miércoles, 23 de diciembre de 2015

!Más se perdió en Cuba!

       Del  Semanario Federal “El Nuevo Régimen”. Del martes 22 de Enero 1901. Órgano del Consejo del Partido Republicano  página Nº 6.

      No hace mucho que el Senador norteamericano Reveridge, calificó de imprudente la resolución conjunta del 18  de Abril de 1898, y dijo resueltamente que no se debía ejecutarla. Ahora la  revista “Review of reviews” sostiene que no se ha de hacer de Cuba una sino una “República Limitada”.  O lo que es lo mismo, una República bajo la protección de los Estados Unidos. Bajo la de Mackinley y su ministro de Guerra, se dice: más ya se sabe lo que esto significa. ¿Han de ser eternos en el mando ni el ministro, ni el presidente?
       Las razones que para esto se aduce son peregrinas. Redúcense casi todas a eventualidades de futuras guerras. Cuba del todo independiente, se dice, podría ser contra nosotros para naciones extranjeras una formidable fortaleza. Sin Cuba, el canal interoceánico en proyecto, que se lo lleve por el istmo de Panamá, que por los ríos y lagos de Nicaragua, ni dará a nuestro tráfico la expansión que necesita.
       ¡Que constantemente se lo mire todo bajo el punto de vista de la guerra? La guerra, ¿ha de ser entonces perdurable en el mundo? Los Estados Unidos, ¿deben trabajar incesantemente por hacer suya la tierra? Hace más de cuarenta años, en el año 1853, decía en su Senado la comisión de relaciones extranjeras: “La  ley de existencias para la República es el crecimiento”; aunque quisiéramos no podríamos desobedecerla. Cuando dejan de crecer las naciones, entran, como los individuos, en el periodo de la decadencia. ¿Pensaran ahora lo mismo?
         Esta teoría es completamente falsa. Si fuese verdadera, las naciones todas habrían de pensar constantemente en ensancharse; y como no podrían hacerlo sino las unas a expensas de las otras, habría de vivir en perpetua hostilidades y agotar en los campos de batalla la sangre de los ciudadanos.
        El crecimiento en las naciones, lejos de ser la vida, es la muerte. Quiso Roma avasallar el orbe, y calló bajo la tiranía de los emperadores, después bajo el yugo de los bárbaros. Quiso modernamente Francia extender su territorio, y cayó primeramente bajo la ruda dominación de Bonaparte, después bajo la dura mano de la Santa Alianza. Es hoy en Europa la extensión de sus tierras menor de lo que era antes de los estados generales. Ni ¿Qué ganó la antigua Macedonia con las conquistas de Alejandro?
            España y Turquía eran en el siglo XVI el terror del mundo, y no decayeron ciertamente por no continuar engrandeciéndose, si no porque no podían abarcar la tierra sometida, y se habían atraído el odio de las demás naciones. Caerán por la misma razón en no lejanos tiempos los Estados Unidos, Inglaterra y Rusia.
           Los Estados Unidos, ¿quién duda que decaen? Desgarran la ley en Puerto Rico, luchan en Filipinas como tuvimos que  luchar nosotros, cuadruplican su ejército y su armada, y van abiertamente por las vías del imperialismo. Vedlos; están ahora decididos a violar en Cuba la fe que juraron. Lee no se percata ya en decir que no cesará la ocupación militar, si la isla se empeña en ser completamente libre.
         Amenazan los cubanos con volver a las armas, y ¡ay de la orgullosa república si ha de sustentar a la vez dos guerras! Son poco menos interminables y costosísimas las que consisten, no en batallas campales, si no en escaramuza y emboscadas. Dos siglos duró en nuestra misma patria la guerra con Roma. Se resistieron hasta la venida de Augusto los temidos cántabros, y no por rendirse se arrojaron mucho sobre sus espadas.

         ¡Triste victoria!

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