miércoles, 8 de noviembre de 2017

El Submarino C--2

                                                 

El submarino C-2 fotografia original de año 1932. Son de propiedad de los Archivos de Pepe el Carnicero.


 La historia de los tres galeones.

    El día de ayer Domingo 10 de Agosto de 1936, la prensa onubense se hizo eco de esta noticia sobre las dos de la tarde en que los veraneantes y vecinos de Punta Umbría, se vieron gratamente sorprendido por la llegada de los tres galeones que se les escuchaba el tocar los diferentes tonos de las sirenas.
  Seguidamente salieron en su encuentro varias embarcaciones de esta, mientras todos los vecinos esperaban impaciente la llegada de los barcos pesqueros. A las tres y media hizo su entrada el primer galeón, propiedad del armador don Juan Hernández, seguido del don José Ruiz y el último de don Manuel Aguilar.
 Además trían la bandera blanca en el mástil, se encontraban matriculados local mente llamándose la Santa Librada, Viciador y María Narváez que el pasado día 5 de Agosto último fueron apresados cuando realizaban su faena de pesca.
                                              

La postal es del año de 1968, vemos el vecino puerto de Ayamonte en donde se destaca los galeones.

       Se encontraban faenando en situación de la mar, llegando a las 14 o 15 brazas frente a las costas de Mazagón, divisaron a lo lejo y un poco a la derrota, con lo que parecía una embarcación con una vela se confundía con una torrecilla camuflada con una lona blanca cuando en realidad lo que era un submarino. (Es curiosa esta treta tan ruin que la pusieran de moda un submarino alemán en estas mismas costas durante la 1ª Guerra Mundial llevándose por medio varias embarcaciones extranjeras). Los barcos pesqueros viendo lo que se les venía encimas, decidieron dar la vuelta con la maquina toda prisa  para intentar de nuevo tomar tierra.                             
       La postura del sumergible fue de seguirles tras de ellos cañoneándole hasta tres veces seguidas sin tocarle en el blanco, hasta que lograron pararle motivado por el miedo que estaban pasando. Cuando consiguieron apresarlos, enseguida la tripulación se dieron cuenta que era el submarino era el C-2.
      Lo que primero le ordenaron al personal de los galeones es que se embarcaran en los motores auxiliares y que los patrones, maquinista y fogoneros quedasen en sus puestos, a los citados encargados jefes de pesca le obligaron a subir al submarino.
    Cuando terminaron las operaciones, el comandante del sumergible que aparentaba ser el más joven de la tripulación permanecía en el puente, ordenó que en línea de combate le siguieran mar adentro.
      Cuando se encontraban fondeados a unas veintes millas de la costas de Cádiz y a unas cuarenta y dos brazas de agua, era el amanecer del día 7, donde de improviso rompió la bruma un aeroplano, Aquel pájaro, describiendo una comba vertiginosa sobre el submarino, le dejó caer unas cuatros bombas.
    El submarino que no esperaba este ataque, se sumergió rápidamente, pero como los galeones estaban aparcados, casi al costado, la metralla tocó al "María Narváez", haciéndole varios impactos en la chimenea y hiriendo al marinero Francisco Vergue Tirado que fue curado más tarde cuando llegaron a Punta Umbrío, de una herida de metralla en un brazo por el médico señor Durán. aunque este marinero conserva los trozos de metrallas como recuerdo de tan extraordinaria aventura.
                                                           

El galeón era conocido en  los puertos de Huelva como un barco de vapor dedicado a la pesca de la sardina, el que vemos arriba es de una revista de 1936.


   Según cuenta los marineros apresados entre otras cosas durante su prisión, el trato fue bueno si bien se libraron de su marcha a Malaga en el submarino una vez echada a piques dichas embarcaciones como primero se pensaba. Pero como el destino es a veces caprichoso; aparece una nueva noticia salvadora vino desde Malaga, la orden transmitida era liberar los tres galeones con su dotación marinera.
        Puesto que había pensada una segunda maniobra, como era la de llevarlos detenidos a Tánger, pero esta también la tuvieron que suspender, debido a la fuerte marejada producida por el Levante que podrían poner en peligro la arriesgada misión ya que estuvieron intentándole de noche hasta el día siguiente que dieron con la vista el Cabo Trafalgar y hasta ahí  solo pudieron llegar.
   Pero lo que oyeron y vieron los patrones a bordo, en la tripulación del submarino sólo había marinería compuesta por gentes ya maduras, demostrando el gran desconcierto y decaimiento moral y de disciplina militar.
       El barco María Narváez citado anteriormente su percance.  El Santa Librada, desclavada una parte de la tablazón de un costado, por la que hace abundante agua, que le fue producida por el submarino en unas de las veces que se sumergió para evitar los efectos del bombardeo.
    El patrón Manuel Gutiérrez ha manifestado que tan pronto fueron apresados los  pesqueros se le hizo embarcar en el submarino y llevado a un camarote, navegando por debajo del agua y escuchando perfectamente las detonaciones de los proyectiles que arrojaban el aeroplano.
      Los marineros, detenidos ya en el submarino, fueron bien atendidos, pues comían lo mismo que los tripulantes del sumergibles; esto eran, huevos duros con tomates y habichuelas con patatas las mayorías de las veces.
   Los cinco días estuvieron en alta mar, no tocando puerto alguno. Motivados por la espera de un barco que le tenían que traer seis toneladas de carbón para los galeones y alimentos; pero lo que verdad transmitía eran que se encontraban perdidos.
   Pero como el barco no aparecía y el carbón empezaba a escasear, seguramente por eso acordaron desembarazarse de los galeones. Esto obligó a que el primer oficial del submarino, el joven vasco Victoriano Espinoza Echevarría que días antes era un simple oficial de derrota, ahora se encontraba como comandante de un sumergible, acompañado de una situación que le resultaba muy grande para él, agradeciendo la decisión tomada  por sus superiores y ordenando fondear y sotavento rumbo hacia Cádiz.
    En estos días salió una información en la prensa desde Villareal San Antonio, en donde la llegada a este puerto el comandante del yate a motor, "Alma", procedente de Tánger, que dice que ha visto al submarino "C--2" frente al faro de Chipiona (Cádiz"). Afirmando que el submarino llevaba a remolque tres buques pesqueros españoles, con matrícula de Huelva. El comandante del submarino pretendió aprisionar al yate, pero desistió de verificarlo, al comprobar que el barco era marroquí.
   Estos fueron escoltados por el C-2 hasta el lugar conocido como la playa de la Torre del Oro, y, desde luego, comunicaron a los marineros que no volviesen a salir a pescar de momento, hasta que se apacigüe la situación política para evitar contratiempos.
    Mientras tanto todo el vecindario acudió al muelle, y, cuando desembarcaron los marineros, entre éstos y el público su familiares se desarrollaron escenas de intensas emoción, llorando abrazaban a estos libertados que eran la pesadilla y el disgusto en esta playa.
        Los patronos de los barcos se muestran muy contento, pues creyeron que no volverían a ver más a su familias este grupo de 56 marineros, por los momentos tan difícil que se están pasando en la mayoría de los  españoles.
   Los capitanes y marineros de nuevo en Punta Umbría, dirigiéndose a Huelva para llegar sobre las seis y media de la tarde  para presentarse en la Comandancia de Marina, donde se encuentran detenidos de nuevo, pero en esta ocasión con carácter preventivo.

                                               José García Díaz.


   

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