En la Palma del Condado a 9 de Marzo de 1909.
El complicado y sanguinario vecino de este pueblo llamado
José Cepeda Romero, sostenía dese hace algún tiempo relaciones amorosas con una
paisana conocida por el nombre de María Lepe Ramírez.
Ayer que siendo
cerca de la diez de la noche, se personó el citado Cepeda en el domicilio de su
amada; aunque se ignora por completo lo que ocurrió entre la pareja de novio,
pero lo cierto que el Cepeda le disparó tres tiros con un revolver contra la
desafortunada María, cayendo ésta al suelo moribunda.
Mientras el Cepeda se daba a la fuga a toda
prisa, unos vecinos recogieron a la pobre María, que la llevaron a prisa para
que la reconociera el facultativo don Juan García.
María Lepe,
presentaba una herida en la cabeza con salida de la masa encefálica,
falleciendo a la media hora de recibir los sonados disparos.
A la
hora siguiente es encontrado el Cepeda que ha sido detenido y puesto en mano de
la Justicia, interviniéndole la benemérita el revolver con tres cápsulas vacías
y una cargada.
Este
personaje de José Cepeda, metido ya en prisión se le desprende otro caso con
anterioridad, cometido los primeros días de Diciembre del año de 1907, se
presentó El mencionado Cepeda en el cementerio de este pueblo de la Palma, haciéndole
una proposición al sepulturero, José Bellerín Rofa, por desenterrar el cadáver
de Angustias Salcedo, novia que fue del referido individuo Cepeda, para verla y
quitarle una sortija, un diente y un zarcillo.
El sepulturero Bellerín
no opuso resistencia, y contando con la presencia a su lado de la vecina María
Ramos, se desenterró el cadáver de la muerta Angustias Salcedo, que había
recibido cristiana sepultura en Marzo del expresado año, permitiendo que Cepeda
se llevara la sortija, el diente y el zarcillo deseados, recibiendo Bellerín
como un premio a sus servicios, la cantidad de una peseta.
Cuando ingresó el
Cepeda en la cárcel de este pueblo, el Jefe de la línea, primer teniente de la
benemérita, don Baldomero Herrera, supo, por una confidencia, los antecedentes
ocurridos años antes de la repugnante profanación relatada.
Interrogado
Cepeda sobre el paradero de los macabros objetos sustraídos, declaró que los
había escondido en una grieta del corral de su casa, y que habían desaparecido,
no sin enseñarlo antes a su madre y al padre de Agustina Salcedo, que no se
explican como tales objetos fuesen arrancados a un cadáver.
La vecina María
Ramos ha declarado que presenció el desenterramiento solo por pura curiosidad,
ingresando en la cárcel en unión del Bellerín convictos y confesos de su
delito.
Cepeda, para atenuante de la profanación
cometida, dice que quería mucho a Agustina y que como ella murió cuando él se
encontraba en filas del Ejército, al regresar se propuso obtener algún recuerdo
de la difunta y no encontró otro medio que el relatado.
Este mismo individuo
que en Diciembre de 1907, desentierra el cadáver de una mujer por cariño—según declaración---
mató a otra por los malditos celos.
El vecindario de
La Palma, está excitado contra los hechos de Cepeda, y de no encontrarse
convenientemente custodiado, habría corrido grave peligro de su vida por
linchamiento.
José García
Díaz.
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