martes, 26 de agosto de 2025

La Guerra de Sucesión, en el Condado de Niebla.

 


                                                                  

 

       Ocurrida entre los años de 1702-1713, según los documentos alojados en el Archivo Municipal de Niebla, donde encontramos una breve documentación, dentro de lo que fue un conflicto internacional por la sucesión del trono de España tras la muerte de Carlos I, que duró los años citados,  y que supuso la entrada de la dinastía de los complicados Borbones en el trono español, poniendo fin al Gobierno de los Austrias, implantando una nueva etapa  de poder, para ser esta misma una copia de la que tenían los franceses, ya que tuvieron mucha suerte, dado que en este País español no se implantó la guillotina.

   Dentro de los documentos encontrado en el A.M.N. en el apartado sobre la Sección de Gobierno, junto con Ayuntamiento Pleno, Actas Capitulares y Quintas que, es donde se encuentra los años que determinaron el tiempo que perduró este periodo de guerra, por donde se dan cabida a los citados documentos bien digitalizados personalmente, por obra del historiador nieblero Pelayo Castillo Palacio, junto con Antonio Bonilla y demás miembros que forman el equipo de investigación de esta ciudad, ya que se encuentra dividido en fondos históricos y administrativo.

     La primera carta viene dirigida desde Cádiz, cuando esta se encontraba sitiada por la flota inglesa junto con la holandesa, en la conocida como la batalla de Cádiz, en el día 23 de agosto del citado año de 1702, firmada por el Capitán General de Andalucía, el Marqués de Bay para el Consejo de Justicia y Regimiento de la villa de Niebla, el Regidor de este Condado don Francisco Pérez Crespo. Pidiendo a todos sus lugares de jurisdicción que aporten un nuevo reclutamiento de levas, que se encuentran en el expediente de Quintas, así como la venta de bienes de propios, pero sobre todo ayuda económica para colaborar a financiar la guerra citada.

   Sobre el reclutamiento forzoso, se escogerán soldados entre los vecinos de este lugar, dentro de cualquier condición que se encuentren, a partir de tener los veinte años cumplidos, deberán tener obligación sin poder poner pretexto alguno para librarse de ello, seguidos también de los hombres casados. Solo  serán excluidos como siempre los nobles e hidalgos, los ministros de la Inquisición, los fiscales, los curas y sacristanes, aquellos menores de veinte años y los mayores de cincuenta ya que se les dicen encima que estos soldados reclutados contarán con la bendición Divina.

      El Alcalde de este lugar y Presidente de las Hermandades, se quejan a este Consejo de Niebla, sobre las aportaciones de vecinos para los soldados, que solo puedan dar para esta campaña dos mulos y un jumento como animales de carga, junto con cebadas y pajas. Ya que se tienen en este Regimiento de Niebla, un Capitán de Guerra Juan García Domínguez junto a  un Cabo con tres ballesteros.

   Este Regimiento, “marcharan a la playa” para incorporarse al de Gilbraleón para trasladarse por la costa hasta la de Cádiz. (Todo esto dentro mi poco entender de las lecturas de las caligrafías, sobre los citados documentos, que se encuentran con mucha suerte en buen estado de conservación).

                                                           


   No tardó mucho tiempo después, cuando la vecina Portugal se alinean con los enemigos de España, por donde de nuevo otra parte del Regimiento de Niebla, tiene orden de trasladarse para Ayamonte para mantener vigilancia contra la frontera portuguesa, y ponerse bajo las órdenes del Capitán General Marqués de la Florida.  Además, se recibe una Real Orden desde Sevilla, una carta sobre la prohibición por parte del Condado de Niebla, para que, todos los pueblos de su jurisdicción, no mantengan ninguna actividad comercial con la vecina Portugal, so pena quedar detenido y puesto a mano de la Justicia. La fuerte presión mantenida por el Ejército español, con la frontera portuguesa evitó el confrontamiento entre ambas naciones.

   El erudito historiador gaditano, escribió en 1880 sobre esta complicada guerra ocurrida en su tierra: Tras la orden del Capitán General de que las milicias estuvieran “prontas para marchar a los parajes donde se le señalare para resguardo y seguridad de las costas de Andalucía por los recelos de que las armadas de Inglaterra y Holanda vengan a estos mares”, de poco sirvió para aguantar la embestida de los cercadores, acompañado de bélicos aparatos, para quedar solo en estruendo de armas, con mucho ruido de guerra y todo diversiones de paz, pero para el peligro que amenazaban, se quedó solo en eso, en un simple amago, y se fueron para Vigo con todo la rapiña y saqueo que hicieron por algunos pueblos costeros, mientras en Galicia le esperaban el oro proveniente de las Indias.

José García Díaz.

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