En un
pueblecito perdido de la sierra de Huelva, allá por el 1830, se le quedo el
curioso San Benito de “El Mata cura.”
Ya que el
primero don Alejandro, valiente párroco que sucumbió por el mero hecho de
enfrentarse a los enemigos de la Patria, cuando los franchutes quisieron poseer
la santa iglesia para utilizarla como almacén y cuadra para los caballos.
Don Juan de
Dios, que apareció ahorcado en la rama de una higuera, y don Antonio que
desapareció sin dejar ningún rastro, que para los parroquianos les cogió un mal
aire y perdió la cabeza.
En la plaza del
pueblo, los vecinos se reúnen debajo de un castaño viendo que hay gran
animación.
---- Icen que ha
venido un cura.
------¿Un cura en
este pueblo? ¡Hace diez años que no viene denguno! ¡Eso no puede ser?
----- ¡Como que los
han matao a tóo! ¿Qué curica será este?
------- ¡Míalo,
míalo! Por allí viene; ¡si parece un corderico! ¡Chicos, qué curica más
cachorro! ¡No durará mucho!
Una vieja que
pasaba por allí----- ¡Herejes! ¡Ya habéis salío tóos como los conejos de la
madriguera, en cuantos habéis oído que ya tenemos cura!
¿Pensáis rematarlo
como a los otros? ¡Herejes, más que herejes!
(El señor
cura paseando entre los corros, con aire muy humilde):
-----Buenas
tardes, señores.
-----¡No le
contestéis!
-----¡Déjalo, que
no calentará el puesto!
La vieja.---¡Herejes,
más que herejes!
(En casa del ingeniero de la mina. El señor cura está tomando
chocolate con él.)
-----Pero señor, ¿Cómo
se ha atrevido usted a venid a un pueblo de fiera como este?
----- Ya me lo dijeron
que era así; pero he sido yo quien le ha pedido al señor obispo venir. Yo soy
el Gorgal; no le tengo miedo a nadie; venga usted a misa mañana.
El ingeniero----
Es verdad, que hoy es sábado. Allá iré sin falta.
(Domingo. El pueblo
en masa a la iglesia. La campana dá el último toque, y entran hasta los fieles
rezagados. El sacristán sale por la puerta de la sacristía, va derecho a la
puerta de la iglesia y cierra por dentro. Varios vecinos le hablan al paso.)
-----¿Pa qué cierras?
-----¿Quién te ha
mandao cerrar?
El sacristán.---
Dice el señor cura que de aquí no sale naie hasta que se acabe la misa. ¡Ya veréis qué curica!
(Suenan las tres
campanadas que anuncia la salida del sacerdote. Aparece el sacristán con un
trabuco cargado, que deja apoyado junto al presbiterio. Sale el cura y celebra
la misa. Al terminar dice):
------“ Ite missa est.”
(Y añade, cogiendo el
trabuco y poniéndoselo del brazo):
----- Ahora va el
sacristán a abrir la puerta, y me harán ustedes el favor de salir despacio y
sin ruido, porque tengo una miaja de dolor de cabeza.
(Salen los
vecinos en orden y se dirigen a la plaza. Diálogo animado).
-----Pero ¿qué cura
es este?
---¡Este no es cura?
---- Este es algún señorito que viene a burlarse.
----¡Hay que
escarmentarlo!
---- ¿Sabéis que os
digo? Que este no es cura y que le vamos a hacer una jugada que se acuerde del
pueblo. Si es cura tiene que saber latín; ¿es verdad o no?
----- Vamos a cogerlo entre puertas. Tú Damián, te vas hacer
el muerto, y te llevaremos a la iglesia, para que te eche el responso de cuerpo
presente. Verás lo que nos vamos a reír. ¿A que no te sabe decir los latines?
Ya habéis visto qué graciosamente ha dicho la misa.
----- Pues ala, vamos
a buscar una caja de muerto, y a meter a éste que el más robusto, y que después
de la guasa, le va a dar dos jetazos bueno al curica desfigurado.
---¡Ala!
(En la iglesia.
Cuatro mozos traen el féretro descubierto, en el viene Damián haciéndose el
muerto. El sacristán va a llamar al cura).
------D. Raimundo, ahí
traen un cadáver.
-----Voy enseguida. Pon
los cuatros blandones grandes, con cirios, alrededor de la caja.
----Ya está, ya.
……Bueno.
Sale el cura; dice el
responso. Al acabar pronuncia las santa palabras):
-------“Requiescant
in pace”.
Todos---- Amén.
(Coge lo hisopo y
hace la señal de la cruz sobre el falso muerto. El agua que despide el hisopo,
cae sobre la cara de Damián y el pseudocadáver hace un guiño y se ríe. El cura
le mira fijamente, quita un cirio de uno de los blandones, coge el blandón por
la parte de arriba, lo levanta en alto, y ¡zas! Lo deja caer sobre la cabeza
del muerto y se hace pedazos; volviéndose hacia los mozos, el cura dice):
------Ahora está
muerto de veras.
Vamos a
enterrarlo, y en adelante me haréis el favor de traerme los muertos “remataos” que
no lo tenga que rematarlo yo. Buenas tardes, señores.
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Epílogo: este cura
murió en N….. a la edad de ochenta años.
J.I.
José García Díaz.