lunes, 31 de octubre de 2016

Currito el Almonteño.

                                                                                   


                                                                   Currito el Almonteño

           Episodio histórico
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    Recién desembarcado en Cuba Francisco Peláez Periañez, o Currito, como le llamaban en su pueblo de Almonte, tuvo que ir de operaciones, y la primera escaramuza con los mambises le produjo un miedo cerval…. Esto no quiere decir que , más adelante, después de entrar en fuego media docena de veces, dejara Currito de convertirse en un  valiente soldado que iba hasta   donde se atreviera a ir el más guapo de su compañía.
           Pero, vuelto a repetirlo, el silbido de las primeras balas que pasaron junto a las orejas se le metió el miedo en el cuerpo, y se juró hacer todo lo posible por no encontrarse de nuevo en semejantes jaranas…!Cosas bien difícil,por  cierto!
      A los pocos días de aquel encuentro, hallábase Curro acampado con su compañía en la vecindad de unos bohíos donde se había improvisado un hospital, y oyendo decir que andaba cerca de allí una gran partida insurrecta y que probablemente saldrían a batirla, fingiéndose e ingresó en el hospital, quejándose al físico de inapetencia, escalofríos, mareos y otras maulerías de este juez.
      Al día siguiente dijo el doctor a uno de los practicantes:
----Ha de saber usted que el enfermo del 7, que está a dieta,  se dedica a comprar raciones, y va de cama en cama proponiendo a los inapetentes que le vendan lo que ellos no quieren comer.
–- !Hola, hola!---dijo el médico--- Vamos a ver que casta de pájaro es ese.
Y se fue a buscar el enfermo del 7, o sea a Currito.
–---¿Como se encuentras, muchacho?--- le preguntó.
–--- Verá uzté... Ciento una coza acina en el eztógamo, muy rara; yo digo ci cerá el gómito....
–---!Nada... pues dieta absoluta!-- exclamó el facultativo después de examinar al paciente y convencerse que estaba bueno y sano.
Currito, que había pasado bastante gazuza el día anterior, se apresuró a decir: 
 
–-- Miuzté.... lo que es... mismamente farta de apetito no la tengo, y hazta creo que debe ser debilidá.... de moo que...
–-- !Dieta absoluta!--- le interrumpió el médico; y añadió dirigiéndose al practicantes y enfermeros; !Mucho cuidado con cumplir mis ordenes! Hasta que yo lo disponga otra cosa es preciso que vigilen ustedes a este soldado, no consintiéndole comer nada... !Está grave!.
–-- !Que animal!-- pensó Currito, viendo alejarse al galeno.
Aquel día, y sobre el exquisita vigilancia y no le fue posible atrapar más que un mísero mendrugo de pan que vio sobre una silla. Estaba duro como un guijarro; pero lo devoró lo mismo que si fuese una ensaimada. A ratos pudo dormir, soñando con banquetes y hartazgos.... El hambre y el calor le despertaban a cada momento.
A la hora de la visita matinal ya había meditado un proyecto.
–--- Miuzté--- le dijo al médico--- del eztógamo eztoy bien; tanto, que me comería cualquier cosiya de sustancia... Lo que ahora tengo ez ezta parte doloría y un jormigueo en zalva cea la parte.
–-- ¿ A ver la lengua?--- preguntó el doctor; y luego de reconocerla dijo: Hay gastricismo... !Siga la dieta absoluta!
–-- Pero ci ez que ya... ahora ez er jormigeo en la pata.
–-- !Dieta absoluta!--- repitió el médico, y continuó su visita.
–- !María Zantícíma!--- pensó Currito,sintiendo el terrible vacío de su estómago--- Este tío me va a matar de hambre, y si hoy no consigo pescar un par de rasiones soy hombre al agua.
Pero en vano intentó agarrarse, ya por la astucia o por el soborno se dedica algo con que entretener al tirano estomago que a toda prisa exige lastre.
      A la visita por la tarde era tal el estado de excitación del malaventurado Currito, antes el temor de que continuase la dieta, que aquello casi constituía una enfermedad, barruntaba el pobrete que otra noche en ayunas dejariále sin fuerzas ni para menear las mandíbulas cuando llegase al suspirado momento de comer…---Zeñó médico—dijo—por la zalú de mi madre que no tengo ná en lo que toca la barriga, y lo que es er gómito… ¡cómo no gomite viento, mardita zea!...En fin, que lla me comería cien peligro….
------- ¡Dieta y más dieta!---exclamó el médico, con voz imperiosa que sonó en los oídos del infeliz Currito como la trompeta del juicio final.
-------Pero ci no me manda ozté otra coza
 -----Murmuró angustiosamente.
------- ¡Ah! ¿Quieres que te mande algo?...! A ver, practicante! Apunte usted a este enfermo…un enema.
-------- ¿A qué hora?
--------- A las ocho de esta noche.
----- A las ocho de esta noche.
          Sentada la prescripción en la libreta marchóse el facultativo, y se quedó Curro algo consolado, aunque lleno de impaciencia por que llegasen las ocho y le diera aquello….
------ ¡Enema!---se decía.---Eso del enema no alimentará gran cosa….Pero en fin, zupongo que será argún zopicardo de gallina corralera…  O pué que sea lo que llaman un candié, yemas de huevo batías en leche….! Qué demonios será ezo del enema.

         La palabreja se le había grabado en la memoria como un buril de fuego…. Esperando las ocho y consumido por la impaciencia y el hambre, no podía estar quieto un solo instante; los minutos se le hacían horas…
  -----Que no ce orvide ozté, compadre---le había dicho más de veinte veces al practicante--- que a la ocho me tiene que dar un enema…….
           Pasaban unos minutos….
------- ¿Pero coño, aun no son las ocho?---preguntaba Currito, sintiendo furibundas tentaciones de comerse el correaje.
            Por fin, como toda llega, llegó también el momento en que Currito oyó gritar: ¡El enema para el siete!
              Aparecieron entonces a la puerta de la enfermería dos mozos, el primero con un gran cubo lleno de agua, y el segundo llevando a hombro, a guisa de fusil, unos de esos aparatos largos y cilíndricos cuya denominación más culta es la de clister, sirven para aplicar a los enfermos lo que familiarmente se llama una ayuda
            Cuando Currito se enteró de lo que era un enema….!aquello no era un hombre, si no un tigre! En vano intentaron sujetarlo para cumplir la prescripción facultativa…; a pesar de lo débil que le había dejado tan largo ayuno, se defendió a trompazos, a patadas y a mordiscos acabando por salir huyendo del hospital en busca del doctor, al cual le dijo:
  ------- Zeñó médico, estoy bueno, no duele ná, quiero irme con la compañía y andar a tiros con los mambises… y comerme alguno ci pué cer… Prefiero morir de hambre…!y con ayuda


    ------Bueno, te daré el alta---le contestó el médico riéndose.- Pero no me negarás que la dieta te ha curado de raíz…!Ya sabía yo que ese remedio era infalible!

Huelva. Enero de 1898 por Ramiro Blanco.



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