocos año que las Cortes Constituyentes habían liberados el Monopolio Real dejando libre la venta de la sal citada,  para que como siempre quedara en manos de los especuladores locales.
    Al hacer un artículo de primera necesidad, Bonares contabas en aquellos días con dos grandes almacenes de este producto, el más conocido estaba situado en la calle del Pozo, esquina del Fielato, la actual Plaza del Consumo, cuyo propietario era don José Vega Carraco y el más pequeño en la calle Nueva. Por cada kilo deberían de abonar 0´09 céntimos, en cuanto el arriero entraba con la carga en el pueblo.
      Rescatamos, otras curiosas mercancías a través del pago de sus impuestos municipales:
 Pescados, en sus escabeches y en conservas tanto de río como de mar 0´01 céntimos.
Jabón duro o blando..0´07; carbón vegetal por cada 100 kilos..0´20 céntimos.
Fosforo de cerillas y de madera en caja de 100 fósforos. Doce docenas de cajas 0´025 céntimos.
Petróleo y los demás aceites minerales rectificados y la bencina. Por cada 100 kilógramos, se lleva el recargo de 3 pesetas con 75 céntimos.
              Mientras el 9 de agosto de 1877, de parte de don Manuel Conejo Domínguez, teniente 1º y encargado accidentalmente de la Alcaldía de esta villa, presenta en tablón de anuncio la siguiente Tarifa del impuesto de consumos:
   Por cada kilo de carne de cabrío y lanar, ( junto con la de cerda, era las más solicitadas en esta villa, puesta en la venta como muerta en fresco o bien salada, puesto que aquello días al carecer de refrigeración la mejor conservación se efectuaba en el salazón, que tras extraerle el agua al producto  podrían durar meses, y al mismo tiempo actuaba como ablandador de carne. Hay que recordar que el salado de las carnes nobles del cerdo, estuvo vigentes hasta los años finales de los años ochenta del siglo pasado). Se le aplicaba un impuesto de 0´05 céntimos, mientras, que en Huelva o en otras poblaciones de mayor número de habitantes se les aplicaba un porcentajes superior. La de vacuno se ponían a la venta, en días puntuales, todas mantenían un recargo de 0´05 céntimos.
                                                                        José García Díaz.
      


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