En la foto de Pepe Gómez, es sobre Noviembre del 1932.
!Vamos a la feria!
! Tierras sedientas.!
Desde
hace días algunos diarios provinciales están tomando nota de la importancia que
tiene el agua de riego en la economía locales de toda la Comarca.
En donde puedo afirmar que durante los 16
años de residencia en esta, he seguido estudiando sin parar la evidencia
material que existe en el perímetro de Niebla de que los ingenieros hidráulicos
ibéricos supieron aprovechar por métodos por demás científicos, unos enormes
caudales de agua que existen enterrados, pero a muy pocas profundidad, tanto al
Norte como en el Sur de esta ciudad sin par en la prehistoria europea.
Empecé dichos
estudios debido al donativo a este Museo de un mapa geológico de los arenales
entre la ribera Sur del río Tinto y el Atlántico. El citado mapa es muy antiguo
y anónimo, pero indica claramente la veta
impermeable de barro gris que constituye, por decir, la
"madre" de un vasto lago a menos de dos metros, debajo de aquellos
arenales, depositados según todos los indicios, por la tremenda catástrofe,
llamada en el folklore popular de la religión, como el "Diluvio
Universal".
Funda mi
hipótesis personal de la época de este "Diluvio" tradicional, en los
grandes depósitos de conchas atlánticas que hallamos en ambos lados de todas
las pequeñas ondulaciones en los arenales, que son fósiles que acusan más edad
que tiempo que van de 10 o quizá 15 mil años, según me ha explicado algunos
geólogos, repasando los ejemplares recogidos por aquí.
Lo que
impone de verdad en el asunto es que hoy día gozamos en Niebla de un surtido
inagotable de esa agua purísima, traída "por su pié" de un punto de
una legua distante y 50 metros más alto que Niebla. Según cuenta la tradición
popular tan arriesgada en toda la vecindad, el agua viene del "Templo del
Agua" poco más arriba de los ricos huertos de Bonares, conocido por
Valdemorales, pero enterrada al obrar desde tiempo olvidados, con un aljibe, o
sea cisterna tan gigantesca que al descubrirlo habría producido otro Diluvio
Universal.
Infortunadamente,
yo, si bien estoy honrada tanto con la autorización gubernamental como mis
grandes amistades, con los hortelanos bonariegos que poseen los terrenos
indicados, para hacer todas las excavaciones precisas, que no he podido
emprenderlas hasta el presente por falta de fondos económicos.
Pero he examinado todo el trayecto minuciosamente
con amigos aficionados como yo a la arqueología hidráulica, y puedo enseñar al
mismo señor Bilbao, si me honrara con su visita, los restos visibles del
conducto prehistórico que hoy día abastece a los 2.000 y picos de habitantes de
Niebla con 250.000 litros de agua potable.
Gracias a las
relaciones amistosas que he tenido siempre con los sucesivos Ayuntamientos de Niebla, en el año de 1921, el
Secretario, don Pedro Barrera, (q. e. p. d.) aficionado como yo a tales
estudios, consiguió permiso para que yo registrar lo que yo tenía por rotura en
dicho conducto, si bien muchos de aquí la tomaban por "un manantial
natural" brotando de la "caliza" (! !) que forma la ribera Este
del Tinto, frente a las murallas de la Ciudad alzadas en el peñón, que allí
alcanza unos 20 metros de altura.
La única condición
impuesta fue que el mismo señor Secretario presenciara mi excavación del caño,
que yo insistí debía hallarse, proveyendo los 80.000 litros diarios que brotan
de la llamada "Ollita" por una boca de metal colocada hace como medio
siglo por el Ayuntamiento. Y no los grifos por la sencilla razón que no hubo
nadie que resistiese la fuerza de la corriente del agua de "la
Ollita".
Evidente está que
este conducto, conocido en todo su trayecto por los "Caños de Niebla"
no era aprovechado bajo el dominio romano, porque mientras la obra prehistórica
yace en mucha parte de su extensión a unos cuatros metros debajo del nivel
actual de la tierra, a la vista están restos de otros ecoducto, de labor
romana, pero completamente en ruina cimentado sobre el curso del ibérico.
El conducto fue
abastecido de una ranura del antiguo, que
puede verse todavía, si bien estropeada la obra, y nunca trajo ni la
centésima parte de la que sale de la también ranura en la labor ibérica por la
"Ollita". Cruza el río, donde todavía se ven los tubos romanos destrozados,
en ambas riberas cerca del puente del ferrocarril de M. Z. A. y sube la cuesta
a la Puerta del Agua, y de allí atraviesa toda la población hacia el Castillo,
de donde perduran los restos del hermoso "Acueducto romano" dentro
del recinto Norte de la gran fortaleza.
Hasta el año de
1597, según consta en el Archivo Municipal de esta fecha, la población fue
surtida por el mismo conducto romano, pero ya en aquel año se quejaban del
abandono y escasez de agua en la fuente de la Puerta del Agua, y, al fin cayó
en la ruina más completa, dado que Niebla no tuvo agua potable dentro de su
casco municipal, y solo dos fuentes públicas afuera; la de la
"Ollita", accesible en el invierno cuando la pasada por el Tinto, y
la otra llamada la Fuente que se
encuentra intransitable, solo por el puente romano con dos kilómetros de paseo,
y otra llamada la Fuente del Duque, de la cual trato más abajo.
Para acortar en
lo posible historial tan largo, concreto la evidencia material ofrecida
refiriendo que en el verano de 1925 yo di después de algunas pesquisas
constantes desde 1921, con otro "manantial" en la ribera del Tinto,
al pie de las murallas. Desde luego, procedía de otra grieta de la galería
prehistórica, cuya obra constituye la pasada referida, de la que nadie se había
dado cuenta, más que en las leyendas de los abuelos, que creyeron firmemente
que sus padres habían atravesado el río por dichas galerías.
Yo comprendí
enseguida que noté un hilito de agua dulce que debía ser salidero de "los
Caños", porque se nota la diferencia del color al medio de un charco del
líquido venenoso y amarillento del " río Vitriólico", de los autores
clásicos. Cogí unas gotas en la mano para saborearla y era dulce del todo.
Enorme tiene que ser la fuerza de la corriente cuando pudo atravesar acaso unos
4 o 5 metros de hondo del fango cobrizo y al llegar en su pureza natural a la
superficie.
Sin perder momento,
puse mi hallazgo en conocimiento de entonces Alcalde, don Diego Ramírez
Cruzado, quien entusiasmado de tal modo por el beneficio implicado para su
pueblo amado, que llamó inmediatamente a los ingenieros indicados para el caso,
y a fuerza de garantizar de su peculio los crecidos gastos precisos, mientras
no pudiera incluirlos en el presupuesto municipal, ya en el mes de Enero de
1926, Niebla tenía en su plaza central de su recinto la preciosa fuente que hoy
vemos con el agua inagotable de los prehistóricos caños de Niebla.
Y mi persona, sin
merecerlo fui premiada por mi humilde intervención en el descubrimiento con ser
elegida por el Ayuntamiento "hija adoptiva de la Ciudad", título de
honor que yo, que no soy siquiera de nacionalidad española, aprecio más
que fuese un ducado.
¿Se habrán convencido los lectores algunos
peritos en la materia que efectivamente, existe debajo de aquellos vastos
arenales, una cantidad tremenda de agua de fácil explotación para fines
agrícolas ? Pero siempre queda algo de más.
En las faldas de
las Sierra de Aracena, al Norte de Niebla, hay otro lago o laguna subterránea
de no menos importancia que el que actualmente vierte un caudal de riqueza
incalculable por mil riachuelos en la playa del Atlántico, a unos 30 kilómetro
de Niebla y demás pueblo de la comarca.
Este y otro surtidor, también tiene en pie resto visible
de las obras prehistórica, que en tiempo todavía más lejano que la construcción
de los Caños trajo agua abundante a la ciudad. Llegaba por un acueducto
importante de obra maciza llamado la "Bien Venida" por la tradición,
y perdura la "Fuente del Duque", al pie de la muralla Norte de
Niebla, abastecida por una cañería misteriosa cuya boca está labrada en la
misma roca caliza, de la cual por cierto, nos salen manantiales naturales del
peñón donde los iberos levantaban su "Ili--pula" traducción natural
de la "Ciudad sobre la Peña" en el idioma de aquella raza preeminente
en la cultura primitiva del hombre.
El objeto de mi
persona en molestar a mis fieles
seguidores, con tantos detalles arqueológicos, es de tratar de despertar el
interés del benemérito Sindicato de los Agricultores de la Provincia de Huelva
en la comprobada existencia de estos dos caudales inagotables de agua
subterránea muy cerca de la superficie, por si acaso pudiera aprovecharlo en
beneficio de mis amistades obreras en mi pueblo adoptivo, tan castigadas por la
espantosa crisis actual de trabajo, sin los grandes gastos preliminares que
implican la política hidráulica basada sobre la construcción de pantanos que
cuestan muchos millones de pesetas.
Elena M. Whishaw.
Directora de la
Escuela AngloHispana--Americana de Arqueología y Miembro de la Sociedad
Española de Antropología, Prehistoria y Etnología y de la Asociación
Hispano-Americana de Artes y Ciencias, de Cádiz.
Museo de Niebla, en
el año de 1932.
José García Díaz.