En noviembre de 1839, el Distrito de
Bonares lo formaba junto con Lucena, ambos pueblos pertenecían al PARTIDO de
ALMONTE, y la Intendencia Militar y Judicial al Distrito de Moguer.
Por lo tanto, el Suplemento expuesto arriba,
pertenecía parte de ellos a finca de vecinos o familiares de esta villa.
No fue hasta el día 16 de noviembre de 1839,
cuando quedó por fin instalada ya definitivamente la Diputación Provincial de
Huelva, cuando aparece los primeros documentos oficiales en este pueblo de
Bonares por parte de este Organismo.
Donde el primer
documento oficial que se redacta en posesión de los Archivos, es el remitido
por el Señor Presidente de la Diputación Provincial don Ramón Ceruti, dirigido
al señor Cura Párroco don José Gómez Vezia para que le exponga los nombres de
las cincos viudas de mayores influencias económicas de este pueblo, y preguntando
por su estado económico actualmente. Una que aparece fue la señora del que fue
Alcalde en 1823 don Pablo Domínguez de la Masilla, de las humildes locales ni
la menor nota. La segunda es la petición de todos los nacidos, y de los
fallecidos durante el mes pasado.
Al mismo tiempo, se
compromete con el Cura, para que las autoridades locales eviten el peligro de abuso
de que las cosas sagradas se quieren destinar a unos profanos, como también
querer que se toquen las campanas para avisar, a que salgan al campo a
trabajar.
También le da razón al
Cura, cuándos las campanas son propiedad de la Iglesia, y paga a los campaneros
que la tocan, y seguro que su institución, la destines para convocar a sus
fieles a los oficios divinos; luego es claro que molesten a algunos vecinos.
En el Oficio expuesto arriba, es donde el
Presidente de la Diputación autoriza a la Iglesia, a recoger limosna de los
vecinos de la localidad para contribuir con ello a mantener las funciones
religiosas de Patrona Santa María Salomé.
En este curioso año,
cargado de problemas sociales, políticos con guerra incluidas entre Provincias,
incluso entre pueblos llevado por el triunfo de la Revolución liberal-burguesas
de los señoritos, sobre el gastado y arruinado Antiguo Régimen junto con la
herencia recibida de la pasada guerra con los franceses. El Clero, pasó malos
momentos donde más de un cura sufrió un atentado, y las Iglesias, algunas
saqueadas y robadas como la de este pueblo, que se llevaron dos candelabros de
plata, pero siempre contando con el respaldo de los señores locales.
Dentro del apartado de
la Contribuciones Especiales para el Estado de Guerra remitida por la
Intendencia de Huelva, se elaboran los Censo de los animales, sobre todo los
caballos para combatir en la Guerra Carlista, bajo Orden de S. M. pero que en
este pueblo no se pudo requisar ninguno debido a los que estaban alojados ya
que mantenían el número exigidos para las necesidades del servicio local.
Pero, en este año
participa dos vecinos que estaban alojados viviendo “En la Dehesa Boyal de los
Montes de Propios”, (Estos se refieren a los parajes del Avispero, La Palomera
Etc., que mantenían en aquellos años, una menuda población documentada desde la
invasión francesas, que sirvió para acoger a multitud de vecinos locales, antes
la opresión francesa).
Los dos vecinos
nuevos encontrados para el pago de Contribución, eran Alonso Muños que tenía 23
vacunos valorados en 3.000 reales y Bartolomé de Salas con 50, cuyo valor es de
7.300 rs. Más 150 cabezas de porcinos valorados en 10.000 rs. Que deberán de
abonar la parte proporcional dictada por el comisionado, donde deberá de cobrar
además sus dietas correspondientes, junto con los 20.439 reales, que aún se le
debe a la Contadurías de Sevilla de los dos últimos años.
Correspondencia del Alcalde Constitucional de Moguer,
dirigida a este Ayuntamiento:
“En los comienzos de la
Guerra en esta Provincia, en un escrito con fecha del 24 del mes corriente, me
dice lo que yo expongo.
Para dar cumplimiento a la citada circular
de parte del Intendente Militar General de Andalucía que a partir del día 19
del presente mes de diciembre de 1839, se hace indispensable que se sirviera
usted, remitirme el estado con toda claridad en que se encuentre los Hospitales
de Civiles o de la Caridad, que se encuentre en sus villas y pueblos de su
partido el número de Militares que, por enfermos, puedan colocarse en casa uno
de ellos, así mismo se arropen camas, colchones, jergones, mantas, cabezales,
banquillas, tablas y demás tencillos que hubiera en cada uno de los que
existan.
Esperando el que se sirva a comunicarme su
recibo y de quedar en dar cumplimiento de este oficio. En su consecuencia y
para poder cumplir con cuanto se previene en la presente comunicación, espero
se sirva a la mayor brevedad posibles las noticias que en la misma me exigen con
respeto al pueblo de Bonares y a su Alcalde.
Se recibe este
Ayuntamiento, un Oficio del Presidio Peninsular de Sevilla el día 30 de
septiembre, donde se le confirma que ha desertado de este presidio el confinado
Cabo de Vara. (Se calificaba así, por ser un preso escogido por el Comandante
de los presidios, entre ellos por su mejor comportamiento para mandar una
escuadra de presidiarios que realizaban trabajos portando siempre en las manos
una vara para imponer orden, bajo el mando de los capataces).
Llamado Ramón
López Muñoz, natural de esta villa de Bonares, hijo de Mateo y de María de los
Dolores Muñoz, al que se ha mandado capturar, si se presentarse por su pueblo
tome usted las medidas necesarias para detenerlo, poner disposición su traslado
de nuevo a esta Penitenciaria.
Pero, pocos meses
después el Cabo de Vara Ramón López, es detenido por las autoridades cuando se
encontraba “haciendo carbón en los montes” y conducido por el Aguacil a la cárcel
de Moguer, donde corrió de nuevo otra curiosa aventura, que ha sido recogida y
publicada por el corresponsal en Moguer don Ventura Gómez del diario influyente
como era El Correo nacional de Madrid, el día 3 de junio de 1840 donde expone
lo siguiente:
“En el día 1 del mes
corriente, se fugaron de la cárcel citada de Moguer siete reos, que cortando
los grillos que llevaban y los fuertes hierros de una reja con una lima sorda,
sin hacer el menor ruido alguno que percibieran el Alcalde y demás reos que
estaban casi junto a ellos. A las dos horas de saberse aquí, esta noticia
estaba ya embarcado con dirección a esta ciudad de Moguer, el Jefe Político don
José Rafael Guerra, con los escopeteros voluntarios que pudo reunir, el oficia
segundo primero don Juan Fernández Quevedo y don Manuel Garzón, agente de
seguridad, y aún no había pasado dos días cuando estaban ya aprendido cinco;
cuatro en Bonares y uno en Valverde. Parece que el jefe político quedó muy
satisfecho de las activas y acertadas providencias adoptadas por los Alcaldes
de aquella ciudad; y en el corto tiempo que allí estuvo acordó con el
Ayuntamiento los medios de componer el camino de la Ribera enteramente
intransitable.”
En el curio informe
elaborado por la Alcaldía, se comenta que la detención del Cabo de Varas Ramón
se efectuó cuando los citados reos se encontraban durmiendo en un pajal de una
bodega en la calle La Fuente tras haberse tomado gran cantidad de “perriaque”.
Pero, en el mes de
octubre el Ayuntamiento Constitucional, recibe otro Oficio, de parte del
Comandante de la 5º Compañía de este Regimiento de Infantería llamado Cristóbal
Martín con licencia de un mes para pasarlo y disfrute del mismo, no se ha
presentado y certificado su presentación en el Cuerpo, por lo que ha sido
declarado por desertor, y en consecuencia se sirva de proceder a la prisión el
citado soldado.
En el Diario Nacional más influyente y progresista de aquellos días, era sin duda era “La España” en donde el miércoles día 27 de diciembre de 1837, se publica que dentro de las pasadas elecciones generales del 22 de septiembre, para elegir la Legislatura de las Corte Generales, sale a relucir por primera vez en la “Historia periodista española” lo que siempre se ha dicho, que las gentes de “Bonares son más listas que el hambre”, sale publicado que un vecino “pelatrín” impedido, fue conducido transportado en un carro para introducir su voto en la urna alojada en el Ayuntamiento, creando precedente hasta el día de hoy. Y yo, a la historia me remito.
José García Díaz.