lunes, 29 de octubre de 2018

Diego Paredes, Presbítero de la villa de Bonares.


                                                             
                                                               


     Dado que somos un pueblo muy propenso a olvidar a nuestros ilustres hijos locales, intentaremos rescatar a unos de los más grande, culto y progresista que su historia le ha dado  ésta comunidad.
   En pleno enfrentamiento con el francés, en su Guerra de la Independencia. Surgía en esta villa un verdadero "Curro Jiménez", que marchaba con su mula y trabuco colgado al hombro; (trabuco y mula, está reconocido en los documentos encontrados en los Archivos de la Catedral de Sevilla). Lo de la mula  por un accidente que tuvo el ilustre cura, pues el animal en un tropiezo le hizo caer de la montura para queda leciado de las piernas, quedando su salud quebrantada por vida.
   Mientras lo del trabuco, resalta con testigo de los enfrentamientos contra los enemigos, incluso cuerpo a cuerpo.
   Los franceses, le pusieron precio a su cabeza en 250 reales de vellón, para quien les diera información de su paradero. Los ricos pudiente de este lugar, no lo querían, contando además con la complicidad de sus vasallos, ( los quitas escupideras de siempre,) como el cura Paredes lo hace constar.
   Solo  pudo vivir a duras penas, contando con la cariad humana de algunos vecinos, que les ejercía como maestro escolar de sus hijos como forma de agradecimiento.
   Gozando de un alto nivel cultural para la época que le tocó vivir, como se demuestras en su correspondencia con el Gobierno de la Junta Central, de la cual extraemos lo siguiente nota de carta respetando su rica caligrafía de época:
    " Las libertades unidas de sus vecinos y la sabia dirección en el Gobierno, por los que se han adquirido en todas las Naciones el libre nombre de Juntas de Cortes, las mismas que las caracterizan constituyen el alma grande que adorna su nación.
   Esa misma es la que me ha animado en la presente situación al pueblo de Bonares y al Condado de Niebla, en nombre de todo su cabildo y pueblos. El Presbítero don Diego Paredes, para que  con divida misión y confianza de mi respeto de Padre la haga presente, la situación tan deplorable que en los días de felicidad está próximo a experimentar.
   Empecemos a manifestar los daños ocurridos en esta miserable población y a sus vecinos, con acusado deber motivado por la entrada del enemigo mismo.
    Ello es, que por consideración estacional, que se pidió a éste pueblo de su vecindario se dio de un mal, muchos de sus numerosos. Justo calculándose libre unos 500 vecinos civiles, cuando apenas  trabajaron 400, con pobres y demás, en cuya imposición por el gobierno francés, tales recargos la cuota mensual de 12.700 reales de vellón, sin otra por una vez de 50. No perdonando por eso el suministro de la columna volante, por el mayor tiempo palabreado en este pueblo de vecindario.
     Y sobre todo, el cupo que a la plaza de Niebla, que más ocasiones se le abonaba también en metálico, con grano y hombres para su trabajo.
    Las justicias con el mayor criterio, hizo con el reparto tanto en metálico, como en grano se hizo  la mejor distribución en forma según las poblaciones de los habitantes y haciendo daño en este territorio. Pero he de aquí de lo más doloroso cuando estos franceses empezaron a sus cobros mensuales y suministro, los pobres no podían concurrir, porque como suele decirse, al que no tiene para él, cómo vas a tener para otro, de eso pude compararse la tercera parte del pueblo, y solo ascendían con sus penalidades al trabajo y embargos que les ocasionaban. Estando por la clase superior de los más pudientes; he aquí todo se volvía representaciones, versiones y bromas, entorpeciéndose por ese camino, a otra justicia al cobro de lo que las fuerzas le obligaban, haciendo tal indecencia que no de los arrendados de este otro pueblo y residente en la ciudad de Sevilla, llamado Vicente Sáiz como despecho a su solicitud; conocimiento perfecto para que se deba tocarse a sus posiciones, ni se le entregasen ningún pago.
   Otro Presbítero vecino y residente en otro pueblo de Lucena, uno de los más pudiente de él, llamado don Bartolomé de Cabrera, obtuvo derechos hereditario del Conde de Montales alusivos a los mismos.

                                                              

Alegoría, por parte de Napoleón, sobre el hambre que pasa los españoles.


   En cuya virtud, otros muchos entorpecieron con representaciones la concurrencia a otros paguen entre todos, por lo que a más no poder los infelices, pues viéndose abrumados con una vida insoportable obligados, y a quien Juan Labrados de media espera a estos. Si había que pagar cuanto les embargaban más, por no dejar en descubierto el pago del cupo de una y otra parte. En cuantos éstos mismos medios estuviesen al frente para suministrar todo género de carnes que le recargaban en este pueblo, pues con todo este dolor de mi corazón, lo expone entre todos los convecinos que a proporción de tenerse más ganado y luego a saber claramente quedarse con 24 o 25 reses de toda labor, siendo su número más.
   En cuanto a sus sementeras después de la miseria con que el soberbio  ocasionaba, con toda la escasés tomó las tropas imperiales embazas cuando las nuestras al mando del General Blake consejo en el año pasado de mil ochocientos once quedaron con casi del todo desolados, viniendo por ese orden a concluir, que los trabajadores medios tuvieron que sufrir todo este desastre; poner los poderosos  por evadirse de estas concurrencias los tenían amenazados y sólo el infeliz medio labrador fue el perdido en todo evento.
    Pero señor la voz de la humanidad suprimir el yugo insoportable de esos zánganos de la nación, pasando con que esos mismos que por convencimiento o intriga particular con los  Perfectos del mismo gobierno, conocieron no se les tocase en lo suyo. en el día que han obtenido el propio mandato del Gobernador político de la ciudad de Sevilla, para que se les reintegres de las posiciones que tienen arrendadas las 3ª y 4º partes, que con debida proporción estaba mandándole sufrimientos atendiendo a la escases tan sumamente dolorosa contribuciones a los habitantes y suministros continuados de que estaban ajenos sus propietarios.
  Por esto me dirijo, al Supremo Consejo de Castilla, que con menos motivo de escases, tuvo a bien en el año de 1804 expedí la misma orden de que perdonaran las 3ª parte de las rentas que habían de percibir sus propietarios.
    Estamos con un Gobierno tirano como es el Intruso, que solo aspira a la dirección de la Península y de sus moradores, hubo a bien manera de usar 3ª y 4ª partes por no acabar con la agricultura que es el modo de vida de estos vecinos de Bonares."
   Esta carta, como tantas otras, dirigida al Señor don Martín de Garay como Secretario General de la Junta Suprema, pidiendo clemencia por la situación de hambruna y penalidades en que se encontraba ese año este pueblo, motivado por los siniestros invasores franceses, junto con los pudientes locales, que les reían las gracias de ellos en su propios beneficio, mientras esclavizaban a los más pobres en la más grande penurias.
   El cura Diego Paredes denunció esta conducta en numerosas ocasiones, incluso en sermones en el púlpito, cuando el cura Carrasco titular se lo permitió, para nunca más poder subir para dirigirse a los feligreses debido a la actitud de los ricos locales, y más aun cuando el cura Diego hace crítica del servicio de sus hijas como doncellas del Duque Aremberg, Remond y otros, mientras las hijas de los pobres, eran castigadas prestando asistencia laboral al enemigo, terminando en ocasiones con malos tratos  y violaciones.
   Motivo por donde apuñalaron hasta la muerte  un soldado francés, en la esquina  se encuentra enfrente del Ayuntamiento, con la casa de Agustín Velo. Donde se supone que el cadáver lo escondieron, en hueco empotrado de la Iglesia parroquial.
   

                      Fuentes: del Archivo Catedral de Sevilla y del Archivo Hstórico Nacioal.
                                           José García Díaz.

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