Una noticia sensacional recogidas por
todos los periódicos provinciales, y no era para menos, ya que el artículo
empezaba de la siguiente manera:
Hasta 80.000 litros diarios de agua
potable para la villa de Niebla.
La cuestión
del abastecimiento de agua ha sido para Niebla todos los veranos un verdadero
problema, puesto que no la hay potable
dentro de la población. Cuando los manantiales más cerca se merman con el
verano, los vecinos tienen que utilizar una fuente conocida por la
"Ollita" en la orilla opuesta del Río Tinto distante un kilómetro del
centro de la villa.
Tanto las
autoridades como el pueblo creyeron que la "Ollita" era un manantial
natural, aunque llamaba la atención la gran fuerza que llevaba el agua, que
brota de un pequeño depósito moderno labrado recientemente al lado de otro que
parece árabe. Pero desde que Niebla llegó a ser acogida como centro para las
excavaciones de la Escuela Anglo Española de Arqueología, su directora doña
Elena Whishaw, con sus alumnos prestaron atención preferente al manantial de la
"Ollita" y ahora, gracia a ciertos estudios emprendidos por el culto
Secretario del Ayuntamiento, don Pedro Barrera, en los archivos municipales y a
las investigaciones científicas de la Escuela, ha quedado plenamente comprobado
que la "Ollita" no es ningún manantial sino una rotura en una cañería
antiquísima, hasta el presente desconocida.
Por la tradición
se sabía que antiguamente en Niebla estuvo surtida por un acueducto subterráneo
que partía desde la huerta de Valdemorales de Bonares, situadas en una colina a
cincuenta metros de altura sobre la ciudad amurallada y distante una legua de
ella, pero dicha tradición había llegado a ser mirada como un mito y nadie
pensaba que el agua pudiera todavía llegar por dicho conducto. Gracias a las
investigaciones mencionadas, la tradición ha sido convertida en una realidad;
hoy contamos con una gran cantidad de agua riquísima, capaz de elevarse casi
por su propio peso al nivel más alto de la población, terminándose por fin el
conflicto que tanto ha preocupado al vecindario de Niebla.
Todavía no se
ha dado con la entrada que ha de existir sin duda, de la galería subterráneas
labrada en la peña frente a Niebla, ni con el depósito donde se recogen las
aguas de los manantiales de la huerta de Valdemorales; pero si se conoce el
desagüe o "ladrón" habiéndose
encontrado restos de las antiguas cañerías, reformadas por los árabes, a través
de toda la vega como también una cañería abierta en la roca para el agua
sobrante del "ladrón".
Desde la peña
hasta la "Ollita" y mucho más hacia el puente romano, la cañería
abierta está compuesta de tubos de barro cocido embutidos en una masa de
hormigón, por el estilo de la imponente obra hidráulica conocida por "El
Río de la Toma" de Ronda, que todavía surte de agua al barrio bajo de
dicha población.
Aquella
también la recompusieron los árabes y es sumamente interesante comparar el
antiguo ingenierismo hidráulico rondeño con el de nuestra Niebla. Ni el uno ni
el otro tienen traza alguna de ser origen árabe ni romano; ambos son netamente
indígenas y cualquiera se atreve a decir los siglos y siglos que han perdurado
obras tan estupendas.
Se calcula que
la cantidad de agua que sale de la cañería por la "Ollita" y por
otras roturas, es de unos 80.000 litros cada veinticuatro horas.
Durante el
próximo invierno nada podrá hacerse para aprovechar tal don de Dios, porque el
local de la "Ollita" se inunda todos los años por el crecimiento del
Rio Tinto, pero mientras tanto se está estudiando el medio más práctico de
elevar el agua al pueblo, y gestionando la autorización necesaria de entidades
e individuos para realizar las obras.
Restos de los antiguos
atanores, hormigón y ladrillos árabes pueden verse en el Museo de Niebla, como
también el reborde de una gran tinaja indígena recogida en la vega.
El corresponsal
en Niebla en Octubre de 1918.
El huerto de
Valdemorales de Bonares, ha mantenido durantes años, la leyenda de poseer unos
de los manantiales de aprovechamiento de la ciudad de Niebla. Y como todas las
leyendas tienen algo de verdad, este curioso caso, era conocido por los
propietarios hortelanos, como la "Charca de la Zarza", que hasta bien
entrado los setenta, ya su mermada aguas, se empleaban para regar pequeñas
parcelas de los vecinos propietarios.
La segunda
pequeña parcela, destinado como huerto de subsistencia casera, era y es de mi
familia encontrándose completamente abandonado, por carecer del agua necesaria
para su riego, mientras la otra parte, se encuentra lindando con el arroyo del
"Lagra".
La continuación de la
tierra de la parcela, se mantenía el riego con posos de cigüeñales árabes que
actualmente no hay ni rastros de ellos.
José García Díaz.
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